Investigadores de la Estación Experimental (EEA) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Luján de Cuyo, Mendoza, experimentan un novedoso método en busca de diezmar la reproducción de la dañina polilla de la vid o lobesia botrana, la plaga que puede arrasar hasta en un 60% la producción de un viñedo.
La innovación científica radica en combatir al insecto a través de la interferencia de ARN (RNAi) o silenciamiento génico, es decir que se eligen genes del insecto productores de proteínas indispensables para su vida y se anulan, con una tecnología similar a la de las vacunas contra el Covid 19. Es una respuesta biológica sustentable que produce un efecto letal y sólo ataca a la polilla, sin producir toxicidad para la biodiversidad circundante ni para la población.
Un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Mendoza buscan combatir la lobesia botrana o polilla de la vid con un novedoso desarrollo científico. La investigación se encuentra en una etapa de prueba, pero los resultados hasta ahora son alentadores.
La polilla de la vid es la principal plaga de los viñedos a nivel mundial. En Argentina, su impacto puede llevar a la pérdida del 8% de la producción vitivinícola total, aunque en algunas fincas el daño alcanza hasta el 60%. Lucas Resa, investigador del INTA y becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet), entrevistado por la revista Chacra Agro Continental explicó esta nueva estrategia para combatir esta plaga utilizando la técnica denominada silenciamiento génico mediante RNA interferencia.
Resa detalló que la polilla no sólo causa daños directos a los viñedos al alimentarse de la uva, sino que también facilita la proliferación de hongos, lo que genera pérdidas significativas. Actualmente, los principales métodos de control incluyen insecticidas químicos, que tienen efectos negativos sobre el ambiente y la fauna benéfica, y el uso de feromonas para confusión sexual, una alternativa efectiva pero costosa.
La polilla de la vid es una plaga relativamente nueva en Argentina, ingresó desde Chile a través de maquinaria agrícola. Su ciclo de vida presenta varias etapas, pero el mayor daño ocurre en la fase larval, cuando perfora la uva y favorece la proliferación de hongos.
Llevamos cuatro años de ensayos en laboratorio y calculamos que en cinco años más podríamos tener un producto listo para los productores”.
Lucas Resa, investigador del INTA y becario del Conicet
La innovación de esta iniciativa radica en combatir la plaga a través de la interferencia de ARN (RNAi) o silenciamiento génico, es decir que se eligen los genes específicos de la plaga (productores de proteínas indispensables para su vida) y se anulan (una tecnología muy similar a la utilizada en las vacunas contra el Covid 19). Es una respuesta biológica sustentable que produce un efecto letal y sólo ataca a la Lobesia botrana en los diferentes estadios del insecto, sin producir toxicidad para la biodiversidad circundante ni para la población.
“Nosotros elegimos un gen clave para la vida de la larva, como un neurotransmisor o el encargado de sintetizar la quitina del exoesqueleto, y bloqueamos su expresión. Esto impide que la larva se alimente o se desarrolle correctamente, generando un efecto insecticida”, contó Resa.

La técnica en detalle
Los ensayos se están realizando en el Laboratorio de Fitovirología del INTA en Luján de Cuyo, Mendoza, y están enfocados en clonar y secuenciar los transcriptos de genes específicos de Lobesia botrana, candidatos para su uso como genes a silenciar por RNAi; luego se sintetiza el ARN de doble cadena específicos para estos genes y se los inyectan a larvas para analizar la expresión de dichos genes en distintos tejidos de la plaga y en los diferentes estadios del insecto con el objetivo de determinar el efecto letal y/o disruptivo del suministro de RNA de los distintos genes.
Los investigadores informaron que los datos arrojados en la primera ronda de prueba muestran resultados alentadores, ya que algunas de las secuencias establecidas alcanzan más del 50% en mortalidad de larvas y una llega casi al 80%; y a diferencia de los insecticidas tradicionales, esta técnica no afecta a otros insectos benéficos ni genera impacto ambiental, ya que se dirige exclusivamente a genes específicos de la Lobesia botrana.
Fuente: Revista Chacra, por Carina Rodríguez