El Ministerio de Desarrollo Agrario de Buenos Aires, en conjunto con agrupaciones de productores olivícolas y emprendedores turísticos y gastronómicos, busca posicionar a la provincia como referente en la producción de aceites, promover el agroturismo y la gastronomía de la región.
Según las últimas cifras disponibles producción olivícola en el sudoeste de Buenos Aires, en 2022 la elaboración de aceite de oliva virgen extra en la región alcanzó el millón de litros anuales, con el mencionado pueblo de General Dorrego aportando casi la mitad de esta cifra. La olivicultura en esta zona está en pleno auge, y todo indica que el futuro es prometedor.
En ese año, un grupo de productores y técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) analizó las condiciones naturales de la zona y concluyó que permiten producir este producto de altísima calidad, lo que está convirtiendo a la mencionada región de la provincia en una importante exponente de este “oro líquido”.
El olivo es una planta rústica que necesita un buen drenaje para prosperar. En la región sudoeste de Buenos Aires, los suelos arenosos y el clima son ideales para su crecimiento, permitiendo obtener aceites con un contenido oleico que supera el 70%, mientras que el promedio nacional es del 55%”.
José Massigoge, investigador del INTA Barrow
Por su parte, el ministro de Desarrollo Agrario del gobierno de Buenos Aires, Javier Rodríguez, manifiesta al respecto: “Recientemente presentamos la estrategia para crear esta ruta, en busca de generar mayor desarrollo económico, integrar entre actividades diversas y aumentar las fuentes de trabajo”. Según el funcionario, esta iniciativa «generará un mayor interés hacia el cultivo de olivos, motivando viajes turísticos y más movimiento, al tiempo que la provincia podrá exhibir su potencial productivo».
De acuerdo a los datos de la Federación Olivícola Argentina (FOA), el principal productor de aceite de oliva virgen extra en Argentina es San Juan, con el 43% de la producción, seguido por La Rioja (28%), Catamarca (15%), Mendoza (10%) y Buenos Aires (2%).
Entre sus metas, la Ruta del Olivo propiciará el desarrollo de eventos y festivales temáticos relacionados con el aceite de oliva, como catas, talleres y visitas guiadas, incentivando la interacción entre productores, turistas y la comunidad local. A su vez, se va a trazar un circuito de visita, es decir, un mapa turístico, aglutinando ofertas de experiencias, que incluirá un sistema de cupones y beneficios para los visitantes.
Además, se impulsará la capacitación y el desarrollo de instalaciones para mejorar la calidad de la producción y comercialización, sumando prácticas sostenibles y tecnológicas.
Las características de la región
Las características del suelo y el clima en el sudoeste bonaerense permiten desarrollar productos de oliva con propiedades químicas y organolépticas distintivas. En los últimos años se generó un crecimiento sostenido en la superficie cultivada, que implicó diversificación productiva y el uso de tecnología especializada.
Argentina es la principal productora y exportadora de aceite de oliva en América del Sur, con una producción de 40.000 toneladas anuales.
Las conclusiones de los técnicos del INTA fueron irrefutables: las características climáticas, en especial de Coronel Dorrego, son óptimas para la plantación de este cultivo: los suelos arenosos con buen drenaje, el clima frío del invierno y la cercanía al mar crean el entorno perfecto para los olivos. Estos factores, junto con la amplitud térmica de la región, favorecen una maduración lenta del fruto, resultando en aceites con altos índices de fenoles y ácido oleico.
Así, el territorio tiene casi 50 explotaciones olivícolas, que abarcan unas 2.500 hectáreas y albergan 350.000 plantas. La producción anual estimada supera el millón de litros de aceite de oliva, y parte de la producción es enviada a la región de Cuyo, para elaborar blends de varietales con los aceites cuyanos.
En cuanto a la actividad, en la zona se utilizan dos sistemas productivos diferentes. Por un lado, está el que usan los productores de menor escala, más artesanal, con marcos de plantación amplios, inspirado en el modelo tradicional europeo. Por el otro, está el mecanismo superintensivo mecanizado, usado para maximizar la eficiencia, que requiere mayores inversiones iniciales.
La migración de productores hacia la agricultura orgánica, libre de agroquímicos, está en aumento como estrategia para acceder a mercados internacionales. En este contexto, se busca fomentar la integración de ambos modelos productivos, promoviendo un entorno de coexistencia.
Fuentes: Página 12 e Infobae