La reconocida publicación inglesa The Drink Business, que informa sobre novedades y tendencias de la industria global de vino, cerveza y licores y cuenta con 685.000 suscriptores, publicó el 31 de agosto pasado el artículo «Cómo el vino argentino está asegurando un futuro sostenible». En la nota, que aquí replicamos, la periodista especializada Jesica Masson relata el trabajo y las adaptaciones que viene realizando la vitivinicultura argentina en los últimos 20 años en cuanto a sustentabilidad, a los que pone como punto de referencia para el resto del mundo. La autora señala que este proceso virtuoso comenzó cuando Bodegas de Argentina elaboró en 2010 el Protocolo de Autoevaluación de Sostenibilidad Vitivinícola, del que más adelante participaron el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la Universidad Nacional de Cuyo.
«Reconociendo cuán crucial se ha vuelto la sustentabilidad en los últimos 20 años, las bodegas argentinas han realizado numerosas adaptaciones en su forma de trabajar, produciendo vino premium sustentable y estableciendo un punto de referencia para el resto del mundo.
«A medida que la red de comunidades y los proyectos continúan floreciendo, se ve un nuevo amanecer para elevar aún más la sustentabilidad en toda Argentina, con científicos, productores y administradores de viñedos trabajando juntos con la finalidad de generar y compartir conocimientos hacia todos los rincones del sector.
«Allá por el año 2010 se creó la Comisión de Sostenibilidad de Bodegas de Argentina y al año siguiente se comenzó a trabajar con las bodegas para publicar la primera versión del Protocolo de Autoevaluación de Sostenibilidad Vitivinícola de Bodegas de Argentina. A medida que avanzaba el tema, instituciones como el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) se sumaron para contribuir en esta tarea.
«Por estas razones, Argentina se ha convertido en una inspiración para otros países vitivinícolas y un excelente ejemplo de cómo la industria del vino puede apoyar mejor a las personas y al planeta.
Durante la última década, la cantidad de superficie mundial de viñedos con cultivos orgánicos se ha quintuplicado hasta su cifra actual de 467.760 hectáreas, y se espera que aumente. En Argentina, existen hoy 136 bodegas y fincas certificadas como organicas.
«Bodegas Esmeralda fue la primera en obtener esta certificación, y a ella le siguieron 80 bodegas más, lo que demuestra que problemas como el cambio climático, la deforestación, la disminución de los suministros de agua y el agotamiento de los suelos no era algo que la industria vitivinícola argentina quisiera ignorar. El número de unidades productivas (bodegas, fincas) certificadas es ahora de 136 y aún se espera que aumente en los próximos años.
«Las adaptaciones al enfoque ecológico y la implementación en la enología de métodos sustentables, ha llevado a que cada vez más productores, grandes y pequeños, en toda Argentina, elaboren vinos arraigados en una filosofía de conciencia ambiental, excelencia y calidad. Como tal, Mendoza, por ejemplo, es ahora una de las principales regiones orgánicas del mundo. Como muestra de esta realidad, cabe señalar que Bodega Argento, integrante del Grupo Avinea, se ha convertido en el productor orgánico certificado más grande del país y pionero de un movimiento positivo. En 2012, esta bodega inició una importante conversión orgánica y desarrolló estrictos protocolos para reducir sus emisiones de carbono, además de asumir el compromiso de apoyar a las comunidades donde se encuentra ubicada, iniciativa por la cual obtuvo su certificación de Comercio Justo.
«Esta bodega ha desarrollado un portafolio donde el 100% de los vinos tienen credenciales de sustentabilidad y ha desarrollado un plan integral de sustentabilidad para poder dar valor a sus consumidores. ‘Uno de nuestros principales logros es contribuir a que la sustentabilidad sea alcanzable’, dice el líder de sustentabilidad de Grupo Avinea, Andrés Valero.
«Las iniciativas de sustentabilidad se están implementando en toda Argentina. Existe una ética para las mejores prácticas en diferentes escalas y en áreas grandes y pequeñas.
«Ejemplos notables de tal previsión ya se pueden presenciar en la bodega Terrazas de los Andes. Daniela Mezzatesta, gerente de Sustentabilidad y Viñedos de la firma, explica: ‘Yo busco regenerar nuestros suelos. Esto significa mirar los suelos en sí mismos con respecto a la biodiversidad y el agua. El agua es nuestro recurso más escaso’. Mezzatesta señala que con la investigación adecuada y un equipo de apoyo de personas que trabajan juntas, ‘todo es posible’ y enfatiza que ‘el tema de la sostenibilidad es mucho más grande que una bodega o incluso un país’.
«Mezzatesta cree que Argentina se destaca por tener excelentes condiciones climáticas que ayudan a preservar su ecosistema de montaña en la viticultura y que puede combinar su conocimiento científico con la tecnología disponible. Explica: ‘Tener sistemas de riego por goteo nos hace muy concientes de la importancia del agua como recurso natural y trabajamos mucho en su medición y conservación. Menos agua también significa menos malas hierbas que controlar. Argentina también tiene diversidad genética disponible, especialmente con el malbec, que nos ayudará a enfrentar futuros escenarios de cambio climático’.
«Y agrega: ‘Terrazas de los Andes está trabajando actualmente en una serie de proyectos que involucran a alrededor de 20 investigadores orientados a objetivos comunes. Un proyecto consiste en colocar cajas nido en los viñedos para promover la biodiversidad. Ahora, la gente del viñedo también es más conciente de la sostenibilidad».
«Aproximadamente dos tercios de las bodegas de Argentina se clasifican como pequeñas y están a cargo de muy poco personal, y la sostenibilidad es parte integral de su funcionamiento. Por ejemplo, Bodega Noemia en el Alto Valle del Río Negro, región de la Patagonia, recibe muy poca lluvia pero se beneficia de una abundancia de agua gracias al Río Negro y por eso se riega hasta cuatro veces al año por inundaciones que ocurren naturalmente. El viñedo no recibe ningún tipo de tratamiento, pulverizaciones ni sulfitos y está certificado como orgánico.
«En la provincia de Córdoba, Daniela Mansilla Galdeano, ingeniera agrónoma y asesora vitivinícola provincial, cuenta sobre Patente X, un emprendimiento vitivinícola asociativo que inició en 2011. Y detalla que tiene un viñedo de 3,5 hectáreas que fue plantado en 2004 en la localidad de Colonia Caroya, y que cuenta con certificación agroecológica otorgada por la Municipalidad local.
«Según Galdeano, ‘el equipo trabaja de forma sostenible, equilibrando tres aspectos: ambiental, económico y social’. En relación con el medio ambiente, la ingeniera considera fundamental la gestión sostenible del suelo y el agua: ‘Nuestros objetivos en relación con estos aspectos son conseguir la mayor eficiencia posible en el uso del agua así como evitar procesos de erosión del suelo’.
«Otro referente en la elaboración de vinos orgánicos, biodinámicos y sustentables en Mendoza es el grupo Vinodinámicos, conformado por bodegas pequeñas, medianas y grandes que trabajan en conjunto.
«Domaine Bousquet es otra de las bodegas comprometidas con la sustentabilidad, tanto así que recientemente se convirtió en una de las cuatro únicas bodegas en obtener la Certificación Orgánica Regenerativa (ROC por sus siglas en inglés) que adopta los estándares orgánicos USDA como referencia y requiere certificación en tres áreas: salud del suelo y manejo de la tierra, bienestar animal y equidad entre agricultores y trabajadores.
«La copropietaria y directora ejecutiva de Domaine Bousquet, Anne Bousquet, cita el alcance potencial de la Certificación ROC: ‘Los agricultores individuales y las entidades agrícolas que buscan luchar contra el cambio climático y hacer campaña por la justicia social deben ser respetados, pero no pueden mover la aguja por sí mismos. Si vamos a hacer una diferencia significativa, entonces debemos trabajar juntos, y la certificación ROC une efectivamente a todos los sectores de la agricultura’.
«Otro caso a citar es Bodega Trivento, que en 2017 se adhirió al Pacto Global de las Naciones Unidas y, desde entonces, sus acciones se han enfocado en contribuir a los objetivos de desarrollo sostenible para generar un impacto positivo en las personas y el planeta.
«La gerenta de Sustentabilidad de Trivento, María Mercedes Álvarez, explica a su turno: ‘Le damos mucha importancia al desarrollo de las personas y al vínculo con la comunidad. Tenemos un programa llamado Vientos de Oportunidades que tiene como objetivo fomentar una educación de calidad. Uno de los puntos de este plan es dar la posibilidad de culminar los estudios primarios y secundarios dando la posibilidad de a los empleados de asistir menos horas al trabajo’. Gracias a la iniciativa, 96 colaboradores de Trivento han recibido sus diplomas desde que comenzó el plan; además tienen un sistema de becas anuales, que ayuda a niños y jóvenes que necesitan recursos económicos para terminar sus estudios, y que ya lleva otorgadas 50 becas anuales desde 2019.
«Álvarez revela que también están trabajando para lograr objetivos para enfrentar los efectos del cambio climático: ‘El cambio climático es otra preocupación en la que trabajamos intensamente para adelantarnos; Trivento cuida sus recursos y usos hídricos. Medimos la cantidad total de agua que utilizamos en cada proceso, tenemos riego por goteo en todos nuestros viñedos, más de 1660 hectáreas plantadas’.
«Y agrega que «la reducción de gases de efecto invernadero es una de nuestras mayores preocupaciones y una forma de abordarlo fue en 2019 cuando instalamos una planta fotovoltaica, la más importante de la industria vitivinícola en Argentina«. Con estos paneles solares Trivento puede sustituir el 10% del consumo energético de la bodega con energía limpia.
«El camino hacia un futuro más sostenible es largo y, sin embargo, el deseo de adaptarse para mejorar en todos los sentidos y crecer aprendiendo unos de otros se atribuye a la determinación de Argentina para tener éxito. Cada bodega saca a la luz sus investigaciones, sus objetivos y sus propias iniciativas. Grande o pequeño, o geográficamente variado, siempre hay algo nuevo que se puede aprender de los pares de la industria. El trabajo en equipo que inspira no sólo está cambiando la cara del vino argentino, sino también su futuro.
«Recientemente, Wines of Argentina se unió a la Mesa Redonda de Vino Sostenible, una coalición global que trabaja para mejorar la sostenibilidad y crear conciencia sobre sus beneficios para la industria vitivinícola en general. El objetivo es que el colectivo ayude a crear estándares globales de sostenibilidad e incentive a las bodegas a ser más proactivas cuando se trata de considerar la sostenibilidad ambiental, social y económica.
«Argentina está prosperando y avanzando a pasos agigantados hacia un futuro enormemente exitoso, donde el vino sostenible premium es su cometido. Como destacó Mezzatesta de Bodega Terraza de los Andes, elevar el nivel en términos de calidad no proviene sólo de una perspectiva sobre la sostenibilidad, sino de muchas mentes que trabajan juntas para lograr los mejores resultados. Ella observó que es esto lo que está ayudando a forjar un camino que puede inspirar a otros a trabajar en armonía con la tierra y las personas conectadas a ella. Después de todo, explicó: ‘La colaboración es nuestra mayor fortaleza: estamos juntos en esto’.
Fuentes: Bodegas de Argentina y Jesica Masson, de The Drink Business