La tradición de comer 12 uvas justo a medianoche del último día del año para tener «suerte» o éxito en los proyectos del año siguiente nació en España y se extendió al mundo, en especial a los países vitivinícolas como Italia, Francia, Argentina y Estados Unidos. Y para ello, en la latitud de nuestra Mendoza, en estos días podemos buscar esas uvas que ya están pintonas en un parral o una viña, no todavía en los canastos del verdulero del barrio. Así que además de cosecharlas y tenerlas en la heladera -y si son un familión, varios racimos- acá te contamos de dónde viene esta historia.
En muchos países y culturas se realizan ritos o actos tradicionales para cerrar un año y empezar el siguiente con nuevo ánimo. En España y otros países vitivinícolas existe una tradición que celebramos al final del 31 de diciembre: comer 12 uvas justo a medianoche.
Aunque esta tradición se ha extendido a muchos puntos del mapa, la costumbre findeañera de arrancar el año tomando 12 uvas al son de las campanadas comenzó en España. Según la tradición, cada uva representa un deseo para cada uno de los meses del próximo año y también despide el año que termina con las 12 campanadas en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol de Madrid.
Dentro de las curiosas tradiciones similares en otros países de Europa, encontramos que los daneses rompen platos o los italianos comen lentejas. Aunque la tradición de las uvas arrancó en España, es una costumbre que se ha extendido a lugares como Portugal o Argentina, aunque no de manera mayoritaria.
Las uvas de la suerte
Existen diferentes explicaciones para esta tradición. Una de las teorías que acompañan nuestras uvas findeañeras se remonta a los orígenes de esta costumbre, en 1909. Ese año hubo muy buena cosecha de uva y los productores decidieron dar más salida al producto vendiéndola como “uvas de la suerte” en paquetes preparados de 12 uvas, simbolizando los 12 meses del año. A lo largo de los años, la tradición se ha ido puliendo. Hoy día mucha gente dice que las uvas simbolizan la abundancia y cada vez que se come una hay que pedir un deseo. En total, 12 deseos.
Ya en España en 1882, los periódicos recogían menciones de esta tradición, por lo que es probable que el excedente de uvas de 1909 solo fuera un empujón más a una tradición que ya se gestaba. Esto nos lleva a la otra teoría, que afirma que todo comenzó en 1882, época en la que la clase burguesa solía beber champán y comer uvas durante la cena de Nochevieja. Un grupo de madrileños de la clase populatr decidió ironizar esta tradición reuniéndose en la Puerta del Sol para comer uvas acompañados del sonido de las campanadas. Esta acción de rebeldía por la distinción de clases de cara a la Navidad llevó a los jóvenes a reunirse para comer uvas, como burla de la costumbre aristócrata.
Entre los archivos de hemeroteca, el 2 de enero de 1894, el diario español El Siglo Futuro incluyó un artículo titulado «Las uvas bienhechoras», donde se hablaba de esta costumbre. El mismo día, en el Correo Militar se podía leer: «La imperecedera costumbre de comer las uvas al oír sonar la primera campanada de las doce, tenía reunidas en fraternal coloquio a infinidad de familias, y todos a coro gritaron: ¡Un año más!».
Según las publicaciones de entonces, la tradición provocó tanto interés que, ya en 1903, las uvas también se comían en Tenerife, según el diario La opinión de Tenerife, y poco a poco se fue ampliando al resto de España. La prensa de 1907 se quejó de que comer uvas se hubiera arraigado tanto en la sociedad cuando la clase más baja la se burlaba de ello los primeros años.
¿Por qué uvas?
La uva es un fruto que tradicionalmente se ha asociado a la buena suerte y a la positividad o la espiritualidad, por lo que colocar 12 uvas para comer a la entrada del año era un símbolo de buena suerte justo en ese momento. Además, se trataba de una fruta barata de la que a menudo había excedente en los cultivos.
Además de las uvas en España, otros países también cuentan con tradiciones relacionadas con alimentos típicos. A la entrada del año en Grecia, por ejemplo, se cocina en un gran pastel donde colocan una moneda de oro o plata que llenará de suerte el futuro de quién la encuentre en su plato. En Italia es tradición comer un plato de lentejas estofadas tras las campanadas para atraer la fortuna.
Fuente: National Geographic