Ese año, con gran suceso, vinieron especialmente invitados a la Fiesta el líder Juan Domingo Perón y su compañera Evita. En Mendoza gobernaba Faustino Picallo, de origen radical pero aliado al peronismo, situación que provocó rispideces y chiflidos en medio de su discurso. El «Tropero» Sosa, legendario personaje de la Campaña Libertadora de San Martín, y la liturgia peronista fueron fuertes protagonistas.
El autor, Gustavo Capone, es docente,
escritor e historiador especializado en temas latinoamericanos,
costumbres y tradiciones mendocinas.
La Vendimia de 1947 nos dejará notas curiosas e irrepetibles. Arrancamos sosteniendo como novedad que la fiesta central se desarrolló un jueves. Y que por esa época el festejo se realizaba en abril.
Fue un 10 de abril de 1947. La fiesta se llamó “Vendimia del canto y el trabajo”. La escenografía hacía alegoría al cuento “Las mil y una noches”. Estuvo dirigida por León Alberti. Los coreógrafos fueron Olga Enhart y Jesús Vera Arena con la actuación del ballet de Elina Molina Estrella. Eran tiempos en que país y Mendoza eran gobernadas por el peronismo. Indudablemente esa vendimia contó con todos los elementos de la tradicional liturgia de aquel primer peronismo.
La politizada agenda vendimial
La estación ferroviaria Pacífico (Belgrano y Las Heras) era una fiesta. La jornada del martes 8 de abril había sido establecida como feriado provincial para recibir a Perón y Evita. Una alfombra roja fue el protocolar sendero que condujo al presidente y Eva desde el tren a un auto descapotado. Los acompañaba el gobernador Faustino Picallo. Por el aire volaban fotos del presidente, mientras los Granaderos a Caballo hacían una guardia de honor y una banda militar alentaba a los concurrentes con marchas y canciones. El recorrido presidencial ante la multitud por las céntricas calles Las Heras, San Martín y Sarmiento, terminó en un acto sobre Plaza Independencia.
En dicho acto Perón sostuvo uno de los históricos postulados de su doctrina: “Estamos en la tarea por conquistar la independencia económica que hace 100 años nos esperábamos”. El “viva Perón”, “viva Eva” era estruendoso. La plaza explotaba. Todo concluyó abruptamente cuando el gobernador Picallo tomó el micrófono para dirigirse a la multitud. Una silbatina tapó su voz. La interna peronista se manifestaba claramente. Perón miró para otro costado y tomando el micrófono actuó como si nada hubiera ocurrido. Será en esa XI edición de la fiesta cuando por primera vez un escenario vendimial expondrá abiertamente la temperatura del clima político reinante en Mendoza.
Un poco de historia mendocina de esa época
El contexto socio político en Mendoza por ese momento estaba confuso. Los obreros vitivinícolas habían sostenido una larga huelga de la cual salieron airosos, enfrentándose hasta con el mismo ejecutivo provincial conducido por Picallo (aliado de Perón con la Junta Renovadora-UCR y que se impuso a Bautista Gargantini de la UCR, a Ricardo Videla del PD que salió tercero, a Benito Marianetti del comunismo y a los lencinistas).
A Picallo los militantes obreros le achacaban su pasado radical y que había “jugado tibiamente” en el enfrentamiento gremial favoreciendo a sus adversarios de siempre: “los patrones gansos”.
La situación mostraba claramente una distancia entre dos facciones oficialistas. Por un lado, “los radicales renovadores” desprendidos del histórico tronco radical, y por otro, los sindicalistas -obreros que se sentían identificados y representados exclusivamente por las políticas sociales del peronismo. A tal punto llegaron las diferencias que este sector sindical conformó para las elecciones municipales y legislativas mendocinas (realizadas dos días antes de la misma vendimia de 1947) el Partido Peronista Laborista obteniendo auspiciosos resultados bajo la bandera de ser “los verdaderos representantes del General Perón”. Ese triunfo fue uno de los motivos que alentó a Perón para partir inmediatamente a Mendoza. Acababa de obtener un triunfo resonante.
El Tropero Sosa electo «Primer descamisado mendocino»
La agenda presidencial siguió raudamente. En la tarde, el presidente Perón junto a su vicepresidente Quijano y al secretario de Trabajo y Previsión, José María Freire, más una amplia comitiva, inauguraron el Hospital Regional para Ferroviarios. Por la noche concurrieron a una recepción en el Casino de Mendoza donde Perón y Eva tomaron contacto con las soberanas al trono y con los intendentes municipales.
La segunda jornada (9 de abril) se inició con la inauguración del mástil del Cerro de la Gloria, mientras que al mediodía se realizó un almuerzo con las “fuerzas vivas” locales. A las 18 se efectuó la tradicional Bendición de los Frutos (con antecedentes desde 1938) en el Prado del Parque San Martín. El carrusel vendimial se movilizó por la avenida de Los Plátanos, y luego del paso de los carruajes, Perón efectuó el histórico golpe de rejas y brindó por la nueva cosecha con una copa de plata traída desde Francia y concretada por el orfebre galo Gustavo Keller.
La noche concluyó con el “Baile de las Reinas” en el emblemático gimnasio del “Boxing Club Babilonia”, sede de históricas veladas de box mendocino que supo tener como protagonista estelar a Pascualito Pérez. Como otra nota curiosa, concluyendo esa noche, Perón y Eva cenaron solos, en el clásico restaurante mendocino de esa época: “Torchio” (en las actuales Entre Ríos al 64, entre San Martín y San Juan).
La mañana del tercer día de la visita presidencial estuvo circunscripta al ámbito castrense. Desfile militar por calle Sarmiento y por la tarde una recepción con jefes y oficiales del Regimiento Militar Nº 16.
En tanto Eva se concentró en actividades de la “Campaña de Ayuda Social”, antecedente de la “Fundación Eva Perón”. En el marco de esas reuniones por una propuesta de “compañeras y compañeros” se dispuso que el mítico “Tropero” Pedro Sosa, que tanto ayudó a San Martín en la campaña libertadora, fuera consagrado post mortem como “el Primer Descamisado de Mendoza” al grito: “si el Tropero viviera, sería de Perón”.
Noche de Vendimia
La Rotonda del Parque fue el escenario central de la “Vendimia del Canto y el Trabajo”. Recordemos que recién desde 1963 se efectuará el acto central en el Teatro Griego Frank Romero Day.
Siguiendo con liturgia peronista, el locutor anunció al público que las soberanas departamentales habían dispuesto que “la verdadera reina de la vendimia está ya elegida por propia gravitación y genuina voluntad popular. Y es Evita Perón, la abanderada de los humildes”. (textual Juan José Piñeyro, maestro de ceremonia de la fiesta). A continuación, Eva abandonará su lugar en la platea y renunciará a la distinción dirigiéndose brevemente a los presentes que la ovacionaron acaloradamente. Será ese también, y en una vendimia mendocina, el primer renunciamiento de Evita. “Declino el honor que se me dispensa, pues deseo ser una de las tantas personas que festejen a la verdadera belleza mendocina”, sostuvo textualmente Eva.
Además, será en esta edición vendimial de 1947, la primera oportunidad que se escuchó “Canto a Mendoza” cantada por el popular cantante y actor Hugo del Carril.
La noche terminará con la consagración de la representante de Tunuyán, Nélida Morsucci, quien será coronada por Eva, mientras una salva de fuegos artificiales cubría la noche. Un decreto provincial dispuso que el viernes 11 de abril fuera declarado: “jornada no laborable”. Fue el segundo “San Perón” mendocino. El primero había sido el día que llegó el general.