En 1867 se encontró en Alemania, cerca de Speyer, dentro de la tumba de un noble romano del Siglo IV 10 vasos y 6 botellas de vidrio, de las cuales una sola contenía líquido. Se la conoció a partir de allí como la «botella de vino de Speyer», fechada entre los años 325 y 350 de nuestra era, la más antigua del mundo. Hoy está expuesta en el Museo Histórico del Palatinado de esa localidad. El recipiente contiene 1,5 litros de un líquido color amarillo verdoso de cuyo análisis se desprende que era vino, quizás mezclado con algunas hierbas y un agregado de aceite de oliva espeso para conservarlo. Desde el año 2018, investigadores y científicos se están planteando si abrir o no la botella, porque no se sabe cómo reaccionaría el líquido al ser expuesto al aire y, por otro lado, perdería valor histórico. Además, hay que encontrar un valiente que se anime hacer su análisis sensorial.
En la actualidad numerosas empresas, bodegas y centros de investigación del mundo invierten millones de dólares para perfeccionar cada vez más las características organolépticas del vino, desde el suelo hasta el tapón, del terroir a la copa.
No sería el caso de la botella de vino más antigua del mundo, cuyo litro y medio de líquido se ha conservado durante 1.700 años gracias al contenido de una gran proporción de aceite de oliva espeso que preserva el vino del aire y a un sello de cera caliente que utilizaban los romanos en sus años dorados.
Esta botella, bautizada «Römische Wein von Speyer» (vino romano de Speyer), o vino de Speyer, fue encontrada en el año 1867 en lo que hoy es la región de Renania-Palatinado en Alemania, cerca de Speyer, uno de los asentamientos más antiguos de la zona, en una tumba con dos sarcófagos de piedra que contenían un cuerpo masculino, identificado como un noble romano, y otro femenino cuya identidad no pudo establecerse. Junto al hombre se hallaron 6 botellas, de las cuales sólo una contenía líquido, y la mujer había sido sepultada con 10 vasos de vino, que datan del año 325 dC. Desde su descubrimiento ha sido expuesto en la sección Museo del Vino en el Museo Histórico del Palatinado de Speyer.
La botella tiene una apariencia de ánfora con unas pequeñas asas que adoptan la forma de delfines y es de vidrio de un color amarillo verdoso. Se dice que durante la Primera Guerra Mundial fue analizado por químicos alemanes que concluyeron que su contenido era vino, pero que podría resultar venenoso, luego nunca más se abrió y desde 2018 un grupo de científicos está evaluando la posibilidad de abrirla y realizar un análisis.
¿Qué debería decir la etiqueta de la botella de vino Speyer?
Ni varietal, ni procedencia, y mucho menos un QR, esta particular botella, que por supuesto no tenía etiqueta, contenía vino, hierbas, aceite de oliva y un tapón de cera.
Mientras que los científicos han considerado acceder al líquido para analizar más a fondo el contenido, la botella no se abre desde hace un siglo. Según el responsable del departamento de conservación del museo, Ludger Tekampe, si bien no se ha visto ninguna variación en la botella en los últimos 25 años, no están del todo seguros de si el líquido que contiene la botella podría soportar el impacto del aire al momento del descorche.
Por su parte, la líder de esta investigación, la enóloga Monika Christmann, de la Universidad Hochschule de Geisenheim y miembro de la delegación alemana ante la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV), entidad de la que fue presidenta, explicó que debido a su sellado y conservación «microbiológicamente, probablemente no esté estropeado, pero de ningún modo será agradable al paladar».
Fuentes: www.dw.com y labrujulaverde.com