Ayer 11/5, la bodega de la familia Camsen en Tupungato presentó en sociedad a su flamante vástago, el Chardonnay cosecha 2020 con 11 meses en barricas de roble. Ya disponible en la tienda virtual de Huentala Wines, es producto de un terruño del Valle de Uco donde las vides crecidas entre piedras, arena, sol y aire de montaña expresan la fuerza de la naturaleza, dando un vino a la vez refinado y agreste, con una personalidad única. Para conocer a fondo esta creación inspirada en el mandato de perfección de Julio Camsen, hablamos con su enólogo, José «Pepe» Morales, quien hace hincapié en la tipicidad del varietal, la fermentación maloláctica de su crianza y las características del suelo donde nació.
Por Pedro Straniero
(pstraniero@enolife.com.ar)
«De largo y persistente final…» podría ser la frase inicial de esta nota. Esta contradicción, la de hablar al comienzo del texto de nuestra percepción tras tomar el vino, surge de invertir el método periodístico habitual para este tipo de comentarios, consistente en copiar y pegar la ficha técnica, luego contar un poco la historia de la bodega, después sacarle unas palabras al enólogo y al final descorchar el vino para probarlo recién el día de la cata vía zoom, como se estila ahora. Nosotros hicimos al revés: apenas nos llegó, sin importar la hora inusual, fuimos por el destapador y le entramos. Primero lo primero. Y resultó, porque ahora escribimos con autoridad, con ese largo y persistente final en boca…
La verdad, para nosotros, es que este vino da los reflejos dorados del sol de Gualtallary, allá arriba en Tupungato. Si uno mira la botella al trasluz, bien puede soñar un mediodía de otoño con la cordillera de fondo. Y si se avanza metiendo la nariz en la copa, ahí encontraremos las huellas de las nueces y almendras naturales de la zona, más el toque pícaro de la manzana verde. Y al saborearlo, lo que empezó como complejo se vuelve simple, la amalgama se abre, acá la vainilla que viene del roble, allá un lejano aroma a jarilla mojada por la lluvia, acá un vaho de piedra bola calentada al sol, allá un humito saliendo del fogón… Y bueno, para eso sirve la imaginación, y este vino provoca imaginar.
Ahora sí, la ficha técnica, con la descripción ajustada del sommelier y la caracterización del enólogo, como corresponde:
NOTAS DE CATA:
De color amarillo pálido con ribetes dorados, límpido y brillante, en nariz es muy expresivo, con elegantes y complejos aromas típicos de la variedad. Sobresalen delicadas notas a frutos secos (almendra tostada, nuez y avellana) en perfecta sintonía con aromas cítricos (manzana verde, lima, piña), minerales y sutiles toques de vainilla aportados por las barricas de roble. En el paladar es refinado, de amplio volumen y notable concentración. Se destacan, en el medio de boca, sabores a frutas blancas maduras, amalgamadas con una acidez refrescante y un balance excepcional. De largo y persistente final.
NOTAS TÉCNICAS:
– Variedad: 100% Chardonnay.
– Apelación: Gualtallary – Valle de Uco – Mendoza – Argentina.
– Suelo: De origen aluvional, franco arenoso, en algunos sectores con afloraciones de piedras con materiales calcáreos.
– Altura: 1.250 metros sobre el nivel del mar.
– Clima: Desértico continental, con gran amplitud térmica, en rangos bajos de temperatura que generan condiciones ideales para obtener uvas de gran calidad.
– Cosecha: Principios de febrero de 2020.
– Elaboración: Molienda de uva en frío y escurrido del mosto, luego con desborre estático a 5º C durante 48 horas. Despué, con trasiego para obtener un mosto con una turbidez de unos 80 NTU. La fermentación alcohólica se realiza en barricas de roble francés, con una primera inducción de levaduras nativas, y luego se inoculan levaduras seleccionadas; este proceso se prolonga por unos 16 días a temperaturas que oscilan entre los 18º C y 21º C. Concluida la fermentación alcohólica, se deja en barricas por unos 11 meses, en contacto con las borras de fermentación.
– Fermentación maloláctica: Sí.
DATOS TÉCNICOS:
– PH: 3,40
– Acidez: 5,62 gr/l
– Azúcar residual: 1,80 gr/l
«Nuestro camino es expresar al máximo lo que tiene cada terruño»
Más conocido como «Pepe», José Morales (49), enólogo de vocación y profesión, ya tiene ya un largo camino en la industria del vino. Desde hace casi dos años, es el máximo responsable de los vinos de de Huentala Wines, el emprendimiento vitivinícola que el reconocido empresario mendocino Julio Camsen lleva adelante junto a su familia en Gualtallary, Tupungato. Morales viene forjando su prestigio desde hace más de dos décadas, y en su recorrido cuenta con distinciones importantes como han sido las de obtener dos galardones al «Mejor vino del mundo» en sendos concursos en Corea del Sur y Japón, con dos productos elaborados en su trabajo anterior en Pyros Wines, en el Valle de Pedernal, San Juan.
Comenzó hace varios años en Bodega Martelén, para luego incursionar en el mundo de los espumantes en Pascual Toso. Luego, en su paso por el grupo Salentein, lideró la enología de Callia y Pyros -ambas bodegas en San Juan- Ahora, tras ganarse en 2019 la confianza de la familia Camsen y apostar su talento profesional de vuelta en Mendoza, desarrolla los vinos de Huentala Wines en Gualtallary, Tupungato, Valle de Uco.
-¿Cómo es esto de ser el «editor» de vinos con una marca ya reconocida como Huentala Wines?
-Lo que hago es seguir el camino marcado por Huentala Wines, de «explotar» al máximo los terruños, o sea expresar bien lo que da cada terruño, sobre todo en un lugar con tanto potencial como Gualtallary. Allí tenemos nuestros viñedos con malbec y cabernet franc, y para el chardonnay nos asociamos con viñateros de la zona, que proveen una uva de excelente calidad.
-¿Cómo se hace para diferenciar, dentro de una misma parcela, distintos sectores de características topográficas diversas, para lograr desde esa diferenciación productos únicos?
-En 2019 ya habíamos hecho un producto bastante lindo, del que estamos orgullosos. El año pasado hicimos algunas microvinificaciones de malbec, en terrenos en donde ya a nivel superficial se veía que el suelo era diferente. En varios de los cuarteles advertimos cosas muy particulares en el suelo, entonces hicimos algunas microvinificaciones con la cosecha 2020, pese a las dificultades por la pandemia, con complicaciones logísticas. Pero lo más importante en 2020 fue un trabajo de estudio de suelos con el geofísico Guillermo Corona -autor del impactante libro «La Geografía del Vino: Valle de Uco»-, quien nos mapeó toda la finca de acuerdo a las características del suelo.
Él nos marcó algunos lugares donde había piedras distintas, sobre todo con materiales calcáreos, y a la producción de esos puntos la vinificamos aparte, con microvinificaciones. Aún estamos en pleno proceso, todavia está en orujo, pero ya se notan las diferencias. Y a la cosecha la hicimos basados en ese mapa que nos hizo Guillermo, a todo el viñedo lo hemos cosechado dividiéndolo por sectores de acuerdo a las características de los suelos… Fuimos separando las microvinificaciones de islas que eran muy particulares en distintas piletas y tanques…
-¿Cuál es la diferencia entre un block y una isla en términos topográficos y agronómicos?
-El block es algo general, es la delineación geométrica de un viñedo. Y dentro de un cuartel, nosotros llamamos isla o parcela a ciertos sectores que queremos identificar, es un modo informal de llamar a ese sector… Dentro de un cuartel, uno puede identificar varias parcelas con características de suelo similares o parecidas…
-¿Y de cuáles sectores provienen las uvas para el Chardonnay 2020?
-Son suelos con características propias pero no los mismos de nuestra finca de donde sacamos el Gran Sombrero. Para el Chardonnay buscamos terroirs especiales entre las fincas de nuestros productores asociados, a los que les compramos la uva, siempre en Gualtallary.
-Pero el Chardonnay no es una microvinificación…
-No, es una producción más grande, son 2.500 litros, 250 cajas de 9 litros (12 botellas de 750 cm3) cada una.
-Describinos las características de ese vino tan especial, tan trabajado…
-Es un manejo distinto al que hicimos con el Gran Sombrero. La característica principal está dada por la elaboración… Para el Chardonnay buscamos expresar mucha fruta, así que decidimos hacer una fermentación en barrica, un desborre estático, y después llenamos barricas y fermentamos en barrica, en las que estuvo 11 meses. Lo que logramos es un Chardonnay con toda la tipicidad del varietal, con aromas de frutos secos por el contacto con borra; vas a encontrar nuez, almendras, avellanas, frutas más frescas, manzanas, bastante ananá, todo enmarcado en lo que te da la madera. Es un vino untuoso, porque tiene fermentación maloláctica; es agil en boca, tiene paso fluido, si bien es un vino complejo. Respeta mucho la frescura del lugar, de Guatallary. La intensidad aromática es alta, no es media, lo que responde mucho al varietal. Cuando lo probás te das cuenta de la tipicidad que tiene, lo identificás claramente con un chardonnay de alta gama, complejo. Y el paso por barrica marca una diferencia grande… También trabajamos mucho con las borras: dependiendo de la degustacion, hacíamos movimientos de borra.
-¿Que te gustaría destacar de tu equipo de trabajo, de la modalidad y el estilo de la bodega?
-Toda la gente de Huentala Wines tiene pasión por la calidad, que es lo que nos pide Julio Camsen siempre: destacarnos por la calidad, por diferenciar lugares y varietales. Estamos todos alineados con la impronta de Camsen, que es un apasionado por el vino y por la calidad.
-¿Cómo puede hacer el público para conocer más sobre el producto, además de beberlo, claro?
-Hoy (11/5) lo presentamos en sociedad, con distintas acciones en nuestras redes sociales, que cualquiera puede ver. Y el domingo 16/5 ofreceremos un Instagram Live de participación abierta, con el sommelier Mariano Fresco, quien nos contará su experiencia con el Chardonnay 2020.
Huentala Wines: arte, pasión y familia
Tras aprender el trabajo y los secretos de la viña junto a su abuelo y su padre, Julio Camsen desarrolló una pasión por esta tierra mendocina y sus vinos. En una búsqueda constante del lugar ideal para hacer sus propias etiquetas, en 2002, en las tierras andinas cerca del volcán Tupungato, la familia Camsen encontró una finca con las condiciones perfectas para lograr vinos únicos. Un terreno de 230 hectáreas ubicado en la zona de Gualtallary fue el lugar elegido.
En 2010 comenzó la primera etapa del proyecto con la plantación de las primeras 85 hectáreas de malbec. La finca lleva el nombre de la mamá de Julio: La Isabel Estate. Es un terroir con mucho carácter, con 230 hectáreas en Tupungato, Valle de Uco, a una hora de ruta desde la capital mendocina. Los viñedos están ubicados entre los 1.100 y los 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar, en suelos arenosos, pedregosos y calcáreos, en la pendiente que baja de la cordillera.
El clima está caracterizado por una gran amplitud térmica, y por la altura los viñedos tienen gran exposición solar. Así, a causa de las radiaciones ultravioletas, las plantas reaccionan generando más polifenoles y taninos para proteger las semillas. Esto, indirectamente, beneficia a la calidad de los vinos elaborados con esas uvas, al brindarles un alto contenido de materia colorante y más cuerpo.