Los ingenieros de sonido Filippo Cosentino y Federico Mollo, del pueblito de Alba, Piamonte, están un poco locos. Pero ya se sabe que la locura engendra genialidades, y la suya fue crear una herramienta digital que permite convertir en sonidos las burbujas y los movimientos del vino en una copa. También descubrieron que cada varietal posee notas musicales propias, que se arrancan introduciendo un sensor o un dedo en el vino. Así, en teoría, uno podría jugar a reconocer un varietal a distancia o imaginar sensaciones a partir de esta emisión de sonidos.
Dos ingenieros italianos inventaron una técnica que permite crear música a partir del vino y transmitir esos sonidos digitales vía internet o cualquier sistema de comunicaciones, incluso graficarlos con colores y disfrutarlos en una pantalla de teléfono, computadora o televisor.
Filippo Cosentino es un reconocido músico de jazz, y su amigo Federico Mollo es el ingeniero de sonido que trabaja con él procesando sus ideas musicales. Ambos están un poco locos, y de esa locura linda surgió la idea que ya ponen en práctica (ver video). Comenzaron dando recitales del clásico Barolo producido en la región del Piamonte italiano donde viven.
Filippo es capaz de generar sonidos haciendo girar el vino en la copa, o simplemente tocándolo con un dedo. Para él, es una nueva forma de «degustar» el vino, «es una experiencia auditiva más que olfativa asociada con el vino», afirmó en reciente declaraciones para Euronews y el medio vitivinícola Vinetur, que se interesaron por su desarrollo.
Filippo es músico, compositor y diseñador de sonido especializado en jazz y músicas del mundo. También escribe bandas sonoras para cine, televisión y radio. Junto con su colega Federico, ingeniero de sonido y diseñador, crean sonidos individuales para diferentes vinos. El clásico Barolo, con mucho cuerpo, por ejemplo, tiene un sonido de graves profundos.
Los tonos de cada vino se crean primero en una computadora. Luego se sujeta una varilla de metal en el vino y, dependiendo de cómo se mueva el vino, se modulan los sonidos en la computadora. De esta forma se crea una «huella sonora» única del vino.
«La parte física de la degustación se trata del flujo de corriente eléctrica. Con un dedo, sumergiéndolo en el vino en lugar de tocar el borde, puede cambiar el flujo eléctrico. Este flujo eléctrico modula los sonidos», explica Mollo.
Entonces, el sonido del vino cambia dependiendo de quién sostenga la copa y de cómo se mueva el vino.
Los dos investigadores también han creado un sonido propio para los vinos espumosos, que cambian según el tamaño y la fuerza de las burbujas que contiene.
«Interpretamos las burbujas como una pequeña improvisación, porque siempre te sorprenden cuando salen de la botella y rebotan arriba y abajo en la copa. Así que creamos un sonido que nos permite improvisar también a nosotros», explica Cosentino.
La idea original de esta herramienta es poder «degustar» los vinos a distancia, disfrutando de los sonidos -y eventualmente del «color» del sonido en una pantalla digital.
Interpretamos las burbujas del vino espumante como una improvisación única de ese vino, porque las burbujas siempre te sorprenden cuando salen de la botella y rebotan arriba y abajo en la copa…»
Filippo Cosentino, ingeniero de sonido, músico de jazz e inventor
«Lo que creemos que hemos aprendido en este tiempo de confinación y aislamiento por el coronavirus, en el que todos estamos mirando una pantalla para hablar con alguien, es que cuanta más experiencia y más sentidos estén involucrados, mejor podremos percibir ciertos productos», dijo Cosentino.
El experimento aún está en pañales, pero los dos planean ofrecer su tecnología a los productores de vino para que puedan compartir esta forma de cata de vinos con otros amantes del vino en el futuro.
Fuentes: Euronews y Vinetur