Un equipo de investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de San Juan, Argentina, estudia nuevas estrategias de manejo para hacer frente a las altas temperaturas y la restricción hídrica en un contexto de alta variabilidad climática. El objetivo de este trabajo es generar información clave para la toma de decisiones, que permita sostener los rendimientos del cultivo y calidad del producto final. Los avances de la investigación en San Juan, provincia que en los últimos años ha escalado como primera productora argentina de aceitunas de mesa y aceite de oliva virgen extra, seguida por La Rioja, Catamarca y Mendoza.
Las prácticas de producción alimentaria sostenible y las estrategias de adaptación y mitigación del cambio climático se sostienen mutuamente. Así lo asegura la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés). Para evaluar cómo mitigar el impacto del cambio climático en olivos, un equipo de investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de la provincia argentina de San Juan está realizando una serie de ensayos.
San Juan, primer productor argentino de aceite de oliva
– Según la Federación Olivícola de Argentina (FOA), San Juan ocupa el primer lugar de Argentina en la producción de aceitunas de mesa y aceite de oliva virgen extra (AOVE), con el 43% de la producción total, seguido por La Rioja (28%), Catamarca (15%), Mendoza (10%), Buenos Aires (2%), y entre las provincias restantes completan otro 2%.
– En la provincia de San Juan se han recolectado en 2023 -según la Cámara Olivícola de San Juan– 120.045.000 kilos de aceitunas en las 15.100 hectáreas productivas que tiene. El 90% de esa superficie es de variedades aceiteras o doble propósito (aceite y mesa).
– El aumento en el volumen cosechado en el último año coincidió con una importante suba del precio internacional de la tonelada de aceite de oliva, que pasó de U$S 3.944 en enero de 2022 a U$S 5.400 en 2023, un aumento del 37%.
– La aceituna conservera no siguió esa tendencia alcista del AOVE en cuanto al precio. La tonelada descarozada ronda los U$S 1.650, cuando en 2022 estaba en U$S 1.800. La variedad que se vende en conserva con carozo está en U$S1.200, es decir U$S150 menos que el año pasado. Pero en la producción sanjuanina las variedades para conservas sólo representan el 10% de la superficie (1.510 hectáreas).
Mariela Torres, coordinadora del Banco de Germoplasma Mundial de Olivos (BGMO) del INTA, se refirió a los ensayos: “Por un lado, buscamos implementar nuevas estrategias de riego en olivares que permitan un ahorro de agua, como así también de energía, buscando además aumentar la calidad de los aceites y la producción de aceituna mediante la restricción hídrica”.
El trabajo en marcha se basa en los efectos de dos estrategias de riego deficitario (RD) -sostenido y controlado- sobre parámetros vegetativos, fisiológicos y productivos, Pierluigi Pierantozzi, también coordinador del BGMO del INTA, especificó que se analizan dos modelos de cultivos, uno superintensivo y otro intensivo con la variedad Genovesa.
“Este ensayo se realiza bajo dos tipos de riego deficitario, uno sostenido en el que se aporta menos cantidad de agua de la necesidad teórica del cultivo del olivo durante todo su ciclo; y otro controlado, una menor cantidad de agua que la necesidad teórica del cultivo, en diferentes momentos del año, pero respetando los periodos críticos del olivo”, explicó Pierantozzi.
Y agregó el experto: «Se evalúan periódicamente los efectos de los distintos tratamientos de riego deficitario sobre parámetros vegetativos -volumen de copa, longitud de brindillas, diámetro del tronco-, los fisiológicos -potencial hídrico del tallo- y al finalizar la temporada se determina su producción, es decir el rendimiento kg/planta».
“Hasta el momento, observamos que los tratamientos deficitarios intermedios no registran una disminución marcada en el rendimiento con respecto al tratamiento control, con una ventaja comparativa en los costos de manejo”, amplió por su parte Mariela Torres. Y aclaró que, si bien los resultados son preliminares, aportan información de base sobre los requerimientos hídricos de los olivares superintensivos e intensivos.
“Esto brinda herramientas a los olivicultores y técnicos del sector a la hora de planificar estrategias de manejo del riego orientadas a un uso más eficiente del recurso hídrico, en un contexto de escasez hídrica”, sumó Pierantozzi.
«Por otro lado -explicó Torres– se evalúa el impacto de las temperaturas invernales más altas y la pluviometría más baja en el cultivo del olivo. Para esto, se plantea la posibilidad de modificar prácticas de manejo en referencia al riego como alternativa para promover la salida del reposo de las yemas, con el fin último de mejorar la floración y la productividad del olivar.«
“Una problemática que plantea el cultivo del olivo en la Argentina guarda relación con la adaptación de los cultivares introducidos, la mayor parte de origen europeo, a condiciones ambientales diferentes a las predominantes en países de la cuenca mediterránea”, subrayó la investigadora del INTA.
En consecuencia, se observa una baja productividad en algunos cultivares y ambientes, producto del bajo porcentaje de floración y/o de una marcada alternancia de la misma entre ciclos de cultivo.
En este sentido, Torres destacó la necesidad de contar con un estudio de la regulación ambiental de los procesos de inducción y diferenciación floral: “Es un aspecto de suma importancia puesto que tiene influencia directa sobre la floración y en última instancia sobre el cuajado y la producción de frutos”.
«Sobre la base de estudios previos, -agregó- se pretende avanzar en el conocimiento del efecto de la temperatura y de la restricción hídrica invernal como moduladores del desarrollo floral, para evaluar al mismo tiempo algunas señales bioquímicas y moleculares que podrían estar involucradas».
“Los resultados plantean la posibilidad de brindar herramientas de manejo a los olivicultores para promover la salida del reposo de las yemas y mejorar, así, la floración y la producción de los olivares”, concluyó la investigadora.
El equipo de trabajo del INTA San Juan que realiza esta investigación cuenta también con la participación de Cibeles Contreras, Martin Tivani, Valerio Mastio y Luciana Gentili.
Fuentes: argentina.gob.ar e INTA San Juan