Francisco González Antivilo, gerente general de Indegap, proporciona en esta nota una lista de tareas que se deberían practicar para prevenir daños por heladas y olas de calor en el viñedo, a la vez que advierte sobre los errores más habituales que se cometen al medir la temperatura de la finca. El agrónomo explica que la elección de varietales, la ubicación estratégica de las estructuras edilicias y el lugar de plantación son factores importantes al momento de planificar un viñedo. Y recomienda que, posteriormente, con la finca en producción, se tenga siempre en cuenta el manejo vegetal inteligente, la defensa activa y el control del estado fisiológico del cultivo.
Es muy común escuchar frases como “contra las contingencias térmicas no se puede hacer nada”. Es verdad que al ser «contingencias» son difíciles de manejar pero, según Francisco González Antivilo -CEO de la empresa mendocina Indegap– una parte importante de las pérdidas en el agro son evitables. Y para ello, advierte, «no alcanza con la buena voluntad, hacen falta decisiones estratégicas, con base en conocimiento previo.»
En este sentido, el agrónomo presenta un pequeño listado con ejemplos concretos de cosas que sí se pueden hacer y que pueden ser un punto de partida de muchas otras estrategias. «De lo que estamos seguros es que hay formas de modificar el microclima, pero siempre es mejor trabajar desde la prevención», asegura.
Antes de plantar
Elegir la especie o variedad adecuada: Parece obvio, pero no siempre se hace. Cada especie y variedad tiene distinta sensibilidad al frío, al calor, a la acumulación térmica o al estrés hídrico. ¿Cuántas veces se elige por mercado, moda o por disponibilidad? Tendría que ser lógica de todos los días: antes de poner un solo vegetal en el campo, el mismo debería estar suficientemente mapeado para conocer las posibles consecuencias fisiológicas para las plantas.
Ubicar inteligentemente las estructuras: Bodegas, galpones, tanques o invernaderos no solo ocupan espacio, además alteran el microclima. Elegir dónde ponerlas puede amortiguar o intensificar daños futuros. Una decisión clave que casi nunca se planifica con mirada térmica. «Este es un llamado de atención, especialmente para arquitectos de bodega… En más de 70 proyectos que llevamos, al menos en un 20 % la ubicación de la bodega modificó el microclima para mal», dice Gonzalez Antivilo.
Definir cuánto y dónde cultivar: No todas las zonas de una finca rinden igual. Algunas son más riesgosas o más costosas de sostener. Con un mapeo térmico previo, muchas decisiones se optimizan desde el primer día. Dentro de cada finca, hay zonas que generan y otras que absorben recursos. En términos simples, hay cuarteles con superávit y otros con déficit. Mientras menos cuarteles subsidiados existan, más rentable será el proyecto en general.

Ya con el cultivo en marcha
Manejo vegetal inteligente: El verdeo, las cortinas forestales o la cobertura del suelo pueden hacer la diferencia. A veces, pequeñas prácticas mejoran el confort térmico para las plantas y otras veces pueden jugar en contra, generando acumulación de frío o bloqueando corrientes de aire que antes beneficiaban al cultivo. No todas las situaciones térmicas permiten hacer uso de verdeos. Y muchas veces se piensa en el verdeo como un aporte vivo al suelo, pero pocas veces como una intervención que modifica el microclima.
Defensa activa y rentable: No todo vale. Defenderse no es sólo “tirar agua” o “prender fuego”.
La defensa más efectiva es la que se ajusta a la finca y a su comportamiento térmico. Conociendo las zonas térmicas al detalle y la diferencia entre cada una de ellas, se puede definir con mayor precisión la estrategia de defensa, lo que indefectiblemente la hace más eficiente.
Evaluar el estado fisiológico del cultivo: Muchas veces no es la helada en sí misma la que causa el daño, sino el estado en que encuentra al cultivo. Detectar signos de agotamiento, desbalances entre lo que el cultivo puede sostener y lo que se le exige, o faltas de reserva, permite tomar decisiones preventivas y evitar pérdidas mayores. Incluso esta puede ser la forma más confiable de decidir si conviene erradicar el cultivo y empezar de nuevo, o rediseñar el manejo actual.
Tres errores comunes que hacen perder rentabilidad en el campo
La temperatura es, quizás, la variable ambiental que más define la vida en el planeta Tierra. Por suerte, desde hace décadas se registran datos térmicos que permitieron grandes avances, como el pronóstico del tiempo, hoy tan cotidiano como imprescindible.
En el agro, la temperatura es vital para la vida y productividad de los cultivos. Durante años se la midió con termómetros puntuales, pero la agricultura de precisión vino a poner las cosas en su lugar. Los campos no son homogéneos, ni en el suelo, ni en la vegetación, ni en la temperatura.
También la sensometría ha tenido un desarrollo fenomenal: hoy se dispone de termómetros digitales que registran información valiosa de forma continua. Y, sin embargo, todavía se cometen errores groseros que derivan en pérdidas. Algunos productores lo intuyen, otros lo niegan, y muchos no saben que pueden trabajar sobre el microclima. Entonces, cuáles son los errores que no se deben cometer al medir o interpretar la temperatura en el cultivo:
Error 1 – Medir en un solo punto del campo: «Decía un viejo profesor que para trazar una recta hacen falta dos puntos; para conocer la verdad, al menos tres. Bueno, son más en realidad» indica el gerente de Indegap, quien además afirma que «un sólo termómetro no dice nada. Y cuando aparecen muchos datos distintos, empieza la confusión.» La única forma de entender ese caos es con geoestadística, una herramienta que transforma datos dispersos en zonas térmicas con dinámicas y características propias.
Error 2 – Medir fuera del cultivo: Lo que importa no es lo que pasa en la estación meteorológica, en el galpón o en la casa del encargado. Lo que importa es lo que pasa dentro del cuartel, donde están las plantas. «Las diferencias pueden ser de hasta 5 °C, y no es exageración, lo muestran los sensores», aclara el científico. Esa variabilidad está modulada por la topografía, la vegetación, las estructuras y otros factores que no se ven a simple vista.
Error 3 – Interpretar “a ojo”: Muchos productores tienen buen ojo para detectar zonas más frías o más cálidas, pero no saben cuánta superficie ocupa cada zona térmica, ni cuál es la “distancia térmica” entre una y otra. De este modo se siguen tomando decisiones sin considerar el comportamiento fisiológico de cada planta frente a la temperatura. Tener en cuenta si la variedad a plantar es anisohídrica o isohídrica, o si conviene Malbec o Cabernet para la zona más fría de la finca.
«En los últimos veinte años hemos visto cómo en viticultura se prioriza el suelo para decidir qué plantar. Pero es la temperatura la que define si habrá producción y cuánta. Así de simple. La calidad puede estar, pero si no están los kilos, la ecuación no cierra. Cada temporada vemos capital perdido, hectáreas mal plantadas y decisiones mal tomadas. Y todo por no mirar al aire. En Indegap llevamos mapeadas más de 10.000 hectáreas en 7 provincias. Somos pioneros en microzonificación térmica y sabemos cómo transformar esa información en decisiones estratégicas», concluye González Antivilo.