Siempre tuvieron «onda», pero recién en los últimos años estudios médicos, sociológicos y estadísticos han demostrado la interrelación entre música y vino, el llamado maridaje sonoro.
Esta inspiradora pareja puede haber tenido chispazos y desencuentros, pero nunca dejaron de ir de la mano. ¿Quién no acompañó un buen vino con su tema musical favorito, al tiempo que dejaba volar la imaginación hacia el país del romanticismo? ¿Quién, en idéntico sentido, no destapó su botella bajo los efluvios de la canción que evoca a la persona deseada? Ida y vuelta. Melodías y sabores. Y viceversa. Unión con larga vida.
Pero ahora se conoce que la música no sólo abraza con pasión al vino sino que también influye en la percepción de su sabor. Una investigación reciente -ya famosa y de referencia para divulgadores, sommeliers y elaboradores- confirmó científicamente que las armonías pueden hacer cambiar el impacto del vino en el paladar. Hablamos del informe realizado por la Universidad Heriot Watt de Edimburgo, Escocia, liderado por el psicólogo y docente Adrian North, junto al reconocido enólogo chileno Aurelio Montes.
Las conclusiones del estudio, que aquí detallaremos, se corresponden con la teoría cognitiva que establece que la música estimula áreas específicas del cerebro. Somos seres asociadores y nos encanta asociar melodías con momentos y fusionarlos con otras percepciones. Entonces, ¿por qué no hacerlo con el vino?
Los investigadores basaron el estudio en varias pruebas. Una de ellas consistió en seleccionar a 250 estudiantes universitarios, a los que les dio a catar diferentes vinos, tintos y blancos, durante 5 minutos. Durante la prueba los participantes experimentaban cambios en la percepción organoléptica, dependiendo de la música que estaban escuchando mientras bebían.
Por ejemplo, el sabor del Cabernet Sauvignon se potencia con música grave y poderosa, mientras que el Chardonnay resalta su perfil acompañado de sonidos refrescantes y alegres. Por ejemplo, cuando se oye una pieza musical de gran fuerza, como puede ser la famosa cantata medieval Carmina Burana, un vino como el Cabernet Sauvignon se percibe un 60% más potente, rico y robusto al paladar.
Otra de las pruebas se desarrolló en varios supermercados europeos, asociando músicas regionales con distintos tipos de vino. Así, se demostró que los clientes eran cinco veces más proclives a comprar vino francés cuando escuchaban entre las góndolas música ambiental gala, con acordeones, que cuando escuchaban otras músicas o directamente no había música.
Si bien es muy difícil clasificar y emparejar en forma exitosa vino y música, ya que los gustos suelen ser muy subjetivos, la mayoría de los amantes del vino coincide en que el entorno donde se produce su degustación influye decisivamente en su apreciación. Y también funciona a la inversa: un buen vino puede lograr que la música que suena nos parezca mejor. Los estudios concluyeron que la cepa Cabernet Sauvignon es la variedad más idónea para escuchar rock, para la ópera puede ser más interesante un vino de la variedad Syrah mientras que el Chardonnay resalta con sonidos “refrescantes y alegres”.
En general, el vino aparece asociado a la música clásica, pero el estudio y la experiencia demuestran que también varios otros géneros musicales se abrazan con provecho a la percepción del sabor.
Así, los participantes de la investigación de North mencionan obras como la ya citada Carmina Burana, en la versión de Carl Orff; la obertura de Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni, fragmentos de La Bohéme y Tosca, ambas de Giacomo Puccini y La flauta mágica de Wolfang Amadeus Mozart. Y lo que decíamos: música moderna con temas dedicados al vino como “Blood red wine” de The Rolling Stones; “Old red wine”, de The Who; algún tema de glam rock de John Bon Jovi; reggae de Bob Marley y el gran éxito “Red, red wine” de la banda inglesa multiétnica UB40.
Algunas de las sugerencias puntuales que propone este informe en relación a los distintos tipos de vino son las siguientes:
- El mejor acompañamiento de un Cabernet Sauvignon es la música fuerte y poderosa. El estudio concluye que este tipo de música hace que percibamos el vino un 60% más potente, rico y robusto que cuando no haymúsica en el ambiente. Algunas de las sugerencias para acompañar a este tipo de vino, son canciones de los grandes del Rock como Jimi Hendrix, The Rolling Stones o The Who.
- Para degustar un Merlot, la mejor opción es recurrir a melodías de soul, rhythm & blues y composiciones acústicas de estos géneros con acompañamiento de guitarra.
- Para un buen Chardonnay, quedan mejor los ritmos refrescantes y alegres que nos traen algunas canciones con toques dance o disco, por ejemplo de Madonna.
- Para los que elijan un sabroso Syrah, lo más recomendable es dejarse llevar por melodías de música clásica y canciones como Nessun Dorma de Puccini, o por bandas sonoras tan potentes como la de Carrozas de fuego, de Vangelis, que pueden escuchar desde el video adjunto.
No pueden quedar fuera de estas sugerencias algunas canciones en español de autores que homenajean al vino,y que cada uno sabrá combinar con sus vinos preferidos: “Tus cartas son un vino”, de Joan Manuel Serrat; “Vino griego”, de José Vélez; “La copa rota” de Los Rodríguez y “Champagne”, de Peppino di Capri”. Y por supuesto, clásicos del folclore argentino como “Volver en vino”, de Horacio Guarany.
Para concluir con este panorama sobre el maridaje entre música y vino, reproduciremos parte de un artículo de la médica y editora del blog lanocheenvino.com, que resume cómo la música desencadena otros procesos biológicos y psicológicos en nuestra mente:
“Desde mis conocimientos de medicina estoy en condiciones de afirmar que la música efectivamente impacta en el cerebro a través del sistema nervioso autónomo esquivando el conciente del cerebro. Estudios en ratones expuestos a distintos tipos de música mostraron que también en esos animalitos se generan diferentes reacciones y conductas… Además se han realizado estudios mediante la técnica TEP (tomografía de emisión de positrones) y resonancias magnéticas especiales en cerebros de niños mientras escuchaban distintos tipos de música. Al escanear a los participantes se comprobó que la armonía, la melodía y el ritmo tienen diferentes patrones de actividad cerebral”.
“Los resultados que han conseguido los científicos permiten contar con fuertes evidencias neurobiológicas de que se activan zonas específicas del cerebro cuando escuchamos música. En concreto, otras redes neuronales más evolucionadas y complejas, como las que corresponden a las áreas sensorial, emocional y ejecutiva, las que también participan en la respuesta emocional que tenemos al oir una determinada canción. En conclusión: La música influye en todos los aspectos de nuestra vida, afecta a nuestras emociones, nos hace sentir de una manera u otra, nos causa motivación, nos estimula, nos mantiene tranquilos. En definitiva, no elegimos el mismo tipo de música cuando estamos tristes o cuando queremos relajarnos.
Nuestras emociones incide también en la elección de un vino para cada ocasión. La música afecta a nuestro estado de ánimo y ese estado nos hace elegir un determinado tipo de vino o percibirlo diferente…”.
Clikeá en enlace al documento original de North: http://www.wineanorak.com/musicandwine.pdf
Fuentes: Universidad Heriot Watt de Edimburgo, Escocia y lanocheenvino.com