Si bien aún no hay evaluaciones oficiales del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), la mayoría de los enólogos y agrónomos consultados por la agencia de noticias argentina Télam coincide en que la próxima cosecha podría superar largamente la del año pasado, una de las más bajas desde que se tienen registros. Si bien las uvas que ya maduran podrían haber sido perjudicadas por varios fuertes vientos Zonda, al no haberse producido heladas ni granizadas de magnitud, se piensa que la producción podría alcanzar los 21 o 22 millones de quintales. A continuación, replicamos la nota del periodista especializado Carlos Joseph.
La producción vitícola en la vendimia 2024 sería mayor a la anterior, considerada como la más baja de las últimas décadas, pese a los daños provocados por las heladas tardías y el viento Zonda, coincidieron distintos productores de todo el país.
«Durante la primera etapa, vegetativa, tuvimos las clásicas heladas tardías que incidieron pero fueron mucho menos intensas que las de la cosecha 2023, que provocaron una merma muy grande de uva; por lo tanto, es una cosecha relativamente normal hasta ahora», afirmó el ingeniero agrónomo de la Bodega Chakana, en Luján de Cuyo (Mendoza), Facundo Bonamaizón, ante una consulta de Télam.
Según Bonamaizón, «la principal contingencia que tuvimos en esta primavera y comienzos del verano fue el viento Zonda, con muchos eventos y muy fuertes que causaron daños en los brotes y las estructuras de los racimos, y probablemente tenga un efecto negativo en el cuaje o transformación de la flor en el fruto».
«Pero algo bueno del Zonda es que produce muchas nevadas en la cordillera, que recargan los acuíferos subterráneos y aumentaron la disponibilidad de agua, lo contrario al año pasado», aclaró.
Concluyó que, en términos de calor, hasta ahora es «una vendimia relativamente más fría que el año pasado, pero hay que esperar a enero, febrero y marzo, meses claves para determinar la calidad de la uva».
Por su parte Jorge Alberto Rubio, enólogo y dueño de la Bodega Jorge Rubio de General Alvear, en el Oasis Sur mendocino, estimó que «la cosecha va a estar en el orden de los 20 y 22 millones de quintales; el año pasado, con 14 millones de quintales, fue la más baja en los últimos 60 años».
«Hemos tenido cosechas de 26/28 millones de quintales, pero calculo que no vamos a llegar a eso porque El Zonda ha hecho mucho daño en algunas regiones», agregó.
Además, aclaró que «hasta ahora no han habido grandes tormentas de piedra (granizo) en ninguno de los oasis y el resto de la provincia, y tampoco heladas, lo que hace que la cosecha sea muy buena respecto del año pasado, pero inferior a otras».
En tanto, el ingeniero agrónomo y enólogo de la bodega boutique Amansado, de Luján de Cuyo (Mendoza), José Luis «Pepe» Miano, afirmó que «a nivel general se podría decir que vamos transitando una cosecha muy sana y con mermas promedio que pueden estar entre el 15% al 20%».
«El nivel técnico y tecnológico aplicado a la sanidad del viñedo permiten suponer que no habrá mayor influencia de las precipitaciones en las calidades esperadas», añadió, al tiempo que aclaró que aún quedan entre dos y cuatro meses hasta la cosecha, por lo que las condiciones pueden modificarse, derivando en resultados diferentes a los previstos.
En lo que va de la temporada, afirmó, «venimos de una situación de heladas tardías muy marcadas durante la anterior (2022/23); lo que puede derivar en brotaciones o comportamientos fenológicos extraños del viñedo, como brotaciones heterogéneas, floraciones discontinuas, etc», completó.
A su turno, Martín Azcona, winemaker de la bodega Familia Azcona del Valle de Pedernal (San Juan), señaló que «la afectación de los casos de heladas y el viento zonda fue mínima en la mayoría de los productores del pueblo».
«Se observa una producción de uvas y desarrollo de racimos parecida a un año normal, incluso mayor», resaltó ante la consulta. En tanto, agregó, «en la parte de arriba del valle, las heladas tardías de noviembre y los casos de viento Zonda han dejado saldos dispares, con pérdidas de 50% e incluso 70%, y otros no han sido afectados». «En una valoración general de todo el valle, diría que es posible que sea una cosecha parecida a la del año pasado o levemente inferior; y, a nivel de calidades, con accidentes climáticos, se verá una caída», concluyó Azcona.
«La 2024 hoy día pinta muy bien; estoy muy contento; otra vez hubo heladas pero las pudimos combatir de manera activa», afirmó por su parte Rodrigo Serrano Alou, director de Enología y Operaciones de la bodega Domaine Bousquet de Tupungato, en el Valle de Uco (Mendoza).
Según Serrano Alou, «el viñedo más grande que tenemos, el año pasado tuvo un 95% de pérdida y este año vemos mucha uva en ese viñedo, lo cual es una gran noticia».
«Lo único que hubo un viento zonda a finales de de noviembre en plena floración del Malbec, pero a simple vista hoy día afectó sólo a algunas plantas; sí hubo mucho daño de brotes y eso ha frenado un poco el crecimiento en noviembre que hoy día las plantas se están recuperando», completó.
Mucha uva provocaría una caída en los precios relativos
Una mayor cosecha vitícola incrementaría la oferta de uvas y vinos en el mercado interno, con una caída en los precios y los ingresos de las bodegas, compensada parcialmente por una eventual recuperación de las exportaciones, señaló un informe de coyuntura del Ieral de la Fundación Mediterránea.
«Aunque todavía no hay pronósticos oficiales, se espera una mayor cosecha, en un contexto de stocks vínicos que no están bajos, lo cual es señal de mayor oferta de vinos», explica el trabajo de la regional Cuyo.
De esta forma, agregó el instituto de investigación de la Fundación Mediterránea, «es posible que, en el mercado interno, los precios de los vinos aumenten por debajo de la inflación, y lo mismo ocurra con las uvas».
«En cambio, es posible que haya una recuperación de las cantidades exportadas de vinos (aumentando los graneles en mayor proporción) y de mostos; o sea, un contexto diferente al observado durante 2023», añade.
Por esto, concluye el informe, «una buena cosecha puede que sea una mala señal para los productores» porque una buena parte de los vinos que se elaboran con esas uvas se destinan al mercado interno; y una mayor oferta se traduce en precios más bajos.
A eso se agrega que hay costos de insumos y materiales que son importados, y cuyos precios se han incrementado de forma significativa, lo que complica más a los que venden en el mercado interno, mientras que los exportadores los podrían más que compensar con un dólar más caro que percibirán por sus ventas, acotó el trabajo.
Para hacer más competitivo al sector, será relevante incrementar su productividad (se requerirán más inversiones) y reducir los costos (impuestos, trámites y otros), arriesgó el informe.
El contexto macroeconómico es muy relevante (baja inflación, que haya crédito), y también se necesitará que las políticas económicas provinciales contribuyan a reducir aquellos costos, completó.
Fuente: Agencia Télam, por Carlos Joseph