Un vaso de vino no se le niega a nadie, es la consigna de la antigua Bodega Irache, en la localidad de Ayegui, comunidad de Navarra, España. Allí, desde 1991, los propietarios tienen instalado un manantial donde se dispensan gratuitamente 100 litros diarios del rico vino tinto joven de la casa. Aunque ya es una práctica institucionalizada, los renovados visitantes del mítico Camino de Santiago Apóstol -que une los Pirineos franceses con la ciudad de Santiago de Compostela, en Galicia- no dejan de sorprenderse y disfrutar el regalo en esta parada obligatoria de su peregrinación.
Bajo la influencia arquitectónica del Monasterio de Irache, se construyó en la década de 1990 la nave de crianza de la Bodega Irache. Es un espectacular espacio conformado por imponentes columnas rematadas por arcos de medio punto, que han hecho que algunos entendidos la llamen de «la catedral del vino». Este espacio posee una capacidad para albergar 10.000 barricas, con una amplitud entre pasillos, y una altura de techos impresionantes a la vista.
El Monasterio es el conjunto monumental más grande que tiene la comunidad autónoma española de Navarra y su fundación se remonta al siglo X. Un siglo después, sus habitantes, los monjes benedictinos, elaboraban vinos apreciados por la familia real de Navarra. Por su estratégica ubicación, además esos vinos eran convidados a los peregrinos como cura de sus dolencias o como reconstituyente para continuar el camino.


La historia de la Bodega está intrínsecamente ligada a la del Monasterio y su producción de vino desde años remotos. En 1891 una tradicional familia de la zona continuaría el legado de los monjes, bajo el nombre de “Vinícola Montejurra”, aunque los locales les llamaban “La Bodega de Irache” haciendo referencia a su ubicación, nombre que adoptó oficialmente.
El vino no se le niega nunca al caminante
En 1991, se construye la Fuente del Vino de Bodega Irache, en homenaje al servicio que brindaban los monjes a los peregrinos, un gesto de hospitalidad para quienes pasan caminando por la zona y que funciona todos los días, durante las 24 horas, en forma gratuita.
La fuente tiene dos caños, uno con agua y otro con vino. Es la única que existe en todo el trayecto del Camino de Santiago. Cada día se llena con 100 litros de vino tinto joven, para calmar la sed del peregrino y hacer más llevadero su camino.
Desde la bodega han transmitido que la idea de instalar estos grifos surge como gesto de hospitalidad y porque «el vino no debe negarse nunca al caminante», siendo este un punto que reúne a viajeros de todo el mundo.


La fuente suele estar vigilada por una webcam en directo instalada justo encima de la canilla del vino. Así pueden ver en tiempo real si hay gente sirviéndose, si el vino está fluyendo o si ya se ha acabado. «Y qué bien sienta ese vino con un sandwich en un alto del camino. Gracias por esa fuente, tanto de vino, como de agua», agradecen algunos de los peregrinos que han aprovechado el manantial.
Además, justo al lado de la fuente hay un museo del vino al que también se puede entrar de manera gratuita y donde cualquiera puede aprender sobre los siglos de historia vitivinícola de la región.


Fuentes: El Diario Vasco y Bodegas Irache












