Una buena razón para brindar: el consumo moderado de vino tinto no sólo reduce las enfermedades cardíacas, sino que también colabora para compensar las insuficiencias del riñón. Así lo confirmó recientemente un estudio pionero realizado por científicos de la Universidad de Chile, con sede en Santiago de Chile.
Por Ramón Rodrigo, médico y docente de la Universidad de Chile
«El vino es cosa maravillosamente apropiada si en salud como en enfermedad se lo administra con tino y cierta medida”. Esta frase es atribuida a Hipócrates, el sabio griego denominado Padre de la Medicina, y su afirmación ha sido confirmada en numerosos estudios científicos que han resaltado las virtudes de la ingesta de uvas, mostos y vinos por el hombre.
Durante el estudio se diseñó un modelo experimental en el que durante 10 semanas se administró a ratas diversos líquidos, que equivaldrían a 10 años de consumo crónico en un ser humano.
Gracias a diversas investigaciones, el vino se ha revelado no sólo como un placer al paladar, sino también como un significativo antioxidante, junto a las frutas y verduras, ya que permite neutralizar la agresión de los radicales libres.
Nuestro organismo está sometido a la acción constante de estas moléculas, y cuando no es capaz de defenderse de ellas se produce el llamado daño oxidativo, que es el responsable del desarrollo de diferentes trastornos y patologías degenerativas crónicas como el envejecimiento prematuro, los trastornos neurológicos, las cataratas y las enfermedades cardiovasculares. De ahí que el consumo moderado y regular de vino reduciría considerablemente el riesgo de presentarlas.
Al medir los parámetros funcionales, bioquímicos y morfológicos se reveló que el riñón de estas ratas sufría menos daño cuando habían sido sometidas al vino».
Profesor doctor Ramón Rodrigo, conductor del estudio de fisiopatología renal.
Tras 3 años de investigación, el Laboratorio de Fisiopatología Renal, perteneciente a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, llegó a la conclusión de que la ingesta de esta bebida tendría también posibles efectos protectores en la prevención de los problemas renales. El estudio, llamado Efectos del Etanol y Vino, que contó con apoyo del Fondecyt, fue realizado por el Prof. Dr. Ramón Rodrigo, académico del Departamento de Fisiopatología renal del Instituto de Ciencias Médicas de esta casa de estudios; este informe es el primero en el país y en el mundo en abordar las bondades del famoso brebaje en insuficiencias al riñón.
Para realizar la investigación, previamente se realizó una selección de muestras en la que sólo se analizaron vinos chilenos de cepas Cabernet Sauvignon, de viñedos del Valle Central, específicamente de la zona de Cauquenes, las viñas con los mayores índices antioxidantes.
Adiós al estrés oxidativo
Durante el estudio se diseñó un modelo experimental en el que durante 10 semanas se administró a ratas diversos líquidos, que equivaldrían a diez años de consumo crónico en un ser humano. Un grupo de roedores recibió vino; otro agua; un tercero alcohol de la misma concentración del vino y el cuarto vino desalcoholizado. Con esto se buscaba descubrir y separar la contribución que tendría el etanol y los componentes no alcohólicos en el organismo.
La idea del proyecto científico era que el llamado estrés oxidativo, que produce el daño renal, pudiera ser interceptado por el tratamiento. Para ello se midieron los parámetros de estrés oxidativo a nivel sanguíneo y renal de las ratas. Los resultados no dejaron de ser sorprendentes: los animales tratados con vino tenían parámetros con un mayor predominio de los antioxidantes, en relación a los anteriores controles. Le siguieron los que consumieron vino desalcoholizado y en tercer lugar los tratados con etanol.
Más tarde, los roedores fueron sometidos a una prueba que produce insuficiencia renal aguda que fue inducida por medio de una inyección intramuscular de glicerol. “Al medir los parámetros funcionales, bioquímicos y morfológicos se reveló que el riñón de estas ratas sufría menos daño cuando habían sido sometidas al vino. Asimismo, aquellas que tuvieron el tratamiento con etanol fueron protegidas de la insuficiencia renal aguda”; sostiene Rodrigo.
Se comprobó que tanto el etanol como los compuestos no alcohólicos del vino ayudaron a crear un sistema de protección. El primero, porque aumentó la actividad de las enzimas antioxidantes, que son las que ayudan a depurar al organismo de radicales libres. En tanto, los segundos contribuyeron a aumentar otros parámetros de estrés oxidativo, que reflejaron que había un predominio de estados antioxidantes, contribuyendo todos a un mecanismo de protección al riñón.
Mientras más hollejo, más sano
Una de las razones que explican los elevados contenidos de flavonoles (poseedor de antioxidantes) del vino tinto chileno, y específicamente en el Cabernet Sauvignon, es el clima. En este país, la uva logra madurar en condiciones asoleadas por lo menos 4 meses al año. El otro factor tiene que ver con el cultivo de las viñas y los eficientes métodos de vinificación, además de presentar las uvas un hollejo bastante grueso.
Como los flavonoles están en el hollejo, mientras mayor sea la cantidad de éste que se use en la proceso de producción del vino, superiores serán las cualidades en pro de la salud. Las uvas pequeñas tendrían mayor protección de hollejo que las grandes, por lo tanto, aquellas variedades con un mayor grosor de éste y de pequeño tamaño, como el Cabernet Sauvignon, estarían favorecidas. Todo esto se da especialmente en el vino tinto porque se prepara a partir del grano completo (pulpa, piel y semillas); en cambio, el blanco sólo se hace con el jugo de la uva y por ende tiene menores facultades protectoras para el organismo.
Fuente: Universidad de Chile