Las distintas enfermedades de la vid provocadas por variados virus y vectores tienen una incidencia muy alta y efectos dañinos que pueden llegar a la pérdida de la mitad de la cosecha de uva. Por ello, requieren la adopción de medidas preventivas, ya que actualmente no existe cura. Para conocer más sobre este flagelo, la empresa de biotecnología italiana AEB -con sede y ventas en Mendoza, Argentina aporta el siguiente informe sobre los síntomas y los tratamientos posibles y necesarios.
La virosis de la vid fue diagnosticada por primera vez en Francia durante el siglo XIX. En otros países, por ejemplo Italia y Argentina, se la identificó y caracterizó en la década de 1960. Se trata de una enfermedad que afecta a la vid y que requiere la adopción de medidas preventivas. Aunque su incidencia es muy alta, y los daños resultantes pueden afectar incluso a la mitad de la cosecha, actualmente no existe cura para la virosis. La única forma de combatirla es la prevención y el tratamiento de vectores de infección.
Principalmente se transmite a través de tres vectores: vegetales (material vegetal infectado), animales (cochinillas y nemátodos), equipos de corte utilizados en plantas enfermas. Por lo tanto, la atención a estos aspectos debe ser alta.
Síntomas de la virosis de la vid
Los síntomas de la virosis de la vid son bastante típicos. Uno sobre todo es el principal indicador de la enfermedad: el enrollado de las hojas. A principios del verano en ambos hemisferios, a partir de la base del sarmiento, las hojas de la vid empiezan a girar hacia abajo (cuando se enroscan, es el aviso). Su color también cambia: en las variedades de uva tinta se vuelven rojizas; en las variedades de uva blanca, amarillentas, como anticipando la llegada del otoño. Los nudos, por otro lado, permanecen verdes.
Cuando aparece esta sintomatología, la virosis de la vid ya se encuentra en un estadio avanzado. Y el proceso degenerativo ha iniciado: las vides afectadas pierden la clorofila, el rendimiento disminuye, la maduración se retrasa, el contenido de azúcar no será elevado y el mosto también tendrá una composición alterada. El daño cualitativo es por lo tanto evidente.
Además del aspecto de las hojas, y de su cambio de color, otros síntomas de la virosis de la vid son:
- La acentuación de la asimetría, los bordes dentados de las hojas;
- El aplanamiento o irregularidad de los entrenudos;
- Una fructificación (fase inicial del desarrollo del fruto, inmediatamente después de la floración) escasa.
Si por el contrario, los síntomas aparecen en primavera, desaparecen en verano y consisten en manchas rojizas o amarillentas en la lámina, hablamos de mosaico amarillo.
Para comprobar que la vid está realmente afectada por la virosis, es necesario tomar una muestra y realizar una minuciosa prueba molecular y serológica.
Remedios para la virosis de la vid
Más que remedios para la virosis de la vid, es bueno hablar de prevención.
Uno de los principales vectores del virus está representado por las cochinillas, insectos polífagos que se alimentan de savia y que, durante el invierno, permanecen inmóviles sobre la madera de las vides. Capaces de pasar allí todo su ciclo biológico, producen excrementos azucarados de los que se alimentan los hongos y que pueden transmitir diversos virus. Aunque las larvas recién nacidas no son infecciosas, se vuelven infecciosas cuando empiezan a alimentarse de la savia de las plantas afectadas por la virosis.
Las cochinillas pueden moverse de forma independiente, viajar durante kilómetros suspendidas en el aire ligero o migrar debido a las operaciones de poda. Por ello, defenderse de las cochinillas es el primer paso para proteger a la vid de la virosis (solicitando consejo a los servicios fitosanitarios de su zona). Por el contrario, es bueno no obstaculizar la propagación de los enemigos directos de las cochinillas: chinches, mariquitas, fitoseidos y parasitoides.
Sin embargo, el virus también puede ser propagado mediante los nemátodos (también llamados «gusanos cilíndricos»): las especies más largas tienen un estilete puntiagudo con el que se alimentan de las raíces de las vides. El virus, en su interior, puede vivir varios años. Motivo por el cual puede transmitirse de una planta a otra.
El sistema más eficaz para prevenirlos se debe poner en marcha a la hora de introducir nuevas plantas: en ese momento se debe realizar un análisis químico del suelo para decidir qué estrategias implementar en función de sus características. O bien si se pueden utilizar las plantas de vid injertadas que al proceder de viveros garantizan un tratamiento sanitario, y no están infectados. Si una planta está afectada por nemátodos, es fundamental erradicarla para evitar la virosis, procurando eliminar por completo las raíces y arar el suelo.
Para prevenir la virosis de la vid, es necesario en primer lugar verificar que los esquejes estén sanos y que se utilicen herramientas de propagación no infectadas.
Tratamiento de la virosis de la vid en agricultura ecológica
En agricultura ecológica, recientemente se ha extendido el uso de abonos verdes con Brassicaceae para tratar la virosis de la vid. Esta es una práctica que permite intercalar crucíferas como cultivo en la plantación: no destinadas a la recolección ni al consumo, estas plantas aportan mejoras significativas al terreno. Sus raíces, largas y primarias, penetran ejerciendo una acción drenante.
La mejor época para realizar el abono verde es la primavera, o bien el otoño: las Brassicaceae no temen el frío y en el momento de la plena floración, pueden aportar al suelo elevadas cantidades de biomasa, con una relación carbono/nitrógeno similar a la del humus. Al atraer a los nematodos a las raíces, las atacan liberando isotiocianatos (que frenan su desarrollo). De esta forma, no sólo se combaten los nemátodos, sino que se fertiliza el suelo y se eliminan los parásitos, ayudando a la propia tierra a recuperar la capacidad de producir cultivos según la doctrina ecológica.
Contra las cochinillas, en lugar de insecticidas químicos se pueden utilizar aceites vegetales (aceite de menta, de pino o de comino) o macerados de helecho u ortiga, para aplicar durante todo el año una vez limpia la planta.