Luego de 14 años produciendo plantas de vid a pie franco e injertadas de manera sostenible, el Vivero San Nicolás Vid, establecido en Junín, Mendoza, logró el 30 de mayo último el certificado internacional de Global GAP, que garantiza la calidad y sustentabilidad de sus prácticas agroecológicas, asegurando así la inocuidad de sus productos, la trazabilidad, el cuidado del medio ambiente y el bienestar del trabajador. Al mismo tiempo y por las mismas normas de excelencia, la empresa se hizo acreedora de la etiqueta GGN, que certifica para el consumidor la transparencia y la producción responsable.
En el año 2020, Vivero San Nicolás Vid comenzó con un proceso de capacitación y mejoras estructurales con la finalidad de certificar las normas internacionales Global GAP (siglas en inglés de Good Agricultural Practices), cuyo cumplimiento implica la producción de barbechos de manera sostenible, con garantías de calidad, mientras se protege el medio ambiente y el bienestar de las personas involucradas en la producción.
Esta certificación cubre: inocuidad alimentaria y trazabilidad, medio ambiente (incluyendo biodiversidad), salud, seguridad y bienestar del trabajador, el bienestar animal. Incluye el Manejo Integrado del Cultivo (MIC), Manejo Integrado de Plagas (MIP), Sistemas de Gestión de Calidad (SGC) y Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP). Todos estos puntos constituyen la base de la etiqueta GGN, que garantiza al consumidor la transparencia y la producción responsable certificada.
La etiqueta GGN, que puede encontrarse tanto en los productos en envases cerrados como en los productos sueltos a granel, tiene la finalidad de ofrecer a los consumidores una garantía y una orientación coherentes y relevantes que le sirvan de ayuda a la hora de hacer la compra. Y esto lo hace confirmando que los productos se han producido en consonancia con unas prácticas agropecuarias certificadas y responsables que cubren la inocuidad alimentaria, la protección medioambiental, el bienestar animal, la responsabilidad social y la transparencia de la cadena de suministro.
Después de un largo y exigente proceso de capacitación y cambios estructurales, el 9 de mayo pasado, finalmente la auditoría de Global GAP resultó positiva, formalizando la certificación, que además es la primera en América para viveros de vid, resultando un plus para sus socios Víctor Barroso y Fernando López.
Según contó Fernando López, ingeniero agrónomo y socio fundador de Vivero San Nicolás Vid, «fue un orgullo y una sorpresa haber sido los primeros en Latinoamérica». Respecto de la decisión de sumarse a este protocolo, López indicó que «desde hace tiempo el mercado vitivinícola argentino esta exigiendo cada vez más calidad en sus productos, en sus plantas de vid, y con este protocolo nosotros podemos trazar el producto de inicio a fin para responder a esta demanda. La idea es tratar de mejorar y desarrollar un mejor producto.»
«Hoy, gracias a este protocolo, tenemos un proceso perfectamente definido; además nosotros venimos haciendo mucho de gestión de proyectos, lo que nos ha ayudado a enlazar con lo que es Global GAP. No creo que inicialmente, en la parte comercial, se vean los resultados, pero calculo que con el tiempo sí redituará… Ahora lo importante es haber logrado un proceso de sustentabilidad de principio a fin y la inocuidad del producto… Hemos mejorado, hemos entendido cómo mejorar y hemos establecido normas que no estaban definidas en nuestro proceso y que nos permitieron trabajar ordenadamente, conocernos mejor entre los compañeros de trabajo, perfeccionar y armar nuevos equipos», agregó López.
El camino no fue fácil, según aseguraron desde el Vivero, porque debieron hacer reformas estructurales tanto en campo como en las salas de producción, tareas que les demandaron más de un año; al mismo tiempo, comenzaron con el aprendizaje de los protocolos, los puntos de control y el «check list que ya sabemos de memoria«, comentaron. El Vivero ya venía trabajando con algunos de esos puntos; «trazabilidad, sustentabilidad, inocuidad, son cosas que nosotros manejábamos desde hace un tiempo«, contó López.
Finalmente, es ingeniero López comentó: «Hay una parte importante de obras, de infraestructura, que merecía la certificación, fue un trabajo arduo, que nos llevó a tomarnos un poco más de tiempo, pero hubo desde el principio un plan de inversiones que se cumplió.»
La inversión realizada por Vivero San Nicolás en obras de infraestructura fue destinada, entre otras cosas, a piletas de biorremediación, depósito y contención de fertilizantes líquidos, depósito y contención para combustibles, sistemas de contención de efluentes, cámaras de forzadura, galpón general, talleres de mantenimiento, sector de carga y descarga, naves de selección, maquinaria de injertación, oficina comercial y de administración, comedores y cocinas para personal, instalaciones sanitarias, instalaciones de seguridad laboral y cartelería específica.
Según el ingeniero agrónomo e instructor registrado de Global GAP, Gerardo Ontanilla, que acompañó en el proceso de certificación al Vivero, «el componente de mejoras estructurales fue muy importante, porque se hicieron obras desde cero, tanto en el campo como en el área de taller de injertación, y después fue empezar a formar un equipo de trabajo con los responsables de cada sector, integrarlos, enseñarles los procedimientos específicos que les tocaban a cada uno en particular y los generales. Hubo una etapa de sensibilización, luego de profundización del desarrollo de procedimientos, capacitaciones, evaluaciones. Tuvimos un programa sistematizado de encuentros en los que analizábamos cada uno de los puntos a desarrollar, todas las personas se involucraron en todos los puntos del procedimiento tanto los que les correspondía en forma directa como en forma indirecta, así se logró que el equipo tenga una visión holística de todo el protocolo y ese fue el gran desafío, entusiasmarlos y motivarlos».
«Esta base sólida que se creó con el equipo esta permitiendo avanzar con algunos otros protocolos que tienen que ver con el triple impacto, desde el vivero se busca una mejor a continua», finalizó Ontanilla.
Las exigencias de calidad, sustentabilidad y trazabilidad de la industria vitivinícola son cada vez mayores, a partir de esta certificación los productos del vivero permitirán a las bodegas contar con más de 60 variedades de plantas de vid injertadas y a pie franco, para consumo en fresco, mercado de pasas y para vinificación, certificadas libres de virus y ahora con el cumplimiento de los protocolos de Global GAP.
Sobre Global GAP
A finales de la década del 90, el sector minorista británico conjuntamente con los supermercados en Europa continental comenzaron a tomar conciencia de las inquietudes crecientes en torno a la inocuidad de los alimentos, el impacto ambiental y la salud, la seguridad y el bienestar de los trabajadores y de los animales. Por este motivo armonizaron sus normas y procedimientos y desarrollaron un sistema de certificación independiente para las Buenas Prácticas Agrícolas (GAP, por sus siglas en inglés).
Así nacieron las normas EurepGAP, ayudando a los productores a cumplir con los criterios aceptados en toda Europa en lo relativo a la inocuidad alimentaria, los métodos de producción sostenible, el bienestar de los trabajadores y de los animales, el uso responsable del agua, los alimentos para animales y los materiales de reproducción vegetal. La armonización en la certificación también significó un mayor ahorro para los productores, ya que no tenían que someterse todos los años a diferentes auditorías con diferentes criterios.
Durante los siguientes diez años el proceso se extendió por todo el continente y más allá. Bajo el impulso de la globalización, un número creciente de productores y minoristas de todas partes del mundo se unieron a la iniciativa, y la organización europea cobró importancia global.
Con el fin de reflejar su alcance global y convertirse en una norma líder de Buenas Prácticas Agrícolas a nivel internacional, en 2007 EurepGAP cambió su nombre a Global GAP.