Productor vitivinícola y descendiente directo del fundador del distrito lavallino de Gustavo André, Demetrio es el tomero que Enolife eligió para homenajear a este antiguo oficio, que justo hoy 28 de noviembre tiene su día.
Inspector de Cauce del Canal Gustavo André y presidente de la Asociación V Zona de Riego del Río Mendoza -que agrupa a más de 19.000 hectáreas bajo cultivo-, Demetrio nos cuenta los secretos y dificultades de su actividad: «Cada vez son menos los candidatos a este trabajo, porque al ser los primeros en la cadena de distribución del agua, también somos los primeros en recibir las cachetadas cuando hay problemas».
Entrevista: Lorena Mellone
Demetrio conoce a fondo el oficio porque le dedicó la mitad de su vida, a la par que desarrollaba su emprendimiento familiar como productor: ¡fue elegido durante los últimos 33 años como Inspector de Cauces de su zona lavallina! Defensor acérrimo de la labor diaria de los tomeros, Demetrio explica por qué es tan importante este oficio full time, que en estas épocas de escasez de agua suele complicarse por las tensiones y presiones de los regantes necesitados. «Cada vez son menos los candidatos a este trabajo», se lamenta. Y es que con frío, calor, lluvia, viento zonda y granizo, debe enfrentarse a situaciones difíciles de sortear.
El pastor del agua
La responsabilidad del tomero es nada más y nada menos que distribuir el recurso hídrico. Es el encargado de abrir y cerrar compuertas para brindarle el riego a cada productor en su turno correspondiente. Tiene que escuchar y observar las necesidades de los regantes y revisar el funcionamiento de las compuertas, verificando su limpieza.
En Mendoza, la valoración y aprovechamiento del agua es algo que los primeros habitantes de estas tierras aprendieron muy pronto. Desde los primeros años de la fundación de la ciudad de Mendoza, hacia 1566, ya se había reglamentado el uso y cuidado de los cauces de riego, como funciones propias que debía cumplir el Cabildo.
En 1606 se creó el cargo de Alcalde de Aguas, primera autoridad encargada del riego y la distribución del agua, en los años siguientes, los españoles designaron a las demás autoridades que debían ocuparse del riego.
Afianzada la independencia argentina, Pedro Molina, gobernador de Mendoza, hizo reglamentar las tareas y los cargos de “Tomero General” y de «Teniente General de Aguas».
El oficio de tomero podría decirse que data de 1884, cuando la necesidad de implementar un uso racional del escaso recurso hídrico determinó la creación de la Ley General de Aguas de Mendoza, a través de la cual cada propietario de fincas adquiría el derecho a utilizar agua, pero la misma debía ser administrada prolijamente en su uso.
Entre otras reglamentaciones orientadas al ordenamiento del uso del agua, la figura del tomero surgió como un administrador del agua y una verdadera autoridad en la materia.
Demetrio André, regador y organizador
Nuestro personaje fue uno de los promotores de la creación de la Federación Provincial de Inspecciones y Asociaciones de Cauce. Hoy, con mucho trabajo a sus espaldas, nos explica cómo está conformado «su» Cauce: «Nosotros contamos con 17 tomeros, que son empleados de la Inspección de Cauce, no de Irrigación, porque ellos tienen distribuidores diqueros».
Las Inspecciones de Cauce tienen autonomía presupuestaria controlada por el Departamento General de Irrigación y el Tribunal de Cuentas de la Provincia. Cada año se realizan las sesiones ordinarias y extraordinarias, como debe ser en cualquier entidad con personería jurídica. «En unas se presenta el presupuesto del año siguiente, y en las otras se rinden las cuentas del año anterior y se notifica a los integrantes; en estas reuniones se fijan entre otros temas los sueldos y viáticos que tendrán los tomeros, que en nuestro Cauce hoy pueden llegar a los 30.000 pesos mensuales de bolsillo», cuenta Demetrio.
El número de tomeros por cada Inspección depende de varios factores: la extensión de los recorridos de los canales, los factores geográficos y otros: «En nuestro caso, el canal Gustavo André, con 3500 hectáreas, tiene 2 tomeros; el canal California, que tiene las mismas hectáreas, tiene 4 tomeros, y así va variando… No es una cuenta matemática, sino que varía según la distancia, el recorrido geográfico de cada una de las inspecciones, etcétera», aclara el distribuidor de agua.
En cuanto a los conocimientos que un tomero debe tener, Demetrio recuerda que, hasta hace poco tiempo, para ser tomero sólo era suficiente con ser agricultor y tener amor por el agua. Y que era muy habitual que el oficio pasara de padres a hijos. Con un poco de experiencia bastaba. Pero hoy, para ser tomero hay que capacitarse. «Y aquellos tomeros históricos que siguen trabajando están siendo capacitados también», informa.
La cantidad de tomeros existentes en Mendoza es un número díficil de encontrar. Desde la Dirección General de Irrigación (DGI) se habla de más de 200, pero si consideramos que hay 130 Inspecciones de Cauce en toda la provincia, y que cada una de ellas tiene sus propios tomeros, es muy probable que la cifra sea mucho mayor.
En este oficio no hay horarios. Es full time. La jornada del tomero depende del momento en el que llega el agua de los canales. «El siempre está esperando que llegue el agua; se comienza el reparto de aguas en base a un cuadro de turnos ya establecido con anterioridad… En este momento, en toda la zona V recibimos el agua el día viernes por la tarde y se corta el día martes. El riego, en este momento, está turnado en tres secciones; cada sección riega tres días y con eso se completa la semana», detalla. Y continúa: «El tomero puede estar dos días sin dormir, o dormir de a ratos durante el día, tiene que ir a cambiar el agua, y lo más dificil es que tiene que poner la cara, es el primer empleado en toda la cadena de la distribución del agua y el que recibe las primeras cachetadas.»
Durante la época de corta, de mediados de mayo a setiembre, el trabajo se vuelca hacia la limpieza y mantenimiento de los cauce. «El agua que no se aprovecha para riego se guarda en el dique esperando la llegada de la próxima erogación; este momento es muy importante debido a la escasez de agua, y el tomero es muy conciente de eso, es el asesor de los regantes y colabora en todas las asambleas y actividades», concluye.
Demetrio termina su entrevista reflexionando: «El tomero no es sólo un empleado, es un integrante más de la asamblea, es el conocido de los regantes».