Estudios recientes de las universidades de Catania, Roma y York han revelado que en la Época Medieval, entre los siglos VII y XI, en la Sicilia islámica se elaboraba vino y se lo vendía a otros países de Europa y África. Aunque el consumo de vino está prohibido por el Islam, se hallaron ánforas de esa época con restos de uva en su interior.
Los hallazgos relacionados con la época en que los musulmanes dominaron la isla italiana de Sicilia sugieren que el consumo de vino allí provenía de la cultura egea-micénica. En efecto, la producción, el comercio y el consumo de productos vitivinícolas tuvieron mucho éxito entre los fenicios. Prueba de ello son los numerosos hallazgos de ánforas en Mozia y Lilybaeum (la actual Marsala).
Con los griegos en Sicilia (siglos VIII al III a.C.), la viticultura alcanzó un gran desarrollo, también porque estaba estrechamente relacionada con los rituales, así como con las fiestas dionisíacas. Se dice que el culto a Dionisio se originó allí.
Con los romanos (siglo III a.C. – siglo VI d.C.), la viticultura y el vino en Sicilia recibieron una gran consideración. A este respecto, basta con mencionar vinos como el mamertinum o el tauromenitanum. En aquella época, los centros vitivinícolas más importantes eran Naxos, Contessa Etellina, Lipari y la llanura del Etna. Con la caída del Imperio Romano la viticultura pasó a otras manos, y se incrementó su comercialización.
Abstemios pero hábiles comerciantes
Se ha descubierto que en la «Sicilia islámica» se producía y exportaba vino desde el puerto de Palermo hasta las tierras cristianas, convirtiendo a Sicilia en el centro del comercio del vino del Mediterráneo.
Los investigadores de la estructura BioArCh de la Universidad de York, han demostrado que los musulmanes de Sicilia apreciaban el vino, tanto por su valor económico como por su relevancia agrícola. Tanto es así, que crearon un negocio de exportación de vino desde Palermo, antes del siglo IX d.C.
Las ánforas utilizadas han sido analizadas por las universidades de Roma, York y Catania, entre otras, donde se han podido analizar las trazas orgánicas presentes en ellas. Gracias a estos estudios, se ha descubierto que en la dominación islámica de la Alta Edad Media, se produjo un floreciente comercio del vino siciliano.
El imperio islámico se expandió por las regiones mediterráneas durante los siglos VII al IX d.C. en regiones del mundo que producían y consumían vino a gran escala.
Los musulmanes construyeron una sólida base económica en su imperio con la industria del vino como uno de los elementos centrales de su éxito».
Martin Carver, director del Departamento de Arqueología de la Universidad de York
El profesor Martin Carver, del Departamento de Arqueología de la Universidad de York, afirma: «El alcohol no desempeñaba -y sigue sin hacerlo- un papel importante en la vida cultural de la sociedad islámica, por lo que nos interesaba mucho la cuestión de cómo había prosperado esta comunidad medieval en una región dominada por el vino. No sólo prosperaron, sino que construyeron una sólida base económica que les proporcionó un futuro muy prometedor, siendo la industria del vino uno de los elementos centrales de su éxito.»
En Sicilia existía un comercio de vino antes de la ocupación islámica, pero parece que era principalmente vino importado, por lo que se consumía más que se producía. Estas nuevas pruebas arqueológicas sugieren que la comunidad islámica aprovechó la oportunidad para dedicarse a la producción y la exportación.
Más allá de las barreras religiosas
El vino está prohibido por el Islam, pero sin embargo durante esta época comercializaban con él. Los hallazgos arqueológicos revelan que los gobernantes árabes de Sicilia fomentaron la producción del vino y su comercio, y que incluso los puertos de exportación estaban bajo el control cristiano.
Los estudiosos no tienen pruebas que sugieran que el vino también era consumido por los miembros de la comunidad islámica; sin embargo, este descubrimiento puede sugerir una nueva interpretación de la historia del Mediterráneo y de una constante, el vino, que no desapareció ni siquiera durante los cambios políticos y religiosos derivados de la islamización entre los siglos IX y XI.
La presencia de ácido tartárico y ácido málico, detectada en 109 ánforas de entre los siglos V a XI, permiten asegurar que allí había residuos de vino.
Los análisis químicos realizados en 109 ánforas utilizadas entre los siglos V al XI muestran una continuidad en el transporte del vino en Sicilia, durante el periodo islámico. Los estudios afirman que debido a la relación entre el ácido tartárico (uno de los principales elementos presentes en la uva. Este componente realiza una acción fundamental durante la vinificación) y el ácido málico (uno de los ácidos más abundantes de la naturaleza, presente en multitud de verduras y frutas, entre ellas las uvas) se han podido distinguir los residuos de vino de otros productos fruta con un alto grado de certeza.
Fuente: Vinetur. Autora: Ana Gómez, bioquímica