Hijo de inmigrantes judíos, nacido en Nueva York, Richard Feynman (1918-1988) fue uno de los científicos más creativos del siglo XX. Estuvo en el equipo que desarrolló la bomba atómica de Hiroshima, de lo cual se arrepintió. Luego elaboró la teoría cuántica de campos y tuvo aportes decisivos en la física de partículas, la física de la materia condensada y la computación cuántica. Ganó el premio Nobel en 1965. Pasó a la historia por sus geniales lecciones, en una de las cuales, la «Carta al vino», comparó el microcosmos que hay en una copa de vino con el macrocosmos que nos contiene.
Richard Phillips Feynman nació el 11 de mayo de 1918 en Far Rockaway, un suburbio del barrio de Queens, Nueva York, hijo de inmigrantes europeos de origen judío. Su padre, que trabajaba en una empresa textil, le enseñó el amor por la ciencia y el rechazo a la autoridad. De su madre aprendió el sentido del humor y que “las más altas formas de comprensión que podemos alcanzar son la risa y la compasión humana”.
La Física era la actividad en torno a la que se articulaba su vida. Su mayor diversión y afición consistía en pensar, en analizar y resolver los problemas que le planteaba la Naturaleza. La manera de hacer Física de Feynman era básicamente intuitiva. Su pensamiento no avanzaba de manera lógica de un paso al siguiente, sino que una vez planteado el problema intentaba relacionarlo con todo lo que él sabía para encontrar un punto de apoyo que le permitiese encontrar la solución. Por esto, los trabajos de Feynman sorprenden siempre por esa combinación de simplicidad y genial originalidad.
Siguiendo su visión profunda, Feynman le escribió una carta al vino, que formó parte de su famosa disertación “La relación de la física con otras ciencias” («The Relation of Physics to Other Sciences»), una de las múltiples conferencias que dio en universidades. Feynman vio en el microcosmos del vino contenido en una copa, y en las paredes de la copa misma, el reflejo de la vida y el universo, todo en fermentación.
En esta famosa conferencia ante sus alumnos, «El universo en una copa de vino», Feynman compara las características fisico-químicas de una copa de vino con las del universo.
La disertación, en su propia voz, puede escucharse en el siguiente video producido por Joe Hanson para la cadena estadounidense de televisión PBS.
Transcripción del video:
«Un poeta dijo una vez: ‘El universo entero está en una copa de vino’. Como los poetas no escriben para ser comprendidos, probablemente nunca sabremos en qué sentido lo dijo. Pero es cierto que si observamos atentamente una copa de vino podremos ver todo el universo. Están las cosas de la física: el líquido que forma remolinos y se evapora en función del viento y del tiempo, los reflejos en el vidrio, y nuestra imaginación añade los átomos. El vidrio es una destilación de las rocas de la Tierra, y en su composición encontramos los secretos de la edad del universo y la evolución de las estrellas. ¿Qué compuestos químicos hallamos en el vino? ¿Cómo se han formado? Tenemos los fermentos, las enzimas, los sustratos, los productos. Y aquí encontramos la gran generalización: toda la vida es fermentación. Nadie puede descubrir la química del vino sin descubrir la causa de muchas enfermedades. ¡Qué vívido es el Burdeos, presionando su existencia en la conciencia que lo observa! Si, por alguna razón, nuestras mentes diminutas dividen esta copa de vino, este universo, en partes-física, biología, geología, astronomía, psicología, etcétera-, ¡recordemos que la naturaleza nada sabe de ello! O sea que recompongámoslo todo de nuevo y no nos olvidemos de la razón de ser del vino. Permitámonos un último placer: ¡bebamos y olvidémoslo todo!«
Richard Feynman, “El universo está en una copa de vino” (1964)
Con esta analogía entre la copa de vino y el universo, el científico buscó demostrar que las divisiones de la vida son artificiales y arbitrarias y que, por más que nos esforcemos en dividir las ciencias, la naturaleza es sólo una.
Su historia como físico empezó a sus 13 años, cuando empezó a estudiar por su cuenta cálculo diferencial. A los 21, tras 4 años en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ingresó en la Universidad de Princeton, donde en seguida fue reclutado para intentar ganar de un solo golpe la Segunda Guerra Mundial.
Se trataba del Proyecto Manhattan dirigido por el físico Julius Robert Oppenheimer. Recién doctorado, Feynmann se trasladó al laboratorio de Los Álamos, donde se convertiría en el líder del grupo de cálculo y también supervisaría la seguridad de las plantas de enriquecimiento de uranio. Durante los dos años y medio que estuvo allí, Feynman trabajó mano a mano con los grandes científicos del momento como Enrico Fermi, Niels Bohr, Hans Bethe y John von Neumann.
Tras perder a su joven mujer, Arline Greenbaun, víctima de tuberculosis, y de conocer las devastadoras consecuencias de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, Feynman entró en una gran depresión de la que le costó varios años recuperarse. «Mi error moral fue olvidar la razón por la que había aceptado entrar en el proyecto. Desde ese momento aprendí a reconsiderar perpetuamente las razones por las que hacía algo, porque puede que las circunstancias iniciales que te llevaron a hacerlo hayan cambiado».
En 1945, una vez terminada la guerra, Feynman llegó a la Universidad de Cornell. Dos años después creó nuevas herramientas matemáticas para una teoría denominada electrodinámica cuántica, que describe cómo los electrones interaccionan con los fotones de la luz. Su descubrimiento iluminaba las fuerzas que mantienen unida la materia. Servía para entender las bases de la electricidad y de los rayos X, lo que le valió el Premio Nobel de Física en el año 1965.
De las «Memorias» de Feynman:
«Una noche a las cuatro de la madrugada, el teléfono sonó en casa.
-¿El profesor Feynman?
-¡Eh! ¿Para qué me molestan a estas horas?
-Pensé que le gustaría saber que usted ha ganado el Premio Nobel. Y colgué.
Fue agradable recibir algún dinero, que me permitió comprar una casa en la playa, pero en conjunto me parece que hubiera estado mejor no haber recibido el Premio Nobel, porque ahora ya no puedo mostrarme como soy en ninguna situación pública”.
Como profesor en Cornell, Feynman conseguía transmitir a sus estudiantes la belleza y simplicidad de las leyes de la física. Era conocido en el mundo académico gracias a su talento como profesor. De hecho, en 1972 sería galardonado con la medalla Oersted, el premio más prestigioso en el campo de la enseñanza de la Física. Cuando daba las clases, el aula se convertía en un teatro y los alumnos quedaban cautivados por su oratoria como espectadores. «Es la única manera de no aburrirles a todos al mismo tiempo». De ese modo se ganó el apodo de “el gran divulgador”.
En 1981, en una entrevista grabada para la BBC a Albert Einstein y Feynman, éste último explicó:
Hay belleza no sólo en la apariencia de la flor, sino también en poder apreciar su funcionamiento interno y en cómo ha evolucionado para tener los colores adecuados que atraen a los insectos para que la polinicen. La ciencia no hace más que enriquecer el entusiasmo y el asombro que provoca la flor».
Entrevista a Feynman en la BBC.
En sus últimos años, Feynman se interesó por los problemas de computación. En 1982 propuso el primer modelo teórico de una computadora cuántico. El 15 de febrero de 1988 murió en Los Ángeles, California. Sus últimas palabras fueron: «No soportaría tener que morir dos veces. Es muy aburrido».
Fuentes: principia.io, diario El País, eduscopi.com, ecoosfera.com y culturacientifica.com