Cada otoño vuelve la misma duda: ¿dejo el suelo de la viña cubierto o limpio para proteger el cultivo de las heladas? La respuesta no es tan simple… y puede marcar la diferencia entre una buena cosecha o daños importantes. En esta nota, Francisco Gonzalez Antivilo, de la empresa Indegap, explica qué se debe tener en cuenta.

Una correcta defensa pasiva frente a las heladas permite tener al microclima bajo control. En lugar de reaccionar a la helada con tecnología (aspersores, calefactores), la defensa pasiva busca modificar el microclima para reducir el riesgo de daño. ¿Cómo? A través de decisiones agronómicas que influyen en la temperatura del entorno:
- Elegir bien el sitio de plantación y las especies/variedades
- Calendario de poda según mapa de riesgo de helada
- Manejo de suelo, aplanado
- Manejo de la vegetación
Es en este último punto -el manejo de la vegetación- donde aparece una duda clave cada otoño:
¿conviene dejar coberturas vegetales o limpiar el terreno antes de las heladas? Y otra pregunta clave: ¿en qué época del año conviene tomar esa decisión?


¿Riesgo o beneficio?
Las coberturas pueden ser una gran herramienta… si se usan bien. Acá ofrecemos un resumen claro:
Beneficios potenciales
- Mejoran la estructura del suelo, favoreciendo la infiltración y el almacenamiento de agua. Esto puede aumentar la capacidad térmica del perfil (el suelo húmedo acumula más calor durante el día).
- Controlan la erosión y mejoran la salud del suelo a largo plazo.
- En cultivos perennes, fomentan la biodiversidad, brindando refugio a enemigos naturales de plagas.
Riesgos a considerar
- Aíslan térmicamente el suelo: en noches de helada radiante, el suelo emite calor hacia el aire cercano. Una cobertura alta o densa bloquea esa radiación, lo que reduce la temperatura mínima cerca de los órganos productivos.
- Elevan el techo térmico: cuando superan los 10-15 cm de altura, impiden el ascenso del aire cálido, dejando aire frío a la altura de brotes y flores. Esto puede agravar el daño por heladas.
- Mayor riesgo en heladas tempranas, cuando el suelo aún no ha acumulado suficiente calor.
- En cultivos sensibles, un mal manejo puede ser contraproducente.
¿Cómo manejarlas?
Si se decide usar coberturas vegetales durante el período de heladas, estos son los puntos clave:
- Segarlas (≤ 5 cm) durante este período.
- Evitar especies densas o de crecimiento rápido.
- En suelos susceptibles a degradación, una cobertura bien manejada puede ser más beneficiosa que el suelo desnudo, pero conviene evaluar si es necesario mantenerlas en primavera. En muchos casos, pueden ser preferibles especies de verano.
¿Cobertura sí o no?
Depende. En agricultura, no existe una única respuesta válida. Algunos criterios para decidir:
- En zonas con heladas frecuentes y severas, se prefiere el suelo limpio o con coberturas muy bajas.
- En sistemas donde la conservación del suelo es prioritaria, por ejemplo, suelos susceptibles a degradación, puede ser aceptable usar coberturas vegetales, siempre que se manejen cuidadosamente.
- En cultivos muy sensibles a heladas, especialmente si se encuentran en etapas fenológicas avanzadas (como olivo, frutales de carozo en brotación, vid), se recomienda evitar coberturas altas.
La clave: criterio y conocimiento local
Las coberturas vegetales no son enemigas del cultivo, pero sí requieren manejo. Una cobertura alta y densa puede aumentar el riesgo de daño. Una cobertura baja y bien segada, en cambio, puede ofrecer equilibrio entre conservación y protección.
No se trata de elegir entre sí o no. Se trata de saber cuándo, cómo y para qué.
Conocer el propio lote, el cultivo y las condiciones locales es lo que realmente marca la diferencia.
Por último, si se cuenta con defensa activa, el uso de coberturas no tiene por qué ser una decisión binaria. Pueden convivir con el cultivo, siempre que se manejen adecuadamente, como se detalló en esta nota.
¿Y cómo saber si el lote es más o menos riesgoso?
La mejor manera de evaluar el riesgo de tener o no cobertura es superponerla a una zonificación térmica del cultivo. Las zonas de bajo riesgo son más aceptantes de verdeo que las zonas de alto riesgo. Pero eso no se ve a simple vista: hay que medirlo y modelarlo.