Cada mes de agosto, en el barrio de pescadores Algorta, de la provincia Vizcaya del País Vasco (España), se celebra la Fiesta del Puerto Viejo en honor al patrono local, San Nicolás de Bari. Los festejos arrancan con un desfile de «cuadrillas» o equipos de jóvenes disfrazados. En 1972, el equipo «Antzarrak» compró, para vender en su bar, 2.000 litros de vino tinto, que resultó estar avinagrado. Para salir del paso y no perder la inversión, después de varias pruebas lo mezclaron con 2.000 litros de la popular gaseosa cola y lo bautizaron con la combinación de dos apodos de sus integrantes: Kali y Motxo. El éxito de la desnaturalizada bebida fue tal que se popularizó en toda España y actualmente se sigue tomando.
La mezcla de vino tinto y gaseosa cola ya existía en España desde alrededor de 1920, pero entonces era una bebida minoritaria que se servía en pocos bares. En la década de 1950, con la llegada de la primera fábrica de Coca Cola al País Vasco, se extendió este mix que entonces se conocía como «Rioja Libre», «Tincola», «Cuba Libre del Pobre» o «Cubata del Obrero».
Pero en las tradicionales fiestas de Puerto Viejo de Algorta, un barrio de la localidad de Getxo, en la provincia de Vizcaya del País Vasco (España), un grupo de jóvenes que estaba a cargo del «Txozna» (bar que se montan en las fiestas para recaudar fondos), colgaron un cartel que decía «Kalimotxo. Mezcla secreta», un trago que también llevaba gaseosa cola, mezclada con vino, pero no era un vino cualquiera, era un vino picado.
Es tal la popularidad del brebaje Kalimotxo, que la Real Academia Española lo «castellanizó» e incluyó en una de las últimas ediciones de su Diccionario, en la entrada «Calimocho», con la definición «bebida que consiste en una mezcla de vino tinto y refresco de cola».
Los festejos en Puerto Viejo, que son durante la segunda semana del mes de agosto, en honor a San Nicolás de Bari, patrono de los pescadores, respetan las tradiciones ancestrales y son famosos por sus actuaciones de música y comida tradicional vasca, bailes populares, la noche del pijama -cuando todos los vecinos salen a la calle con sus ropas de dormir- y competencias en el puerto. La fiesta se inicia con la «bajada de las cuadrillas», un desfile conformado por grupos de jóvenes que lucen con gracia y música la creatividad de sus disfraces.
Cada año, la comisión organizadora de la Fiesta elige alguna cuadrilla para hacerse cargo del bar. En 1972, le tocó a la llamada «Antzarrak», un grupo de jóvenes de 18 años que antes habían ido a entrenarse a la fiesta de San Fermín.
Martín Múgika, miembro de la cuadrilla, relata en el libro La verdadera historia del kalimotxo: «Era la primera ocasión en la que nos correspondía organizar las fiestas. Hasta fuimos a Sanfermines para ilustrarnos con el fin de cambiar las fiestas de arriba abajo».
Los jóvenes de «Antzarrak» compraron 2.000 litros de vino tinto en botellas de plástico a un productor de Rioja, pero el caldo llegó picado y como el desembolso económico había sido importante, buscaron una salida para el vino defectuoso que, aunque no era nocivo para la salud según les informó un médico conocido, tenía un sabor sumamente desagradable.
Múgika cuenta además que las botellas les habían costado 16 pesetas (la moneda española de esa época, antes del euro) cada una y que «había que cubrir 500.000 pesetas de gastos con un vino que nos había costado 60.000».
Tiraron todo el vino en una bañadera de descarte que le pidieron a un albañil, le agregaron limones, naranjas y después de varias mezclas probaron con el refresco de cola, dieron con la cantidad necesaria para disimular el mal sabor del vino y llegaron a la conclusión de que era necesario igualar la cantidad de vino y gaseosa. De ese modo, lograron colocar en la clientela 4.000 litros de ese brebaje, sacándose de encima así toda la existencias del vino en mal estado.
Otro de los miembros de la cuadrilla, Jon Elorriaga, explicó: «Era la primera vez que estábamos en la comisión de fiestas y nos tocaba el bar. Compramos vino a un bodeguero de Algorta y estaba picado. No lo podíamos devolver, porque las fiestas empezaban al día siguiente, así que probamos a mezclarlo con refresco de naranja, de limón y acertamos con la cola».
Hubo quien opinó que ayudaría el no decir de qué se trataba el brebaje, y que debían ponerle un nombre atractivo. Tormenta de ideas de por medio, decidieron utilizar el apodo de dos miembros de la cuadrilla «Kalimero» y «Motxongo«, asociando la primera parte de cada uno, y lo bautizaron Kalimotxo, el nombre que fue rápida y unánimemente adoptado por todos.
El éxito fue increíble. El término «kalimotxo» se fue extendiendo por la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra, popularizándose ya a principios de la década de 1980, y de ahí se extendió por las regiones vecinas y finalmente a todo el Estado y al resto de España. Más tarde, la multinacional Coca Cola, registró el nombre de la popular bebida. Incluso la Real Academia Española de la Lengua reconoce la denominación Calimocho como nombre de la mezcla de vino tinto con refresco de cola.
Fuentes: www.getxo.eus/es/turismo y Diario El País