El análisis del estado de los sarmientos de vid puede ser revelador para conocer el estado de la planta. Usar este método permite anticiparse y prever muchos aspectos de la siguiente temporada, tales como los planes de fertilización y las estrategias de poda. Sobre este tema, investigadores españoles y franceses de las empresas Excell France y Laboratorio Excell Ibérica arrojan luz, explicando en esta nota para qué sirven y qué datos de interés aportan sobre la vid y su estado de salud.
El fin del período vegetativo de la vid corresponde a la caída de las hojas, generalmente en el mes de noviembre en el hemisferio Norte y junio-julio en el Sur, cuando ocurren las primeras heladas. La viña entra en reposo vegetativo para despertar a la primavera siguiente. Para iniciar un nuevo ciclo, la vid deberá movilizar las reservas acumuladas durante la temporada anterior.
El análisis de los sarmientos proporciona información precisa sobre el contenido de los distintos elementos acumulados en la madera del año, y allí se puede medir la calidad de las reservas. Es a la vez una evaluación del año transcurrido y una puesta en escena de las posibles limitaciones de absorción de las raíces o el bloqueo de la fotosíntesis durante el ciclo vegetativo. Es también, sobre todo, una primera foto y una indicación importante del estado nutricional al inicio de siguiente ciclo. Analizando los sarmientos, puede empezarse a pensar en el itinerario vitícola de la próxima temporada y optimizar su plan de fertilización o reflexionar sobre su estrategia de poda.
Macro y oligoelementos presentes en el sarmiento
Los sarmientos de vid contienen los siguientes elementos principales: nitrógeno (N), fósforo
(P) y potasio (K), oligo-elementos (Ca, Mg, Mn, B, Fe, Zn) y fuentes de carbono de diferentes formas. Estos elementos se han acumulado a lo largo del ciclo vegetativo y, por tanto, reflejan la capacidad de asimilación de la planta durante la última campaña. El contenido de cada elemento y oligoelemento es un criterio útil de evaluación, cuyos estándares dependen de la variedad de uva, el portainjerto y el vigor general de la vid.
Pero son las relaciones de equilibrio las que nos permiten comprender los bloqueos que puedan producirse. Nos fijamos principalmente en los equilibrios entre nitrógeno, potasio, magnesio y calcio, pero todos los elementos pueden ser reveladores de informaciones útiles en función del problema.
Cada análisis debe estudiarse a la luz del resto de la información conocida sobre el viñedo (observaciones sobre el terreno, análisis del suelo y de las hojas, el material genético). El análisis del sarmiento también pone de manifiesto factores medioambientales específicos, como un contexto hídrico desfavorable (falta o exceso de agua), desequilibrio ácido-básico, presencia de una cepa desequilibrada o senescente, etcétera.
El sarmiento como indicador del almacenamiento de reservas
Alrededor de la floración, la vid se vuelve autótrofa, su fotosíntesis es suficiente para satisfacer sus necesidades de carbono e incluso para empezar a reponer sus reservas. Por lo tanto, habrá una acumulación de azúcares hasta el final de la eficiencia del sistema foliar. En este momento, también, la mineralización del nitrógeno en el suelo es suficiente para satisfacer las necesidades de la vid, que ya no necesita recuperar nitrógeno de sus reservas.
Los sustratos sintetizados por la vid pueden ser necesarios para tres tipos principales de metabolismos, clasificados por orden de prioridad y regulados por el equilibrio hormonal:
- Crecimiento, producción de brotes y hojas.
- Cuajado y maduración de los frutos.
- Almacenamiento para el año siguiente
Por lo tanto, la acumulación de reservas será más bien baja desde la floración hasta el envero, luego más alta a partir del envero y continuará después de la cosecha hasta la caída de las hojas. Los elementos se acumulan en las partes lignificadas: madera, raíces y tronco. La dinámica de almacenamiento en la madera y en las raíces está correlacionada, por lo que el análisis de sarmientos ofrece una visión global, sin necesidad de tomar muestras de los distintos órganos de almacenamiento de la planta.
El almacenamiento se verá influido sobre todo por la carga de la uva (la relación hoja/fruto influye en la acumulación hasta el momento de la maduración) y las condiciones después de la cosecha (estado de la vegetación, luz y temperatura). La calidad de las reservas de la vid se estima midiendo dos elementos principales: nitrógeno y azúcares. La principal forma de reserva de carbono es el almidón, conocido como “azúcar ligado”, cuyo 90% se almacena en las raíces. También encontramos azúcares libres (fructosa, glucosa y sacarosa).
El nitrógeno y los azúcares tienen diferentes funciones
La resistencia a las heladas durante el invierno: Desde la caída de las hojas hasta la brotación, una parte del almidón se hidrolizará progresivamente para mantener una concentración de azúcar libre en la savia, lo que permitirá a la vid soportar las temperaturas bajo cero durante el invierno.
Apoyo nutricional: La brotación corresponde al inicio del período vegetativo de la vid, con las yemas que salen del letargo para producir las primeras hojas. Bajo el suelo también se producen cambios y el sistema radicular crea las raicillas, las cuales son las encargadas de absorber elementos minerales del suelo. Desde la brotación hasta la floración, la vid es heterótrofa, no ha desarrollado suficientemente su sistema foliar para asegurar su propia nutrición de carbono mediante la fotosíntesis, y su sistema radicular para absorber los elementos minerales indispensables para su crecimiento. Por tanto, sus recursos se movilizarán a través de sus reservas.
Resiliencia frente a los riesgos climáticos: La calidad de estas reservas confiere a la planta resiliencia ante un acontecimiento climático que pueda destruir sus órganos anuales (heladas, granizo, suelo pobre, etc). La vid puede entonces recurrir a sus reservas para volver a crecer.
El rol que juega en la fertilidad de la planta: Varios estudios han demostrado que la disponibilidad de azúcares influye en la floración de ese año, pero también en la del año siguiente:
El corrimiento del racimo puede estar relacionado con una carencia de hidratos de carbono en la fase de botón floral separado. Las variedades de uva menos sensibles al corrimiento tienen un metabolismo particular que les permite conservar el almidón para ser menos dependientes de los factores externos en cuanto a la cantidad de carbohidratos disponibles. La inducción de los botones florales del año siguiente también tiene lugar en el momento de la floración del año “n”. Por lo tanto, una carencia en este momento también repercutiría en la iniciación floral del año “n+1”.
¿Por qué hacer un análisis y cuáles son sus límites?
En definitiva, seguimos sabiendo muy poco sobre los mecanismos que determinan cómo almacena reservas la vid, aunque las consecuencias de una mala carga están bien descritas. El análisis de sarmientos al final de la campaña permite evaluar el estado nutricional de la planta para saber qué apoyo, en su caso, aportar al inicio de la campaña siguiente, anticipar las variaciones de rendimiento y mejorar el itinerario vitícola técnico para adaptarlo a las condiciones de la parcela.
Este análisis de sarmientos no puede sustituirse por un análisis del suelo, que sólo proporciona información sobre el entorno. Del mismo modo, un análisis foliar o de bayas es más adecuado para evaluar la calidad del crecimiento y la fructificación a lo largo de la cosecha, sin dar ninguna información sobre el potencial del año siguiente. En definitiva, cada análisis complementa a los demás.
Fuentes. Laboratorios Excell Ibérica; Excell France; y el artículo de Gaël Lebon «Importance des glucides lors de la floraison chez la vigne (Vitis vinífera L.). Exemples de cépages présentant une sensibilité différente à la coulure», de la Université de Reims-Champagne Ardenne, 2005.
Autores: Chillou Opale, Nicolato Tommaso, Renouf Vincent, de la firma Excell France y Eduardo Leiva y Antonio Palacios, de Laboratorio Excell Ibérica.