La bodega Héctor Meli, fundada en Tupungato por un inmigrante italiano en 1908, es un claro ejemplo de gerenciamiento familiar prolijo y esforzado, con un correcto aprovechamiento de las posibilidades de financiación que brinda el Estado, en este caso del gobierno de Mendoza. Con un crédito del Fondo para la Transformación y el Crecimiento (FTyC), la familia Meli montó un sistema solar fotovoltaico y un equipo para refrigerar agua, lo que le ha permitido un uso más eficiente de la energía, con la consiguiente reducción de costos y disminución de la huella de carbono. Gracias a estas prácticas sustentables, muy valoradas hoy en el mundo, logró aumentar sus exportaciones de vino a Europa y Estados Unidos. En este reportaje, Gerardo Meli cuenta la historia de su empresa ycómo canalizó para generar trabajo y divisas la financiación estatal.
La Bodega Héctor Meli de Tupungato, Valle de Uco, es una clásica empresa familiar mendocina que echó raíces a fines del siglo XIX de la mano de un pujante y visionario inmigrante, como los tantos que con su trabajo hicieron grande a Mendoza.
Siguiendo la huella trazada en esos lejanos años, hoy los herederos del pionero italiano que fundó el próspero establecimiento, con la ayuda de un crédito del Fondo para la Transformación y el Crecimiento (FTyC) del gobierno de Mendoza, han podido poner en práctica la sustentabilidad ambiental y económica tan necesaria ante el cambio climático y tan valorada en el mundo como precursora de productos de calidad.
Gracias a una línea de inversión con crédito oficial, adquirieron un sistema solar fotovoltaico para generar energía eléctrica propia y un refrigerante de agua, lo cual no sólo les permitió bajar costos sino también disminuir la huella de carbono.
Con estos emprendimientos amigables con el ambiente, la Bodega Héctor Meli puede mostrar un valor agregado que facilita la exportación de sus vinos, principalmente a Europa y Estados Unidos.
Cuatro generaciones dedicadas al vino con pasión y trabajo
Gerardo Meli, representante de la cuarta generación de la familia dueña de Bodega Héctor Meli, contó que la historia de su empresa nació a fines del siglo 19, cuando “mi bisabuelo vino de Parma y se estableció en Luján, donde trabajaba su primera finca con vides y donde empezó a elaborar su primer vino”.
Meli contó que su antepasado pionero “emigró y se instaló en 1890 en el Valle de Uco, más precisamente en Villa Bastías, Tupungato, donde compró 2.000 hectáreas con el producto de la venta de otra finca que tenía en Luján. Allí comenzó con ganado y aromáticas, en 1900 planta sus primeras vides y en 1908 construye su primera bodega”.
“Aprovechamos las aguas de deshielo y vertientes, que bajan por los cauces a 15º C y, en un intercambiador, hacemos la refrigeración de la fermentación, con menor uso de los equipos de frío y, así bajamos la huella de carbono.»
Gerardo Meli
El empresario detalló que su bisabuelo «levantó una usina eléctrica, El Molino, para obtener su propia electricidad. La finca creció y así construyó la bodega actual, con capacidad para 4 millones de litros. Una vez que llegó el tendido eléctrico a la zona, dejó de usar la usina. Por entonces, la bodega, siempre a cargo de toda la familia, vendía vinos a granel”.
La reconversión
Meli relató que, “hace unos 30 años, mi papá Héctor compra la bodega a toda la familia y comienza un proceso de reconversión para salir del negocio de volumen y entrar a un negocio de vinos de calidad. Comencé a trabajar yo y generamos una política de exportación. Hace unos 10 años empezamos a exportar a granel con un proceso de certificación, con las patas ambiental, social y de calidad, siguiendo el protocolo de sustentabilidad de Bodegas de Argentina, con medición de huella de carbono”.
En ese marco, el bodeguero explicó que, con el crédito otrogado, “instalamos un refrigerante en el canal y levantamos un parque fotovoltaico de 30 kw. El crédito nos ayudó para bajar la huella de carbono y reducir costos”.
Actualmente la bodega elabora 1.000.000 de litros anuales de vino, de los cuales el 30% son orgánicos. La mayor parte malbec, aunque también producimos bonarda, torrontés y merlot. Exportamos principalmente a Europa y EEUU, aunque también tenemos bodegas compradoras”.
Gerardo Meli
Fiel al espíritu emprendedor que caracteriza a la familia desde hace más de un siglo, los Meli no se quedaron quietos y, contó el empresario, «desde hace dos años comenzamos un proyecto de embotellado. Nuestra marca ícono es Bajo Piedra, pensada en San José, Tupungato, a 1.200 msnm, con mucha presencia de canto rodado que le da una característica especial a nuestro vino. Y este semestre saldremos con dos líneas de vino con variedades malbec, cabernet, chardonay y vino naranjo, que viene del torrontés. Todo con base en Tupungato, San José. La idea es que sea vino sustentable, con el packaging sustentable con huella de carbono baja”.
Líneas de crédito y contactos del FTyC
A través de la operatoria Inversión, los interesados en conseguir financiamiento para sus desarrollos disponen de tasas de interés a partir del 30% anual, según el tamaño de la pyme y el monto del crédito solicitado, sin superar en ningún caso una tasa del 65% anual. Las garantías pueden ser prendarias, hipotecarias o aval de SGR (Sociedad de Garantía Recíproca) y el plazo de devolución del crédito es de hasta 5 años incluido el primero de gracia. Ingresando a www.ftyc.gob.ar los interesados pueden informarse sobre todas las líneas de crédito del Fondo para la Transformación. Asimismo, a través de dicha web, se pueden tramitar los créditos y recibir asesoramiento on line a través de WhatsApp, el cual es atendido por personal técnico especializado, de lunes a viernes de 8:30 a 13:30 horas. En los mismos días y horario también se puede acudir a la Sede Central del FTyC (Montevideo 456, segundo piso, Ciudad) o a sus delegaciones del interior.
Tasas que permiten hacer inversiones
Meli detalló que gracias a la línea Inversión del FTC su bodega pudo instalar “una planta solar que la diseñamos y trabajamos con la empresa Energe. La idea es suplir el 100% de nuestro consumo eléctrico. Hicimos un cálculo de los kw/h por año. Tomamos el financiamiento para pagar el equipo. Ha sido un éxito ya que nos permitió bajar mucho la huella de carbono y tener beneficios con la tarifa de luz”.
Asimismo, adquirieron un refrigerante para un canal de riego. “Aprovechamos -detalló Meli- las aguas de deshielo y vertiente que vienen a 15º C y, en un intercambiador, hacemos la refrigeración de la fermentación, haciendo un menor uso del equipo de frío y, por lo tanto, también ahí bajamos la huella de carbono.» Y finalizó: “Frente a las propuestas crediticias reinantes en el mercado, el Fondo ofrece tasas lógicas que permiten hacer inversiones”.