El presidente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA) y titular de Bodegas Familia Zuccardi expresa su apoyo y el de sus representados a la firma del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea (UE). Sin embargo, en esta nota publicada en el diario Los Andes el 30/06/19 y replicada en varios medios nacionales, advierte que en el tiempo de adaptación que ahora comienza habrá que corregir asimetrías y lograr la convergencia arancelaria.
El capítulo “vinos” de la negociación entre la Unión Europea y el Mercosur en vistas a un acuerdo de libre comercio muestra un enfrentamiento ficticio entre apertura y proteccionismo. Este falso dilema esconde la falta de un procedimiento de consulta del gobierno nacional a toda la cadena de valor vitivinícola y no sólo a opiniones parciales. Y lo que es peor, oculta la ausencia de un análisis técnico de medición de impacto de las consecuencias del acuerdo que se quiere impulsar.
En cualquier negociación de comercio internacional, las asimetrías de un sector respecto del otro constituyen el núcleo central de la discusión y la evaluación del punto de acuerdo en tiempo y condiciones de intercambio. En el debate por el acuerdo entre Unión Europea (UE) y Mercosur, varios sectores de la economía argentina coinciden en que hablar de aranceles sin considerar los subsidios de la UE a su producción resulta al menos llamativo, máxime cuando Estados Unidos ha advertido que no tolerará más subsidios europeos en productos como lácteos, aceites y vinos y amenaza con subir sus propios aranceles. Del mismo modo, China abrió un procedimiento antidumping acusando a los vinos europeos de beneficiarse indebidamente de subsidios para desplazar a otros competidores en el mercado chino.
La negociación entre UE y Mercosur se inició hace 19 años y se fue demorando por los problemas de propiedad intelectual que reclama la UE y las grandes divergencias de escala de mercados y de competitividad con las economías de los países del bloque sudamericano. En el caso del vino, la salida del Reino Unido de la Comunidad Europea cambia sustancialmente los términos del intercambio ya que el “Brexit” reduce prácticamente a la mitad la demanda de vinos del Mercosur a la UE y torna negativa la balanza comercial de intercambio de vinos, según lo muestra el estudio del Observatorio Vitivinícola Argentino.
Respecto de las asimetrías, es esencial remarcar que la UE destina sólo a la promoción de sus vinos unos 900 millones de euros por año, presupuesto que concentran España, Francia e Italia y que este año se sumará 510 millones de euros extra para mejorar su competitividad en el negocio mundial de vinos. A estos subsidios directos hay que sumar más de diez programas destinados al sector productor y las líneas de financiamiento para bodegas.
En este contexto, Argentina reduce reintegros de impuestos, grava las exportaciones de vinos mediante retenciones, aumenta el costo del dinero y lleva la presión fiscal a niveles récord. Por lo que una rebaja de aranceles a cero en forma inmediata significaría que a partir de la puesta en vigencia del acuerdo se reduciría del 27% a 0% el arancel de ingreso de vinos europeos a Brasil y de 20% a 0% para Argentina; mientras que el ingreso de vinos del Mercosur a Europa pasaría de 4% a 0%. Según datos del Observatorio Vitivinícola Argentino esto llevaría a un incremento de la exportación de vinos europeos al Brasil del 33% mientras que la exportación de vinos argentinos a Europa crecería apenas 1,1%. Todo ello sin considerar los posibles efectos en el mercado interno argentino, una plaza de 800 millones de litros de vinos.
Lejos de falsos contrapuntos, la verdadera posición de la vitivinicultura argentina expresada por la Corporación Vitivinícola Argentina a la luz de datos y estudios de las consecuencias del posible acuerdo, afirma definitivamente “sí” al acuerdo entre Mercosur y Unión Europea, “sí” a un tiempo de adaptación y de convergencia arancelaria para equiparar asimetrías y ratifica la intención de generar junto al Estado Nacional un programa de competitividad de no menos de cinco años. Finalmente, aspiramos a involucrar a los gobiernos provinciales en la negociación.
Aquí no hay un enfrentamiento entre colegas de la industria; hubo sí conversaciones parciales basadas en relaciones de cercanía más complacientes que institucionales. En temas estructurales y estratégicos como los acuerdos internacionales, la vitivinicultura necesita consolidar ámbitos de articulación pública y privada, con participación abierta y argumentaciones técnicas y no fogonear debates apurados atizados por conveniencias.