En una entrevista de Radio Jornada de Mendoza, el historiador y escritor mendocino especializado en temas vitivinícolas explicó las causas de la crisis que atraviesa la industria en el contexto local e internacional. Para Lacoste, a nivel global una de las razones de esa difícil situación es que ciertos sectores de la industria agroalimentaria «arrinconan» al vino, impulsando normativas de criminalización del consumo.
El historiador y escritor mendocino Pablo Lacoste habló con los periodistas del programa «Tenés que saberlo», por Radio Jornada 91.9, acerca de la difícil realidad que atraviesa la industria vitivinícola y sobre las estrategias que él considera podrían reconvertir positivamente al secto. Sin embargo, advirtió: «Las causas principales de la crisis están fuera del alcance de los actores locales».
El historiador señaló al fenómeno de la sustitución de importaciones de China como uno de los factores determinantes: «China creó un poder comprador, un flujo, una tonificación y un estímulo para la producción vitivinícola de todos los grandes productores del mundo. Pero reconvirtieron su economía y ya tienen más de 500 mil hectáreas de viñedos produciendo, que es más que Argentina, Chile y Australia juntos».
La industria argentina tenía un músculo productivo para exportar vino por U$S 1.000 millones, pero en 2023 sólo exportó por U$S 230 millones, y hay un sobrante gigantesco dentro del país que presiona los precios a la baja».
Pablo Lacoste, historiador y escritor especializado en vitivinicultura
Lacoste añadió: «Una enorme cantidad de barcos cargados de vino empiezan a deambular buscando otro mercado donde dejar algo de esa sobrecarga y se pelean por ver quién puede vender un poquito, pero la mayor parte la traen de vuelta. La industria argentina, que tenía un músculo productivo para exportar mil millones de dólares, el año pasado solo exportó 230 millones y hay un sobrante gigantesco que está dentro de la Argentina y que presiona los precios a la baja».
Por otra parte, señaló que las bodegas compran menos uva y a un precio menor, ya que se mantienen los precios del año pasado con un aumento simbólico y la inflación llega a 200% anual. Para ejemplificar, mencionó un caso específico de Mendoza: «Si recorrés la ruta 60, hay viñedos siendo abandonados, los parrales descuidados. Es el paso previo a arrancarlos».
Frente a la caída del consumo de vino a nivel internacional, el historiador considero que la bebida va siendo arrinconanda por una alianza en su contra de otras bebidas e intereses de la industria agroalimentaria, sumado a normativas de criminalización del consumo de vino: «A una persona responsable que toma una copa de vino le corre la misma condena que a un irresponsable que en una fiesta electrónica toma 5 tragos de destilados. Todo eso hace que vayamos acorralando al vino y la cultura vitivinícola está sufriendo mucho, igual que la de San Juan».
Ante este panorama, Lacoste ejemplificó como una estrategia ejemplar para enfrentar la crisis a una iniciativa de la zona Este de Mendoza, en donde, de forma conjunta, diversos sectores intentan trabajar en busca de mejor horizonte: «La industria estaba focalizada en elaborar vino y venderlo a los distribuidores. En este escenario nuevo, se van creando las condiciones para que la industria abra los ojos, busque a un compañero bien ubicado y le abra el juego. Estamos en un escenario en donde la industria busque alianzas estratégicas con la gastronomía y el arte. Una propuesta de enoturismo receptivo tiene que tener el vino, el maridaje con la comida y una propuesta artística interesante, que es lo que le da brillo a todo».
El historiador detalló que ya son 100 las empresas que se están movilizando en ese sentido, y que se sumó al plan el sector educativo, con los institutos de educación superior: «Uno de los proyectos va a ser el gran libro de oro de la enogastronomía de la zona este, en el cual van a participar gastrónomos experimentados, institutos de educación superior, restaurantes, hoteles, con el apoyo de la industria, y entre todos vamos a recoger cómo es la comida de la zona Este, esas recetas que trajeron los españoles y los tanos que se instalaron y cómo se fueron adaptando a la disponibilidad de los productos locales, la tradición de las conservas, con algunos elementos de tradición huarpe. Todo eso formó un mestizaje cultural y armó una forma específica de entender la gastronomía».
Acerca de las tendencias de consumo en las generaciones más jóvenes, Lacoste señaló que comparten valores referidos a lo natural y a todo aquello que se aleje de la industrialización: «Desconfían de la industria alimentaria, tratan de volver a lo natural, valoran lo auténtico. Nosotros propiciamos recuperar el valor de lo auténtico. Esta generación cuestiona esa hipocresía de las industrias agroalimentarias que han tenido la tendencia de imponer muchos productos artificiales que se imponen en el mercado a través de la publicidad masiva para la cultura de masas. Ellos quieren experimentar, ver cosas distintas».
A los más jóvenes les atraen los alimentos naturales y locales, buscan restaurantes donde sientan la sensación de comer algo natural, con menos huella de carbono… Ellos adhieren a esos valores».
Pablo Lacoste
Lacoste resaltó: «En un restaurante en donde ningún producto que llega al plato viajando más de 100 kms, a los millennials los atrae mucho, les da la sensación que estan comiendo algo natural que tiene menos impacto en la huella de carbono y en el calentamiento global y ellos adhieren a esos valores. Ya no son militantes fanáticos, como pasó en los últimos 100 años, de la industria como la puerta de ingreso al futuro y el desarrollo. Las nuevas generaciones son críticas a esa sobreindustrialización y es lo que se está proponiendo en esta movida»
Lacoste calificó a la Fiesta Nacional de la Vendimia como «maravillosa» y «la gran obra de creación que ha hecho Mendoza para la cultura universal». «Es cultura -ponderó-, es identidad; un espectáculo antropológico que tiene un desarrollo y un espesor tremendamente poderoso. Es lo opuesto a la cultura de masas, que es estandarizada, lo mismo en todas partes en donde hay una industria tratando de instalar una imagen a través de los medios, manipulando la conciencia. Es una fiesta maravillosa en donde se pone en valor a todos, desde la industria del vino, el legado de los pueblos huarpes, el aporte de los inmigrantes, es un modelo a seguir, un tesoro que se va renovando».
A la vez, el historiador rescató la significación sociológica de la Fiesta: «Hay miles de jóvenes que en vez de estar en la calle están cultivando la danza contemporánea, la danza folclórica, la danza clásica, en academias municipales que hay creadas en toda la provincia y en todos los departamentos y el sueño de esos muchachitos es algún día bailar en la central: se esfuerzan por estar en una distrital, luego en una departamental y, como un jugador de fútbol que espera que lo llamen de la Selección Nacional, esos chicos esperan que les toque ir a la central alguna vez. Eso no existe en ninguna parte. Ninguna otra provincia tiene ninguna fiesta que le llegue a los talones».
Fuentes: Radio Jornada y El Memo Diario