Juez de la Cámara en lo Penal de Menores de Mendoza, docente universitario, doctor y máster en Derecho, integrante de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza y reconocido escritor, el doctor Carlos «Charly» Parma adelanta para Enolife este capítulo de un nuevo libro suyo, en proceso de edición, en el que detalla el verdadero nacimiento de la vitivinicultura mendocina, en la época del gobernador Rufino Ortega (foto principal), entre 1883 y 1887.
Si alguien quiere hacer una revolución, un verdadero cambio de paradigma, el gobernador de Mendoza Rufino Ortega era la persona elegida. Hombre sin fisuras ni titubeos, si los hubo.
Fuerte mando y convicciones, visión de futuro y un espíritu muy especial para elegir colaboradores de talla. Si el cambio favorable venía, tenía que tener buenas tierras con agua, buena mano de obra para ellas, empresarios decididos a trabajarla, muy buenas construcciones y maquinarias, el telégrafo y el tren que permitiera que los insumos se conociesen y llegasen a la provincia para poder, luego de producido, distribuirlos: Ortega era todo eso. Y lo sabía.
La inmigración en la Argentina antes de Ortega era prácticamente chilena (1). Esto se va a modificar sustancialmente entre 1869 y 1914 con los venidos de ultramar.
El tema de la inmigración europea se torna una política de Estado muy fuerte, básica en el desarrollo futuro de Mendoza y -de suyo- en el país. Un ejemplar decreto del 26 de marzo de 1884 otorga primas y facilidades a los inmigrantes que tengan “moralidad y buena salud. Prácticos en toda labor agrícola con especial en el cultivo de la vid y en la elaboración del vino” (art. 1). Se le imponía al jefe de la oficina -que cobraría 1 peso de estipendio por inmigrante remitido- que tomase hombres de 14 a 45 años y mujeres de 13 a 40 años. Ortega toma esto como una política de Estado y lo hace -al decir de Marianetti- con “suavidad militar” (2). Ya a esa altura el porcentaje de viticultores extranjeros llegaba prácticamente al 30 por ciento (Girini).
Hay que resaltar que los cultivos de vid europeos habían sido atacados por graves plagas, en especial por la peronóspora (3) y la filoxera; esto provocó una emigración especializada que buscaba un porvenir auspicioso y que conocía los riesgos de esa empresa. En realidad, nacía una nueva Mendoza y Rufino Ortega era el conductor de ese próspero cambio (4), que se apoyaba en una alta calidad educativa y de fomento (Ley de promoción agrícola de 1874 y subsidios otorgados con posibilidades de crédito por el gobernador Francisco Civit).
Si bien en 1883 el padrón de superficie cultivada de vides en Mendoza era de 2.788 hectáreas, luego de 17 años pasó a ser de 26.618 hectáreas, un dato que habla por sí solo.
Esta oportunidad de cambio hace que llegue del Piamonte italiano a Mendoza una figura relevante en lo que será el futuro vitivinícola: Don Pascual Toso. Este hombre, muy joven, será un pilar y ejemplo de hacedor. Elegirá varias zonas para desarrollarse, aunque intuitivamente entendió que en la zona de Barrancas-Agrelo podría estar un cultivo de alta calidad. Su expansión industrial fue en Guaymallén. Más precisamente en San José, lo que hará que poco tiempo después con López de Gomara creara allí “Buena Nueva”. Máquinas llenadoras y embotelladoras de vino llaman la atención del rubro (5).
Toso era esencialmente un hacedor que, lleno de proyectos y de ilusiones, llega a la Argentina en 1884. Años más tarde se asociará con Don Bautista Gargantini bajo la razón social “Toso y Gargantini» (6), en 1890, creando la bodega que se instala en San José, Guaymallén y aún sobrevive.
Voy a poner foco en el año 1884 donde Mendoza -al decir de la profesora Adriana Micale- tiene una marcada “italianización”. Esta especie de “tsunami” inmigratorio, especialmente italiano, modificará inclusive la estructura conservadora y esquemática de la sociedad de Mendoza. La italianización impone usos, orden, costumbres, comidas, ideas, lenguaje, música y modismos, pero lo que más le interesa al gobierno es la calidad de este agente étnico en cuanto tiene tiene un enorme y desconocido empuje, voluntad de hacer cosas, de triunfar, riqueza imaginativa, espíritu de empresa, deseo de dominio y ambición (7).
En este año 1884, con Ortega en el poder, el negocio del vino logra exportar de manera próspera e inusual (8).
Viñedos, el nuevo paisaje rural
Empieza a existir un cambio de paisaje rural. La gran historiadora mendocina Guaycochea de Onofri dirá en un verdadero todo poético: “Orden en el suelo, nivelado orden en las rectas hileras de viña, que van midiendo, dividiendo, controlando, en todo el espacio agrícola» (9).
Arriba a Mendoza un ex combatiente de Garibaldi: Don Antonio Tomba. Éste “futurista”, natural de Valdagno, contraerá nupcias con Doña Olaya Pescara. Con sus hermanos construye una bodega (en San Martín y Rivadavia, de Godoy Cruz) y crece exponencialmente en producción y viñedos.
Tomba será “la puerta del departamento de Godoy Cruz” y su bodega de gran escala todo un hito, con más la casa patronal de referencia (10). Otro nuevo paisaje próspero para Mendoza. Aunque “el barrio de las bodegas” viajaría pronto a Maipú.
En Godoy Cruz, Don José Díaz Valentín inicia su actividad vitivinícola y se asociará a Miguel Escorihuela Gascón. Don Balbino Arizu, de Navarra, España, trae progreso a Godoy Cruz y Maipú.
Arizu pone su hermosa vivienda en la actual calle San Martín frente a la icónica bodega que aún subsiste. Se urbaniza todo hacia el oeste. La zona se vió muy fortalecida por la presencia de muy buena agua, que distribuye un poco más al oeste el llamado “tapón de Sevilla”, que dará inclusive nombre a una pequeña zona de antaño. Juan Giol -cuñado de Gargantini- y decenas de pioneros se suman a esta “revolución del vino”.
Hay que detenerse en algunos personajes que ocuparán un destacado rol en el gobierno de Ortega. Tiburcio Benegas fue tal vez un ad later necesario de Ortega y, además, quien lo sucedió.
Benegas se destacó también en la industria vitivinícola, fundando en 1883 la bodega El Trapiche en Godoy Cruz, la que fue pionera en la elaboración de vinos finos al traer las primeras cepas francesas que llegaron al país, además de incorporar tecnología de avanzada. Junto a Silvestre Ochagavía en Chile y Agoston Haraszthy en California, son considerados los impulsores de la industria vitivinícola en América.
Otra figura relevante de la época de Ortega fue Miguel Escorihuela Gascón (Tronchón, Teruel, Aragón 1861-Mendoza 1933). En 1884, recientemente casado, forma sociedad con su concuñado José Díaz Valentín y juntos construirán una bodega en las 17 hectáreas que compraron en San Vicente, las que posteriormente se incrementaron con 1.200 hectáreas más en Guaymallén, Rivadavia y Junín. A partir de allí, Escorihuela desarrollará una fructífera actividad junto a sus sobrinos, a los que hizo venir de España, siendo ya el único dueño de la empresa luego de que su socio le vendiera su parte.
El gobernador Rufino Ortega deja su sello indeleble y la vitivinicultura abandona lo colonial y se torna moderna.
Carlos Parma, autor
Si cupiera hacer una síntesis y reducirla a los años que ocupó Ortega gobernando, advertimos una lluvia de emprendedores extranjeros vitivinícolas: Gargantini y Arizu en 1883; Toso, Rutini y Vicchi en 1884; Escorihuela, Izuel y Tomba en 1885; López Rivas en 1886; Giol y Aarón Pavlovsky en 1887, Filippini y Gabrielli en 1888, Gargiulo, César Cipolleti y Flichman en 1889 (11).
Un dato teórico-académico que no se debe soslayar es una publicación que aparece el el periódico “El Censor” en Buenos Aires en 1886, escrito por el erudito francés De Marquette sobre la peste de la filoxera, poniendo de relieve que la única salvación sería desplazar cualquier cultivo de vid a la zona de la Cordillera de Los Andes, especialmente a Cuyo (Lacoste).
Mendoza, antes de Ortega, contaba con importantes aportes teóricos en favor del cultivo de la vid: la Quinta Normal de Agricultura (1853); El Manual del Viñatero, de Eusebio Blanco (1870), por nombrar algunas referencias; no eran más que una muestra de una ciudad que conocía la materia, precisamente porque desde épocas coloniales las bodegas tenían un perfil “doméstico” que producía conocimiento (ejemplo: casa bodega de Manuel Ignacio Molina (1824).
Pablo Lacoste -fuente obligada en la materia- hace esta síntesis que sirve para explicar -con su ya conocida claridad- las razones del éxito de la política de Ortega: “En 1880 se puso en marcha un proceso sin precedentes de y transformación de la economía local, que será revolucionario. La fuerza de este concepto permite representar con claridad el cambio de paradigma que significó el boom vitivinícola” (12).
Agrega Lacoste -en otro de sus libros- algo que no debe soslayarse: “Argentina se aproximó más al modelo industrial y al paradigma francés; el rápido crecimiento se apoyó en plantaciones con criterios industriales , con largas hileras de plantas, conducidas por alambres. Los terrenos se nivelaban y captaban con mayor facilidad el flujo de los ríos y favorecían el riego a manto a través de canales e hijuelas en pos de una mayor productividad» (13).
Referencias
- En el año 1869, de 3.859 inmigrantes 3.774 eran chilenos. Roig-Lacoste-Satlari; “Mendoza a través de su historia”, Ed. Caviar Bleu, 2004, p. 214.
- Marianetti, Benito; “Mendoza, la bien plantada”, Ed. Sílaba, Buenos Aires, 1973, p. 64.
- Ésta es una enfermedad de la vid en la cual las cepas europeas son más susceptibles de daño que las americanas.
- Una vez finalizada la Campaña del Desierto, hay un interés por centralizar el manejo del agua, quitándole incumbencia a los municipios, para afirmar la base de la propiedad privada.
- Pueden observarse en el patio interior del museo de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza.
- Ambas figuras fueron destacados mecenas en Mendoza. Gargantini construyó un imperio en Rivadavia, comprándole inclusive tierras a Ortega. Hizo muchas obras de beneficencia como empresario; ocupó también funciones políticas y fue un verdadero visionario en apoyar el deporte en Mendoza. Pascual Toso fundó su bodega en Guaymallén en 1884. Fue un benefactor que recibió muchos reconocimientos públicos e institucionales en Mendoza e Italia.
- Ver Diario Los Andes, Suplemento del Cincuentenario, año 1932, página 14.
- Año 1884. Ha reaparecido el vino como bien exportable y es notoria la expansión del mercado interior. La composición de las exportaciones en ese año es indicativa de la tendencia hacia la especialización económica de Mendoza. Fuentes: elaboración propia con datos tomados de Acevedo, E.O., Investigaciones sobre…cit., pp.56-57 y177; Masini Calderón, J.L., Mendoza hace… cit., pp. 66, 69,70, 73, 75 y 84; Informe del Ministro de Gobierno y Hacienda de Mendoza al Dpto. Nac. de Agricultura, agosto de 1872; AHM-Carpeta Nº 40-Estadísticas 1825-1878, Doc. 21 y La Provincia de Mendoza en su exposición interprovincial de 1885, Mendoza, public. oficial, 1885.
- Citada por Girini, Liliana; “La revolución vitivinícola en Mendoza«, Ed. Zeta, Mendoza, 2008, p. 98.
- Impresionante construcción: 17.000 metros cuadrados de superficie cubierta.
- Capone, Gustavo; Diario digital Memo. “Carlos Fader y la Botellita de Emilio Civit”.
- Lacoste, Pablo; del prólogo al libro: “La revolución vitivinícola en Mendoza”, de Liliana Grini, Zeta Editores, Mendoza, 2008.
- Lacoste, Pablo; “La vid y el vino”, Editorial Inca, Mendoza, 2019, ps. 61.