El maestro de los enólogos mendocinos vuelve a Enolife con sus pensamientos acerca del vino y sus placeres. Experto en amistad, Don Ángel reparte sabiduría en forma de máximas y consejos, cada uno de los cuales bien podrían encuadrarse para recordar todos los días el necesario buen vivir y presidir la mesa de las reuniones familiares.
“El vino humedece el alma y adormece nuestras penas” (Sócrates, 470-399 aC).
El buen vino es filosofía líquida, con él no bebemos la geología del viñedo sino el amor, pasión y compromiso del viticultor. Extrañar seres queridos, amigos y buenos vinos es el costo que tienen los buenos momentos. Aquí les comparto una serie de pensamientos adquiridos en los caminos del tiempo sobre esta bebida ancestral que fue divinidad, alimento y hoy entretenimiento social de la humanidad.
Los sabores del roble en el vino (vainilla, coco, caramelo, chocolate, café, cacao) exaltan la sensualidad, la cachondez y la energía mental de los consumidores. Menos terroirs y más felicidad».
Debemos intentar vinos que el consumidor descubra, adquiera, personalice, guste, comparta y recomiende. El vino debe adaptarse a la inmediatez de los gustos».
Las burbujas producen emociones positivas. Invitan a alejarse del «yo, yo y yo» y abrir la entrega del «tú, tú y tú!» Eso es la felicidad».
El mejor vino es el que más gusta, no el que tiene más puntajes o premios«.
El buen vino, primero es uva. El enólogo que no visita viñedos antes de la vendimia se transforma en pintor ciego”.

Debemos lograr una viticultura y enología limpia, para que el buen vino refleje en forma nítida y sincera la belleza del paisaje y la personalidad de la familia que lo elabora”.
La crianza de grandes vinos es una artesanía que requiere amor, disciplina y pasión. Es la cultura de pequeños grandes detalles. Criar un vino es como criar un hijo».
La simplicidad reflexiva es la mejor guía para los grandes vinos».
La felicidad es decidir ser feliz. ¡Qué feliz me pone descorchar una botella de buen vino para compartir con seres queridos y amigos».
Los buenos vinos son paisajes embotellados, son historia, tradición, territorio. A veces bebemos los sueños de personas apasionadas de su viña y su vino».

Qué bueno beber el vino con los ojos cerrados para imaginar el paisaje, el viñedo, el tiempo y la gente que le dá origen».
El vino es un mundo maravilloso de sensaciones. Encierra emociones, misterio, refinamiento, distinción, encanto, alegría y sorpresa».
Se elabora desde la antigüedad para gozar y divertirse con él. Fue un dios, un alimento y hoy un entretenimiento social».
Nadie en el mundo sabe todo en materia de vinos. No seamos conformistas y vayamos por más».
Para disfrutar un vino no se necesita saber. Se necesita querer».

Cuando una copa de vino invita a una segunda, el vino es muy bueno e inolvidable».
Bebido con inteligencia, el vino lubrica la conversación, despierta la ternura, las sonrisas y el amor«.
Experimentar con vinos y comidas es divertido y fascinante. La anarquía y el gusto personal suelen ser la base del placer«.
El vino es el mejor embajador de nuestras tierras, historias y costumbres».
La mayoría de los vinos contemporáneos son muy buenos. No hay mejores, hay diferentes«.











