Con el cambio climático las sucesivas cosechas en la Argentina serán cada vez más distintivas y diferenciadas y, al mismo tiempo, el gran desafío en la viticultura será el manejo de la enología de terroir. Así lo asegura el director de Viñedos del Grupo Peñaflor, Marcelo Belmonte, en esta entrevista que le realizó la periodista, docente, sommelier y premiada escritora sobre vinos Mariana Gil Juncal, quien tuvo la gentileza de compartir con Enolife su trabajo.
Mariana Gil Juncal
En un encuentro con la prensa, Marcelo Belmonte, jefe de Viticultura de las bodegas del grupo Peñaflor -una de las empresas líderes de Argentina, que actualmente cuenta con 3.400 hectáreas productivas y bodegas en 5 provincias argentinas-, habló sobre los desafíos más grandes para esta industria en nuestro país.
Hace décadas, el reto más grande de la viticultura argentina era contar con información precisa que ayudase en la toma de decisiones. Con toda la revolución tecnológica de los últimos años, la realidad cambió de forma rotunda, y actualmente el desafío más importante ya no se centra en la obtención de datos sino en su análisis, administración e interpretación.
«Actualmente estamos trabajando en los análisis de los componentes principales de cada vendimia, para agrupar estadísticamente las cosechas que se han comportado en forma similar, analizando temperaturas, precipitaciones y productividad», informó Belmonte, y agregó que si bien tienen mucha consistencia en la producción y calidad de sus productos «tenemos diferencias en las añadas», dijo.
La vendimia 2021 -señaló Belmonte- fue una vendimia más fría que la 2020, que se caracterizó por ser «bastante calurosa, de baja producción, muy corta y concentrada». Sin embargo, agregó que «la primavera del reciente ciclo productivo fue calurosa, lo que nos permitió un desarrollo vegetativo óptimo en los viñedos, con un crecimiento rápido de la canopia, lo cual es muy bueno porque es lo que definirá a futuro una buena madurez de las uvas. Y a partir de ahí comenzó un descenso de temperaturas máximas y mínimas que hicieron que todo el proceso de madurez desde el envero hacia adelante fuese una vendimia fría, lo cual es muy interesante desde el punto de vista cualitativo y definirá fuertemente el estilo de vinos que tendremos: serán más frescos, con menores graduaciones alcohólicas y más elegantes».
Estamos trabajando en una nueva forma de clasificar las vendimias, que no sea exclusivamente por el eje climático, sino que sea una combinación con los niveles de productividad, ya que ambos factores juegan un rol clave en el perfil de los vinos».
Marcelo Belmonte, director de Viñedos del Grupo Peñaflor
Entre otras novedades, Belmonte relató que el grupo Peñaflor actualmente está desarrollando un método para la obtención de pronósticos de cosecha que incluye conteos de racimos, con muestras de todas las viñas productivas que tienen en las distintas regiones del país. «Estamos trabajando en una forma nueva de poder clasificar las vendimias para que no se clasifiquen exclusivamente por el eje climático, sino que sea una combinación con los niveles de productividad, ya que ambos factores juegan un rol importantísimo en el perfil de los vinos», detalló el experto.
Y ejemplificó: «No es lo mismo comparar una vendimia con un clima más cálido como el que tuvimos este año con una producción de 22 millones de quintales en todo el país que cuando se producen 24 o 18 millones de quintales. La fisiología de la madurez es totalmente distinta porque el nivel de productividad de alguna forma está marcando cuál es el balance que tienen los viñedos. Mientras menor es la producción, hay una mayor cantidad de hojas por kilo de hoja producida, que hace el efecto de un raleo que impacta muchísimo en la concentración de los vinos. Eso pasó el año pasado. Por eso, es vital la información cruzada, ya que si a uno le daban sólo la clasificación climática y uno no la interpreta con la interacción con la producción que hay en Argentina, se podría haber dicho que tuvimos una vendimia de baja calidad. Porque generalmente las vendimias más frías son vendimias más cualitativas que las temporadas calurosas. Pero el año pasado tuvimos la fortuna de haber tenido un año de baja producción que compensó la presencia de un clima más caliente».
La anticipación y la proyección del trabajo son dos pilares fundamentales en el trabajo en la viña que se reflejará en cada copa de vino. Con ese objetivo, desde 2004 Peñaflor empezó a trabajar con imágenes aéreas y satelitales, además de sensores de conductividad eléctrica para poder diseñar viñedos siguiendo la variación de suelos.
«Uno de los grandes desafíos que tenemos en Argentina es poder entender la gran variabilidad de suelos que tenemos en una misma finca, ya no dentro de una Identificación Geográfica (IG) sino dentro de una misma finca o parcela, donde hay una variación de suelo tremenda. En el caso de Gualtallary (Valle de Uco, Mendoza) podemos pasar de un suelo que tiene 25 cm de profundidad y un estrato arenoso por encima del estrato de piedra, y a tan sólo 80 metros podemos tener un suelo que tiene un metro y medio de profundidad con un primer estrato de suelo franco arenoso», explicó el ingeniero agrónomo, quien planteó cómo definir el patrón de la variación entre esos dos puntos extremos. «Ahí es donde ponemos todo el know how y capacidad de muestreo para poder interpretar cómo varía el suelo entre dos puntos. Por eso, esta tecnología de conductividad eléctrica nos permitió mapear alrededor de 3.000 hectáreas y así pudimos detectar en qué lugares se adapta mejor y en qué lugares no se refleja realmente la variabilidad que hay en el suelo», agregó.
«El 80% de un vino es agua, el 15% es alcohol y sólo hay un 5% que hace que un vino sea ‘de cartón’ o un Petrus.
Belmonte subrayó que el gran desafío que tiene ahora la bodega es cómo administrar la cantidad de información que les dan estos sensores, que continuamente están funcionando. «Es un desafío poder interpretarlos para utilizarlos en el manejo del viñedo y que impacten en la calidad de la uva y del vino. Es que el 80% de un vino es agua, un 15% es alcohol y sólo hay un 5% que hace que un vino sea ‘de cartón’ o un Petrus. Por eso trabajamos mucho para poder afinar el nivel del detalle, lo que nos permite ir empujando la calidad de nuestros vinos todos los años. Trabajamos sin cesar para ese 0,5% de los componentes».
Con una visión a largo plazo, el grupo Peñaflor decidió encarar la creación y el desarrollo de un vivero propio. Por eso, en 2018 firmaron un convenio por 20 años con el organismo francés ENTAV-INRA, líder mundial en la selección clonal en vides de vinificar. Este convenio le permite al equipo de ingenieros agrónomos contar con materiales madre, la base para crear parcelas propias de premultiplicación y bloques de incremento para futuros viñedos.
Por otro lado, basados en la necesidad de profundizar y desarrollar el conocimiento del equipo de viticultura, crearon un área de investigación y desarrollo, que busca determinar el impacto cualitativo en uva y vino de cada actividad que se realiza en los viñedos con el objetivo de definir y adecuar las mejores prácticas para cada mesoclima argentino donde opera el grupo bodeguero.
El Valle de Pedernal, en San Juan, es un sitio único, ya que se dan combinaciones de suelo que le dan un tenor graso a los vinos, con una elegancia y una longitud que no tenés en los suelos puramente arenosos».
Marcelo Belmonte
Siendo Argentina una potencia en la producción de vino malbec, Belmonte opinó que hay un sitio del país en donde el malbec se expresa de forma absolutamente especial, tan especial que lo considera irreproducible en el mundo. «El Valle de Pedernal, en San Juan, es un valle irreproducible -aseguró-, ya que se dan varias combinaciones de suelo que le dan un tenor graso a los vinos, con una elegancia y una longitud que no tenés en los suelos puramente arenosos que encontrás en Valle de Uco, donde hay más arena y piedra y, además, más estrés hídrico. En el Pedernal tenés piedra entremezclada con más limo y más arcilla y, a la vez tenés 1.400 metros de altitud con un clima muy frío».
Será cuestión de poner el foco en este terruño y descubrir cómo se expresa a través de los años la mimada tinta en Argentina.
Fuente: Vinetur (Mariana Gil Juncal)