Fulgencio Saura, un investigador español experto en nutrición, propone elaborar una harina de esta fruta rica en fibras y antioxidantes con propiedades antiinflamatorias. Su proyecto es retirar de la uva todos los azúcares, las proteínas y el agua para potenciar su efecto protector. Así, cuidamos la alimentación de la microbiota que recibimos de nuestras madres al nacer, vital para fortalecer la salud, asegura el científico.
Ricas en fibras y antioxidantes, las milenarias uvas negras son el aliado perfecto para prevenir el cáncer de colon y las enfermedades cardiovasculares, asegura Fulgencio Saura, investigador jubilado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, y experto en nutrición, quien se propone crear un polvo de esta fruta para mejorar la alimentación de los billones de bacterias, hongos y levaduras que pueblan nuestro intestino desde que nacemos.
«Lo que queremos es hacer una especie de harina de uva quitando los azúcares, la proteína y el agua de la futa para que tan solo queden la fibra y los elementos antioxidantes de la pulpa, la piel y la semilla», explica Saura en ‘Segunda digestión y nueva dieta saludable’, un libro en preparación con el que pretende marcar las pautas de una alimentación que fortalezca la salud mediante el cuidado conciente de la microbiota que recibimos de nuestras madres al nacer.
Unas bacterias intestinales alimentadas con frutas, verduras y fibras protegen de todo tipo de enfermedades inflamatorias, añade Fulgencio Saura. Por el contrario, «si lo que hacemos es darles mucha grasa animal y proteínas las intoxicamos y acabaremos padeciendo infinidad de dolencias», alerta en el mismo libro que está a punto de publicar.
Y es que cada adulto tiene entre uno y dos kilos de bacterias en su organismo que hay que alimentar saludablemente para que regulen correctamente nuestro sistema inmunitario. «A diario comemos unos dos kilos y medio de alimentos y bebidas, de los que tan solo 40 gramos llegan al intestino grueso y nutren a la microbiota», subraya. Esta es la segunda digestión, añade, convencido de que es tan importante cuidar la que se hace en el estómago como la que tiene lugar en el intestino donde conviven bacterias buenas con otras patógenas que disparan la inflamación asociada a infinidad de enfermedades.
«Lo que tenemos que hacer es mandar a esos bichitos protectores mucha fibra y antioxidantes», insiste, para mantener una alta diversidad de bacterias en la microbiota, algo vital para gozar de una buena salud.
La clave para disfrutar de una microbiota buena, en la que dominen las bacterias que nos protegen frente a la enfermedad, es una alimentación a base de frutas, verduras, legumbres y fibras, todas repletas de hidratos de carbono que son la comida favorita de esas bacterias buenas. La dieta mediterránea ha demostrado ser una buena aliada de esos bichitos protectores que generan ácidos antinflamatorios como el butirato.
Son las uvas negras, según las investigaciones de Saura, uno de los alimentos con más propiedades antioxidantes y antiinflamatorias capaces también de disminuir el colesterol malo y reducir la hipertensión. Eso sí, Saura se propone retirar de la fruta todos los azúcares, las proteínas y el agua para potenciar el efecto protector. Busca financiación para elaborar lo que él ha bautizado como «fibra antioxidante de la uva».
«Los antioxidantes favorecen primero la salud intestinal y luego a la microbiota que los transforma en metabolitos que absorben las paredes del intestino, llegan a la sangre y se reparten por todo el organismo», prosigue el investigador. Hasta que se consiga la fabricación de este remedio, Saura recomienda aumentar al ingesta de frutas, verduras y fibras, comer carnes blancas y disfrutar con moderación del vino.
«El vino tinto en cantidad moderada es una medicina», concluye Saura.
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