En Argentina, cada año se consumen más de 33.000 millones de litros de bebidas con o sin alcohol, desde infusiones, aguas envasadas, cervezas, vinos e incluso espirituosas. Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) el vino sólo representa el 2,7% de ese volumen.
Para incrementar la presencia de la industria vitivinícola en ese negocio, el presidente del INV, Martín Hinojosa, lanzó su propuesta oficial a principios de octubre: “Hay una tendencia mundial de bebidas con menor graduación alcohólica, tenemos que permitirnos hacer vinos de menor graduación alcohólica e incluso sin alcohol, como el café descafeinado y la cerveza sin alcohol”.
Hace unas semanas, en declaraciones a la agencia de noticias gubernamental Télam, luego reproducidas en varios medios nacionales, el presidente del INV, Martín Hinojosa, se refirió a la oportunidad que, a su criterio, tiene la industria para innovar no sólo en formatos de presentación de vino -como puede ser la lata o el botellón- o en la comercialización -con venta online y vino suelto-, sino en productos nuevos, con el objetivo de mejorar el beneficio para toda la industria vitivinícola, generar más trabajo y recuperar momentos de consumo perdidos. En definitiva, dio a entender, se trata de volver a poner al alcance del consumidor millones de litros del producto enológicos que durante años le han «ganado» al vino otras bebidas.
En este marco, es que desde el INV se comenzó a trabajar en relevar la necesidad de los consumidores de Argentina y del mundo, considerando qué bebidas no alcoholizadas o de muy baja graduación alcohólica eligen, y por qué lo hacen. En el ente fiscalizador del vino en Argentina ya están estudiando, con su equipo de técnicos especializados, todas las alternativas para facilitar este tipo de innovaciones y cambios que contribuyan al incremento del consumo de vinos, eso sí -remarcan desde el INV- manteniendo la genuinidad del producto.
Al respecto han surgido diversas opiniones, algunas más puristas o directamente contrarias a la innovación, pero hay un punto en el que coinciden referentes del sector vitivinícola de Argentina, y es en que el vino desalcoholizado, así como otras alternativas por el estilo, son la oportunidad para hacer crecer el consumo e incorporar nuevos mercados y clientes que no eligen el vino por su graduación alcohólica.
«Preservar todos los caracteres organolépticos propios del vino»
Marcelo Miras, profesor de Enología en la Universidad Nacional de Río Negro, opinó: “Creo que es necesario buscar nuevas alternativas para aumentar el consumo de vino y una de ellas es contar con vinos de baja graduación alcohólica y sin alcohol, utilizando las herramientas tecnológicas de las que hoy dispone la industria vitivinícola, siempre preservando todos los caracteres organolépticos propios del vino. Esto permitiría llegar a un mayor número de consumidores que por diferentes motivos, como salud, religión, edad, etcétera, no beben vino en este momento, brindándoles así, una oportunidad para hacerlo. En este marco es necesario adecuar la legislación para la elaboración de este tipo de vinos, quizás buscando un nombre de fantasía para su denominación y que sea de uso común para todas las bodegas”.
Por su parte, Alejandro Vigil, enólogo de Catena Zapata, autor de «El Enemigo» y empresario gastronómico, indicó: “Es una alternativa y una necesidad para la actividad poder entrar en ese segmento, por lo que me parece muy positivo”.
A su turno, el enólogo Lucas Niven, creador del vino «Pala Corazón», contó que en 2012 trabajó en el INRA de Francia desalcoholizando vinos durante un año, lo que lo hizo capacitarse y probar diversidad de productos vitivinícolas de calidad. Así se refirió al tema: “Es una alternativa muy válida, que expande la propuesta sobre el vino, sobre todo para aquellas personas que no consumen alcohol o no pueden por prescripción médica o alguna situación circunstancial. Según mi experiencia, no es lo mismo el vino desalcoholizado que el vino con alcohol; sin embargo considero que es una alternativa totalmente válida, porque hay gente que quiere sentir la nota ‘vinosa’ y no alcoholizarse, sólo tomarlo como aperitivo, refrescante y suplementario… Es ideal y válido para el crecimiento de la industria”.
Fernando Morales, director comercial y de Asuntos Institucionales en Cepas Argentinas SA, analizó: “En primer lugar, el vino desalcoholizado genera la oportunidad de entrar en ocasiones de consumo donde el vino puede estar presente pero no tanto, como pueden ser almuerzos laborales de mediodía en donde predominan por lo general bebidas sin alcohol. Por ello, tener un producto así en la industria es muy importante, con más penetración. Después, en el mercado externo se presenta otra oportunidad y es el hecho de poder ingresar a países en donde la venta de bebidas alcohólicas no se permite. Asimismo, en lo que respecta a mercado interno, entramos en lo que es consumo responsable. Hay un segmento en donde se puede también ingresar, y es en aquellas personas que son conductoras responsables -por ejemplo- y quieren disfrutar de las características organolépticas de un vino en una comida, o en una reunión, y no lo pueden hacer por el tema del alcohol. Así podría nombrar varias ocasiones. Lo mismo el caso de embarazadas. Por lo tanto, como alternativa es válida y es importante que el INV reglamente para poder seguir abriendo el abanico de productos en la industria”.
«Es una buena manera de evitar excedentes»
En esta línea, Mauricio Lorca, enólogo y propietario de Foster Lorca, opinó que tanto el vino desalcoholizado como la cerveza «0% alcohol» pueden ser «muy interesantes». “Igualmente -aclaró- es importante ver el proceso por el cual se desalcoholiza el vino, porque pueden quedar muy despojados de las características los vinos y terminan teniendo ‘gusto a nada’. Por lo tanto, es importante que se elabore, pero con la conciencia de hacer un buen vino sin alcohol desde la parte técnica, conservando ciertas características de ese producto, para acercar y no alejar a esos consumidores”.
Desde la Cámara Argentina de Fabricantes y Exportadores de Mosto, su gerente, Rodolfo Paolucci, evaluó: “El vino desalcoholizado es un producto de la vitivinicultura. Es muy importante que en Argentina se permita elaborarlo, porque estamos en un rubro que cuesta innovar, más allá de envases como la lata, el botellón, y otros. Me parece una iniciativa importante sobre todo cuando sabemos que hay mercados en donde no se puede ingresar con esta bebida, y en el mercado interno hay consumidores que compran y consumen bebidas light, sin alcohol, etcétera. Particularmente, apuesto a la innovación y a atacar a todo tipo de consumidores para crecer. Por ello considero de suma importancia el trabajo que está haciendo el INV, dándole una estructura sólida para poder garantizar calidad”.
El enólogo Ricardo López, con vasta experiencia nacional e internacional en Bodegas de España y Argentina, opinó: “Entiendo y apoyo la diversificación del mercado y el aumento del consumo. Es la manera de evitar excedentes y coincido en acompañar el cambio. Oponerse a la innovación es permitir que avancen otras bebidas, sobre todo la cerveza. A un consumidor poco le importa cuál es el concepto de vino, lo que le interesa es que cuando se ofrecen cosas novedosas y de calidad”.
Finalmente, Hernán Ojeda, ingeniero agrónomo y técnico que trabajó en el INRA de Francia elaborando vinos desalcoholizados, agregó: “El vino desalcoholizado tiene un nicho en el mercado, y hoy se elabora en diversos países del mundo. Hay empresas que se dedican a ello y exportan y venden mucho. Sin embargo, esto lo han logrado respetando mucho la calidad del vino. Antes, tomar vino desalcoholizado no era agradable; hoy en día se ha estudiado mucho y se ha logrado hacer productos de excelente calidad, y es un producto que tiene un mercado y consumidores a todo lo largo y ancho del mundo”.