Como Mendoza y otras regiones vitivinícolas del mundo, la pintoresca y productiva localidad salteña, centro de los Valles Calchaquíes y famosa por su excelente torrontés, también tuvo una Fiesta que homenajeaba el trabajo de los cosechadores. Pero sólo se realizaron 15 ediciones, de 1941 a 1955. La primera, el 27 de abril de aquel año signado por la confrontación bélica mundial, quedó en la historia por su brillo y originalidad, pero también por la personalidad y belleza de la reina Lucy Sánchez Alisedo, representante de la bodega La Rosa, hoy El Esteco. El reconocido periodista salteño Luis Borelli escribió hace días una crónica de aquella fiesta popular, en su columna «Relatos de Salta» del diario El Tribuno, la que a continuación reproducimos.
Luis Alfonso Borelli, autor de esta nota en El Tribuno de Salta.
El pasado 27 de abril se cumplió el 80° aniversario de la primera Fiesta de la Vendimia de Cafayate, realizada gracias al esfuerzo de ese pueblo y sus bodegueros y que a partir de entonces se celebró anualmente hasta 1955. Los datos de ese primer festejo fueron cuidadosamente extraídos de los diarios El Intransigente de Salta y La Gaceta de Tucumán, y recopilados por la profesora de historia Carmen Llimós Sánchez Alisedo quien, en nombre de sus hermanos, los hizo llegar a «Relatos de Salta» de El Tribuno.
La lectura de esas crónicas periodísticas nos permite recrear la fiesta y descubrir los problemas que por entonces aquejaban a la vitivinicultura de los Valles Calchaquíes. Y también muestra cómo se las ingeniaron los cafayateños para poner en el tapete esa crisis y a la vez, organizar una fiesta pese a la difícil situación que atravesaba el mundo por la Segunda Guerra Mundial.
El Intransigente de Salta decía el 26 de abril de 1941: «Los bodegueros, comerciantes y pueblo en general están atravesando una crisis económica muy profunda. La falta de caminos adecuados, la reducida capacidad de cultivos como consecuencia del limitado caudal de agua, la necesidad de una mejor técnica para la elaboración de los productos y poder entrar a competir no sólo en cantidad sino en calidad, son algunos de los grandes problemas con los que se enfrentan».
Salta, fuera del «país abanico»
Por 1941, el radical Roberto M. Ortiz ejercía la presidencia de la Nación. A pesar de estar atravesada por los horrores de la guerra, la Argentina recuperaba lentamente su actividad económica. Alejandro Bunge, observador y economista, la califica como un «país abanico», cuyo vértice y punto neurálgico estaba en Capital Federal, abarcando un semicírculo de 580 kilómetros a su alrededor. A ese espacio llegaba la mayor cantidad de inmigrantes, la mayor cantidad de inversiones para las industrias extractivas o manufactureras y todos los avances, dándole la espalda al interior.
Argentina era en 1941 un «país abanico», con vértice y centro neurálgico en la Ciudad de Buenos Aires y un semicírculo de 580 kilómetros alrededor. A ese territorio llegaba la mayor cantidad de inversiones, dándosele la espalda al interior
Alejandro Bunge, historiador y economista
Para el historiador Luis Alberto Romero, ese «progreso» acentúa la brecha con el interio, «incapaz de incorporarse al mercado mundial y sumido a un retraso relativo que torna cada vez más manifiesta las diferencias entre la vida agitada de las grandes ciudades del Litoral y las somnolientas capitales provinciales».
Por esos años gobernaba Salta Abraham Cornejo, quien al ejercer su mandato se interesó en estimular la producción de azúcar y creó una Estación Experimental de Vitivinicultura en Cafayate con el fin de reactivar esa industria. Al polo de Cafayate se sumó San Carlos, localidad cercana que compartía la la misma actividad.
Una idea del máximo jefe educativo
Y así fue que en búsqueda de acciones que permitieran mejorar la situación que atravesaba el bajo Valle Calchaquí, el inspector general de Escuelas Nacionales, Florencio F. Jaime, propuso a las autoridades y al pueblo de Cafayate organizar una Fiesta de la Vendimia. La propuesta fue aceptada y de inmediato autoridades, bodegueros, comerciantes y pueblo en general, se abocaron a su organización, fijando como fecha para su realización el domingo 27 de abril de 1941. Al respecto, el diario El Intransigente publicaba: «La fiesta debe ser alegre y popular, motivo para que la gente que vive en las montañas baje y disfrute la celebración… También se rendirá homenaje al trabajo y laboriosidad de esos hombres que a través de los años siguen luchando todavía contra factores adversos que podrían ser remediados si se los encara con el criterio que debería predominar en los hombres que tienen a su cargo la gestión pública».
A esta primera celebración vendimial de Cafayate, la docente y poeta Hilda Emilia Postiglione le dedicó un poema, publicado en el diario El Intransigente y titulado, justamente, «Fiesta de la Vendimia».
Rápidamente la noticia corrió como reguero de pólvora y pronto llegó a la vecina provincia de Tucumán, donde el diario La Gaceta se hizo eco, escribiendo el 25 de abril de 1941: «En la producción salteña, la industria vitivinícola ocupa un lugar ponderable. Son excelentes sus uvas y vinos. Lástima que encuentre serios obstáculos para conseguir una expansión mayor que la que tiene… Salta comenzará a vendimiar en estos días».
A todo esto, los organizadores de la Fiesta de la Vendimia en Cafayate no pierden detalles y, entre la larga lista de invitado, incluyen a las máximas autoridades de la provincia, quienes de inmediato comprometen su presencia, salvo el gobernador Abraham Cornejo que estaba muy enfermo.
Una nutrida delegación en caravana de automóviles
Finalmente, el 26 de abril, parten rumbo a Cafayate las máximas autoridades de Salta. El diario El Intransigente de ese día señalaba: «Mañana se ausentará en automóvil con el propósito de presidir los muchos actos programados para celebrar la Vendimia en Cafayate, una nutrida delegación». En efecto, la comitiva capitalina arribó a Cafayate en horas de la tarde y fue recibida por la Comisión de Festejos que presidía Miguel Ángel Aguilar, junto al intendente Manuel García Bes.
La bienvenida fue al pie de un arco ornamentado donde un cartel ubicado a la entrada de Finca La Rosa rezaba: «Fiesta de la Vendimia 1941. Bienvenidos seáis a la Tierra del Buen Vino». Lo que ignoraban los recién llegados era que les esperaba una apretada agenda de actividades protocolares, matizadas con un agitado trajín gastronómico y vitivinícola organizado por el destacado vecino y bodeguero Ceferino Velarde. Luego de una recepción de honor en casa de Velarde, la comitiva recorrió las calles de la localidad en una caravana de automotores encabezada por el vicegobernador Miguel Aráoz.
Fiesta desde temprano, con entrega de ropa a familias pobres
Y llegó por fin el día de la Fiesta. Bien temprano comenzó el trajín. Las familias, autoridades y visitantes inundaron la Plaza central, proporcionando un marco festivo a los actos programados. «Todos se asocian jubilosamente a la Fiesta, lo que constituye un estímulo para los gestores de esta celebración, que buscan reproducirla en lo sucesivo», relataba El Intransigente en su edición del 29 de abril de 1941.
«Las actividades comenzaron -proseguía El Intransigente- con la entrega de ropa a familias pobres de la localidad, luego con la concentración de estudiantes en la plaza principal y continuaron con la bendición de los frutos regionales, ceremonia que dejó oficialmente inaugurados los festejos. Mientras tanto, la Banda de Música de la Policía acompañó con sus sones cada uno de los actos. Continúó la celebración con el desfile de los niños de las escuelas y culminó al mediodía con el paso de las carrozas alegóricas de las bodegas de la zona».
La Fiesta tuvo su apogeo al mediodía del 27 de abril de 1941, con el desfile de los alumnos de las escuelas, carrozas alegóricas, carretas, arrieros y llamas. A la tarde se eligió a la Reina, Lucy Sánchez Alisedo.
Más adelante, El Intransigente contaba que las carrozas iban «ornamentadas con mucho acierto, llamas, carretas y arrieros vestidos a la usanza antigua, conforme se estilaba en los comienzos de la industria».
Y por supuesto, la mayoría de las carrozas transportaba una señorita que participaría de la elección de la primera Reina de Vendimia, certamen que se dilucidaría en horas de la tarde.
Una ovación para Lucy I
Era la 20 cuando se constituyó el jurado que tendría a su cargo la difícil tarea de elegir a la Reina. Estaban Ernesto M. Aráoz, vicegobernador de la provincia, Daniel Caro, Néstor Michel y Rogelio Cornejo. Este último, al usar la palabra, felicitó a los organizadores por el éxito alcanzado, y a los bodegueros, comerciantes y pueblo en general por el esfuerzo realizado.
Acto seguido, y luego de una breve deliberación, el jurado procedió a elegir la primera Reina de la Vendimia de Cafayate, «recayendo dicho honor» en la señorita Lucy Sánchez Alisedo, representante de la bodega La Rosa (hoy El Esteco).
Sobre esta elección, el diario El Intransigente escribía en su edición del 29 de abril: «Conocido el veredicto, fue recibido con una ovación por la concurrencia. La joven reina, nacida en el Valle, recibió su banda de Reina de manos del vicegobernador de la provincia, Dr. Ernesto M. Aráoz. Luego de concluida la coronación de Lucy I, se sirvió un vino de honor en la Confitería Central, ubicada al frente de la plaza de Cafayate.
Concluidos los actos de la plaza central, las autoridades provinciales y comunales, más vecinos caracterizados de Cafayate participaron de un almuerzo en la casa de don Ceferino Velarde».
Al día siguiente, el 28 de abril de 1941, la comitiva oficial regresó a Salta, pero en Cafayate quedaron los hombres y las mujeres que luego serían capaces de reeditar exitosamente la Fiesta de la Vendimia a lo largo de 15 años, ya que la última celebración fue en 1955.
Fuente: El Tribuno de Salta (Luis Borelli)