¿Cómo la tecnología está transformando el mercado laboral en los viñedos de Mendoza? Un reciente estudio del Observatorio Vitivinícola Argentino (OVA) profundiza en la mecanización de procesos y realiza una caracterización de tres perfiles tecnológicos que coexisten en la actualidad. En la última década se ha transformado la organización del trabajo, cada vez más basada en un mínimo de trabajadores permanentes y más trabajadores temporales, como regla general.
En la última década, el sector vitívinícola de Mendoza ha experimentado cambios significativos que han remodelado el mercado de trabajo. La evolución tecnológica ha sido un factor determinante en estos cambios, influyendo en todos los aspectos de la producción vitivinícola, desde el manejo del cultivo hasta la cosecha y la comercialización.
Este informe explora los principales avances tecnológicos, como la introducción de nuevas variedades de uva, la adopción de prácticas sostenibles y el avance de la mecanización, y cómo estos han impactado en la demanda de mano de obra. A través de una caracterización detallada de los perfiles tecnológicos de los viñedos en las zonas estudiadas, se destaca la transformación en las prácticas laborales y la adaptación del mercado de trabajo a estas innovaciones. La reducción en la demanda de jornales, el cambio en la estructura del empleo y las tendencias futuras son puntos clave para entender la evolución del sector y sus implicaciones para los trabajadores y productores vitícolas.
Cambios tecnológicos más importantes de los últimos 10 años
Varietales utilizados en la producción de uvas de alta calidad
El recambio varietal orientado a las variedades tintas, liderado por el Malbec ha sido de gran relevancia. Siguen surgiendo nuevos varietales que, no obstante, aun representan una mínima parte del total implantado como lo es, por ejemplo, la superficie de Cabernet Franc, que creció un 200% entre 2010 y 2022.
Certificaciones de calidad y ambientales
Incorporación de criterios asociados a la sostenibilidad. Estandarización de aspectos de producción y elaboración de alimentos a partir de normativas y condiciones de los mercados destino. Labores y prácticas agrícolas más amigables con el medio ambiente: producción orgánica, agroecológica, biodinámica, entre otras. A su vez, se genera una revitalización del campo de las Denominaciones de Origen Controladas (DOC) y las Indicaciones Geográficas (IG).
Transformaciones en las prácticas de manejo del cultivo
Debido a la repercusión del modelo de la calidad vitivinícola sobre las actividades y prácticas de manejo en vid, surgieron nuevas tareas y fueron reformuladas otras más tradicionales, en un manejo agronómico y enológico integrado.
Un ejemplo puede ser la desaparición de la práctica de raleo de racimos, reemplazada por el control de canopia desde la poda, labor que impactó significativamente en la demanda de trabajo. En el estudio realizado en 2010 para el perfil tecnológico alto, la práctica de raleo significaba 40 horas por hectárea, que equivalen a 5 jornales.
Avance de la mecanización
En el año 2023 en Mendoza se cosechó de forma mecánica el 23% de la uva para elaboración, aunque las proporciones varían significativamente por regiones: zona Valle de Uco 45,4%, zona Centro 7,1%, zona Este 9,2%, zona Norte 10,7% y Zona Sur 7,3%. También crece la mecanización de otras actividades como la poda con el uso de la prepodadora mecánica y en las labores en verde con la despampanadora mecánica.
Difusión creciente de las tecnologías de la información
Abren un abanico de posibilidades para el control y monitoreo de distintos aspectos de la producción, por ejemplo, para cuantificar el rendimiento de vid o para controlar las incidencias de enfermedades o presencia de plagas.
Labores del suelo
Tendencia a incorporar coberturas en el suelo y abandonar el uso de herbicidas, controlando las coberturas con motoguadañas, bordeadoras y segadoras.
Crisis hídrica
Generalización del riego presurizado o formas más eficientes de uso del agua, como la impermeabilización de canales o el uso de mangas.
Demanda de trabajo
Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet) describe la magnitud y composición de la demanda de mano de obra; y el perfil de la oferta de trabajo en la actualidad a partir de los cambios que se han producido en la última década.
Tomando como áreas de estudio las Zonas Centro y Valle de Uco de Mendoza, se identificaron y caracterizaron tres perfiles tecnológicos que diferencian a los establecimientos que producen uvas de calidad en las zonas de estudio:
Perfil tecnológico bajo: En este caso el establecimiento continúa realizando un manejo más tradicional con alta dependencia de trabajo manual. Por lo general, son unidades productivas de 20 hectáreas o menos donde el productor realiza alguna de las tareas administrativas y agrícolas en los viñedos.
- La cosecha manual es la actividad que insume más horas y jornales en el año calendario (88 horas por hectárea, equivalente aproximadamente a un cuarto de la demanda total).
- La poda alcanza requerimientos similares a la cosecha (80 horas por ha) aunque no está tan concentrada en el tiempo. Luego le sigue la atada y manejo de sarmientos.
- En cuanto al tipo de trabajador, se destaca que los requerimientos totales de trabajo se distribuyen en partes iguales entre el empleo permanente y el temporario (23 jornales/año por hectárea para cada uno).
Perfil tecnológico medio: Aquí el establecimiento incorpora mecanización parcial y una gestión más eficiente. Son unidades productivas que han avanzado en la mecanización de la cosecha y utilizan riego presurizado. Por lo general, son explotaciones agropecuarias de entre 10 y 50 hectáreas (aunque pueden existir de escalas más grandes) y son establecimientos sin integración con bodegas.
- Predomina el riego por goteo con instalaciones superficiales. La tarea es semiautomática y disminuye la cantidad de jornales demandados.
- Para los que utilizan cosecha mecánica, los requerimientos de mano de obra disminuyen significativamente, pasando de 88 jornales a solo 2; por lo general, estos trabajadores son contratados por las empresas que prestan el servicio.
- La poda, atada y manejo de sarmiento continúan siendo labores que demandan una cantidad considerable de jornales que están más distribuidos entre diferentes meses, por lo que su intensidad es diferente.
- El riego presurizado que se practica en este nivel disminuye los requerimientos en casi un 40% (alcanzando 45 horas por año y por hectárea), en comparación con el riego superficial del perfil tecnológico bajo.
Perfil tecnológico alto: En este caso, mecanizó todas las tareas de alta demanda de mano de obra, lo que, junto con la agricultura de precisión, reduce significativamente la necesidad de jornales y optimiza los procesos productivos. Por lo general, son explotaciones agropecuarias de 50 hectáreas o más (aunque también hay de menor escala entre 25 y 50 hectáreas), integradas con el eslabón de elaboración y comercialización; en su mayoría, estos viñedos pertenecen a grandes bodegas y empresas.
- Este perfil ocupa una mayor proporción de trabajadores permanentes, no obstante, la organización del trabajo está basada fundamentalmente en trabajadores temporales y contratados a través de intermediarios.
- En la poda, utilizan la prepodadora mecánica y un posterior repaso manual. El uso de la prepodadora requiere de mano de obra calificada, actividad generalmente realizada por el personal permanente.
- Se destaca el hecho de que la mecanización de la cosecha, pero también de otras actividades como la poda y el despampanado, disminuye significativamente el total de jornales: 24 jornales por hectárea/año en comparación con algo más de 40 jornales por hectárea/año en los otros dos perfiles.
Conclusiones
A partir de la caracterización realizada resaltamos los siguientes puntos que resumen el panorama laboral actual y los lineamientos futuros:
-En la última década se redujo la cantidad total de jornales demandados por el avance de la mecanización de la cosecha, el uso de las prepodadoras mecánicas y despampanadoras, más el abandono de las prácticas de raleo, entre otras cuestiones.
–La organización del trabajo basada en un mínimo de trabajadores permanentes y más trabajadores temporales, sigue siendo la regla general.
–En ambas regiones se destaca la preferencia por la contratación de varones para las labores permanentes y especializadas, mientras que ciertas tareas específicas, como la atada de sarmientos y el desbrote, son realizadas por mujeres, aunque sin el reconocimiento adecuado en términos de especialización y remuneración.
-Existe una tendencia hacia la reducción del empleo permanente y el aumento del empleo temporal, facilitado a menudo por intermediarios. La mecanización ha sido un factor clave en la disminución total de jornales, aunque la distribución de tareas se mantuvo equilibrada a lo largo del año.
–La tendencia hacia la mecanización se intensificará, especialmente en el perfil tecnológico alto y medio.
–Las innovaciones tecnológicas seguirán reduciendo la necesidad de mano de obra, aumentando la eficiencia y disminuyendo los costos laborales a gran escala.
-La adopción de tecnologías avanzadas, como la robótica y la inteligencia artificial en las labores de campo, puede transformar aún más el sector, potenciando la precisión y la calidad en la producción de uvas.
-Resulta fundamental el desarrollo de estrategias de capacitación para que las personas puedan mejorar sus condiciones de empleabilidad frente un mercado de trabajo en plena transformación
Fuente: Observatorio Vitivinícola Argentino (OVA)