La polilla de la vid o lobesia botrana es un insecto dañino que afecta la salud de las vides ayudando a provocar infecciones por botritis. En Argentina, y en particular en Mendoza, está controlada gracias a intensos programas de combate basados en la difusión de feromonas en el viñedo para inducir la confusión sexual del insecto y evitar su reproducción. En este país se utilizan los denominados difusores de feromonas «pasivos» (las conocidas «perchitas») que van liberando esa sustancia en forma regular y uniforme en el tiempo. En España, donde al bicho le llaman «polilla de racimo», están perfeccionando las técnicas de lucha, porque cada vez se permiten menos insecticidas. Un nuevo proyecto de investigación, denominado Sigis, monitorea en forma remota el vuelo de la polilla y aplica la feromona con aerosoles sólo cuando la detecta, optimizando así su efecto.
En España continúan los trabajos del Proyecto de investigación SIGIS para combatir la lobesia botrana, conocida comúnmente en este país como «polilla de racimo», mediante el desarrollo de un sistema de gestión inteligente de confusión sexual con emisión variable de feromona. El proyecto que tiene una duración de tres años cuenta con un presupuesto de 298.000 euros.
Este insecto puede provocar graves daños en el viñedo porque, entre otras cosas, contribuye a provocar infecciones por botritis. El aumento generalizado de las temperaturas ha favorecido que colonice nuevas zonas alcanzando altitudes mayores, así como pasando de 2 a 3 generaciones en las zonas más frías.
La forma más común para controlarla hasta la fecha ha sido el uso de insecticidas, pero, dadas las consecuencias para el medio ambiente y la seguridad alimentaria, las directivas europeas requieren una reducción del uso de fitosanitarios del 50% en los próximos años, lo que lleva a buscar productos alternativos que tengan la misma o mayor eficiencia manteniendo los costos.
Por todo ello, una alternativa cada vez más común es la técnica de la confusión sexual, que permite reducir insecticidas creando una nube agregada de feromona que dificulta a los insectos sus encuentros para el apareamiento. Consiste en liberar en el ambiente un análogo sintético de la feromona sexual de los insectos con el objetivo de inhibir, dificultar y/o retrasar los emparejamientos, disminuyendo su potencial reproductivo, la proliferación de nuevos insectos y por tanto la necesidad del uso de insecticidas.
El proyecto Sigis, que se encuentra a pleno rendimiento en su segunda temporada de desarrollo, persigue lograr un control preciso de la plaga mediante la actuación combinada de trampas electrónicas, estaciones meteorológicas y aerosoles de feromona conectados a internet. Este proyecto fue promovido por Grupo Rioja en alianza con las empresas tecnológicas Encore Lab y Biogard, que realizan el trabajo de campo con Bodegas Bilbainas y Bodegas Campo Viejo.
El sistema consiste en que las trampas detectan la presencia de los insectos adultos en tiempo real, delineando la curva de vuelo y enviando esta información a la nube, al mismo tiempo que las estaciones meteorológicas y las propias trampas recopilan información de temperatura y humedad de las zonas de estudio. Toda esta información se analiza para determinar los patrones de desarrollo de la plaga y fijar un sistema basado en las capturas.
La importancia de monitorear en tiempo real la presencia de la plaga deriva del hecho de que los insectos no mantienen una presencia continua durante la temporada, sino que tienen diversas generaciones, cada una con una incidencia distinta sobre la cosecha.
Estas generaciones se regulan según la cantidad de calor que haya en la región, por lo que el número de generaciones que se registran en cada zona está directamente relacionado con la temperatura. Así, en zonas más cálidas los insectos son capaces de desarrollar cada generación en un menor tiempo, pudiendo completar más generaciones durante el desarrollo del cultivo.
Según explican los técnicos de Biogard, “tradicionalmente, en Rioja hay zonas en las que se dan tres generaciones de polilla y otras en las que sólo se registran dos. El tiempo que se necesita para completar una generación depende fundamentalmente de la temperatura, de forma muy similar a lo que ocurre con el ciclo vegetativo de la vid”.
El incremento de las temperaturas hace que en zonas donde históricamente sólo se desarrollaban dos generaciones, cada vez sea más frecuente detectar un tercer vuelo. Concretamente, el año pasado (2022) se detectó vuelo de tercera generación en diversos municipios de Rioja Alta.
Estos últimos vuelos se suelen producir en fechas próximas a la vendimia, en el momento de mayor riesgo de botrytis. En la mayoría de los casos, los plazos de seguridad hacen inviable la aplicación de insecticidas convencionales, por lo que la confusión sexual resulta claramente la herramienta de control más apropiada.
El equipo técnico constata que es esencial tener las trampas preparadas en el campo a inicio de temporada, antes de la primera generación, para tener una visión clara de la presión de plaga y su evolución. “El uso de trampas electrónicas -explican- ayuda a poder tener los datos de vuelo el mismo día, reduciendo la necesidad de ir a campo a realizar el conteo a mano, lo que ayuda a reaccionar de manera inmediata a la presencia de la plaga si es necesario”.
En su segundo año de desarrollo, los equipos de monitorización de la plaga en Fuenmayor se han trasladado a parcelas ubicadas en Alfaro, buscando monitorear dos zonas climáticas totalmente diferentes.
Por otro lado, los equipos de Haro se han mantenido como el año anterior, aunque el vuelo ha sido menos intenso que otros años. La primera generación inició aproximadamente la última semana de abril, registró una parada a mediados de mayo y posteriormente continuó hasta finales de ese mes. “En la primera generación es habitual que las curvas de vuelo tengan más de un pico”, aclaran los técnicos.
En Alfaro, donde el inicio del vuelo coincidió con la Semana Santa, ha sido algo más concentrado y corto que otros años, con un pico de actividad en la segunda quincena de abril que se prolongó hasta la segunda quincena de mayo. El vuelo de segunda generación comenzó a primeros de junio en las zonas más tempranas.
Una técnica más precisa y sostenible
El incremento en el uso de la técnica de confusión sexual en el viñedo en los últimos años se debe principalmente a la eficacia demostrada y al bajo impacto ambiental del sistema.
En España, más del 10% de la superficie de viñedo utiliza sistemas de confusión sexual y este porcentaje sube hasta al 20% en la DOC Rioja.
Actualmente están disponibles diferentes productos comerciales basados en difusores de feromonas que podemos reunir en dos tipologías: difusores pasivos y aerosoles. Los primeros, más comunes, se componen de un sustrato plástico desde el que se libera la feromona de forma constante en función de las temperaturas. Los segundos son aparatos electrónicos que liberan la feromona contenida en bombonas presurizadas según un programa previamente definido.
Ambos sistemas impiden adaptar la cantidad de feromona liberada a las necesidades reales que se presentan en el viñedo, al no tener en cuenta factores tan importantes como las variables climáticas, que influyen tanto en el desarrollo de la plaga como del viñedo.
Por ello, el proyecto Sigis aprovechará los avances de IoT (internet of things) y de inteligencia artificial (IA), para desarrollar un nuevo sistema inteligente para el control de la lobesia botrana, adaptado a las características de La Rioja, que permitirá maximizar su eficacia y contribuir a su prevención en un escenario de cambio climático.
Conseguido un modelo de curva de vuelo adaptado a cada viñedo, será posible modificar la programación de los aerosoles de forma remota para modular la emisión de la feromona en función de la actividad de la plaga. De esta forma se logrará tener un sistema adaptativo y modelado de manera específica para La Rioja, que se basará tanto en el histórico como en la toma de datos en tiempo real.
Con una duración de tres años y un presupuesto de 298.000 euros, el Proyecto Sigis cuenta con el apoyo de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de La Rioja y está cofinanciado con fondos Feader.
Fuente: Mercado del vino y la distribución