Con motivo del aniversario 100 de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV), replicamos cada mes una de las 12 notas de la entidad que recuerdan las resoluciones más importantes históricamente sobre la vitivinicultura global, muchas de ellas adoptadas por cada país miembro como una norma básica. En este caso, dos expertos, uno de ellos argentino de San Juan, resaltan la importancia de las uvas de mesa y su evolución en las investigaciones de la OIV.
A lo largo de casi un siglo, la producción de uvas de mesa ha sido siempre un tema importante en la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV), del que se ocupa la Subcomisión “Uvas de mesa, pasas y productos no fermentados de la vid” (Scraisin).
Desde su creación, la Scraisin tiene por objeto desarrollar proyectos de resolución, estudios y documentos de experiencia colectiva para un sector de gran importancia económica en distintos Estados miembros de la OIV.
En este marco histórico, una de las primeras grandes resoluciones fue la RESOLUCIÓN OIV AG 13/54-VIT, “DEFINICIÓN DE UVA DE MESA, MEJORA DE LOS MÉTODOS TECNOLÓGICOS, NORMALIZACIÓN Y COMERCIALIZACIÓN DE LA UVA DE MESA”. La resolución, adoptada por la 34.ª Asamblea General de la OIV celebrada en París en septiembre de 1954, proponía la siguiente definición:
“Las uvas de mesa son los frutos de la vid destinados principalmente al consumo en fresco y producidos por variedades de uva especiales o cultivadas para tal fin”.
En esta misma resolución, los delegados de la OIV establecían importantes cuestiones, tales como:
- que la mejora de los métodos tecnológicos era un asunto de cada país, o incluso de cada región,
- respecto de la normalización y comercialización de las uvas de mesa, con el fin de establecer una nomenclatura internacional armonizada para las variedades de uva exportadas, solo debía tomarse en consideración una lista exclusiva de variedades de uva de mesa destinadas a la exportación (con exclusión de las variedades destinadas al consumo interno),
- la adopción de una norma de madurez, expresada por la relación g/l de azúcares (glucosa y levulosa) y g/I de acidez (ácido tartárico).
Asimismo, la Asamblea General aconsejaba ratificar las recomendaciones de las Naciones Unidas relativas a la clasificación cualitativa de las uvas de mesa en tres categorías y solicitaba una consulta a los Estados miembros exportadores de uvas de mesa, para establecer los tipos de embalajes más adecuados.
Sobre la base de estas decisiones, en los 70 años posteriores, la OIV contó con las herramientas necesarias para desempeñar un papel crucial, manteniendo importantes intercambios con otras organizaciones internacionales (como el Codex Alimentarius) y adoptando nuevas resoluciones; en concreto, por lo que respecta a los aspectos comerciales (consulte la Resolución VITI 1/2008).
Actividades desarrolladas por la Scraisin
Por Luis Peres de Sousa, presidente de la Subcomisión Scraisin
Haciendo un análisis de los últimos 70 años, luego de la publicación de la Resolución OIV AG 13/54-VIT, observamos un gran trabajo y compromiso de todos los expertos y de la propia SCRAISIN en diferentes acciones:
- en primer lugar, en las centradas en las uvas de mesa para su consumo en fresco,
- luego, en las pasas (que tienen un alto valor alimentario), y
- por último, en el zumo de uva, de conformidad con la Resolución OIV-VITI 654-2021, “Guía de la OIV para la producción y la transformación sostenibles de zumo de uva y zumo de uva concentrado”, y la Resolución OIV-VITI 678A-2022, “Definición de la OIV de néctar de uva y néctar de uva gasificado”. Estas resoluciones ponen de manifiesto la importancia de estos productos para la salud humana, corroborada por las acciones en curso y en colaboración con la Comisión “Seguridad y Salud” de la OIV.
Puesto que la Scraisin se ocupa de productos destinados al consumo humano, a saber, uvas de mesa en fresco, uvas pasas y uvas para zumo de uva, la reducción del uso de plaguicidas ha sido siempre una de las preocupaciones de los expertos.
Esta inquietud se manifiesta actualmente a través del uso de nuevas herramientas tecnológicas, como los medios físicos, para eliminar los hongos, así como a través de acciones en curso, como la producción ecológica de uva de mesa y la eliminación del uso de plaguicidas sintéticos. Estos factores también responden a otras cuestiones como:
- la sostenibilidad (repercusiones en la biodiversidad y los ecosistemas, los microbiomas),
- las cuestiones económicas (costes de producción, reposo de la vid e impacto del cambio climático, uso eficiente del agua, cosecha mecánica de las uvas pasas en situaciones específicas e incidencia en la calidad del producto comercializado), y
- el impacto social (condiciones de trabajo).
Retos y oportunidades para la Scraisin
Por Rodrigo Espíndola, experto de la delegación de Argentina en la Subcomisión Scraisin
El calentamiento global plantea nuevos retos a los científicos, expertos, asesores y productores de uvas pasas y uvas de mesa. La cuestión principal gira en torno a la sostenibilidad económica, social y ambiental. En la actualidad, los consumidores exigen inocuidad, calidad y una buena alimentación, sin que ello suponga un perjuicio para la salud. Por tanto, el sector está aplicando nuevos enfoques basados en las buenas prácticas agrícolas y de fabricación.
La Subcomisión Scraisin deberá atender estas demandas con un criterio de sostenibilidad, proporcionando nuevas recomendaciones y resoluciones y promoviendo nuevos resultados de investigaciones, así como nuevos índices. Esto, a su vez, deberá ir unido a una revisión de las anteriores resoluciones de la OIV y a la necesidad de dar respuestas relevantes a la población y a los nuevos consumidores que buscan evitar los alimentos inseguros.
Además, la Scraisin deberá fomentar y promover los productos no alcohólicos sostenibles e innovadores para ponerlos en valor en el mercado, respondiendo a la demanda de los consumidores. Como ya se expresó hace 70 años, la idea de que todos los Estados miembros son diferentes debe ponerse de relieve, alentando la aplicación de diversas tecnologías. Los Estados miembros de la OIV suponen una gran diversidad cultural, pero en conjunto se complementan y contribuyen a obtener mejores resultados, a utilizar mejor los recursos y a desarrollar la producción de uvas pasas y de mesa.