Esta última década, el “biocarbón” o «biochar» (por «biological charcoal”) -material producido por pirólisis de biomasa- ha sido ampliamente promocionado para aplicaciones industriales muy diversas y ha generado creciente entusiasmo por su usos agronómicas. No obstante, su empleo en el sector vitícola es limitado. Al respecto, dos científicos franceses realizan en esta nota que replicamos una síntesis de las publicaciones recientes sobre las aplicaciones del biocarbón en el sector.
El biocarbón se presenta como una solución para disminuir en 12 % los gases de efecto invernadero, sin dejar de aumentar la productividad de los cultivos. La proliferación de las publicaciones sobre este tema -unas 200 en 2010 y cerca de 40.000 para fines de 2024- demuestra un creciente interés, sobre todo por sus aplicaciones en agronomía. Sin embargo, menos de 100 estudios tienen que ver actualmente con su uso en viticultura, y en Francia -por ejemplo- más del 80 % de los viticultores interrogados están “informados de manera insuficiente”, o incluso ignoran totalmente esta práctica.
Definición y características del biocarbón
La palabra «biocarbón» o «biochar» es un neologismo proveniente de “biological charcoal”. Este material es producido mediante la pirólisis (termoconversión a alta temperatura y pobre en oxígeno) de biomasa, la mayoría de las veces de origen vegetal o rica en lignina, celulosa y hemicelulosa.
Por sus características fisicoquímicas (alto contenido de carbono estable, grandes superficies de intercambio y capacidad de absorción, capacidad de intercambio catiónico y cargas de superficie elevadas, estructura microporosa), el biocarbón se comporta en el suelo como una esponja que absorbe agua y nutrientes vegetales para liberarlos gradualmente.
En concordancia con los resultados de otros sectores, la fuente de biomasa vitícola (cepas, maderas de poda o raspones) parece menos impactante que la temperatura de pirólisis para las características del biocarbón obtenido: mientras más elevada sea ésta (por encima de 500 ºC), más aumenta su contenido de carbono aromático estable y su microporosidad, permitiendo una mayor capacidad de retención de agua.
Sin embargo, la heterogeneidad de las fuentes de biomasa, las condiciones de producción, así como la variabilidad de las condiciones de aplicación (tipos de suelo, planta y clima) necesitarían idealmente una caracterización fina de cada biocarbón, con la finalidad de adaptar su uso a condiciones específicas.
El biocarbón como enmienda vitícola
Los escasos estudios que concluyen la ausencia de efectos significativos o económicamente pertinentes del biocarbón como enmienda vitícola han sido generalmente conducidos a dosis de bajo aporte, superficiales y en suelos a menudo alcalinos.
Pero cuando este aporte se efectúa en las cercanías de las raíces (generalmente por enterramiento mediante un trabajo a +/-30 cm de profundidad), los estudios notan consecuencias positivas sobre numerosos parámetros del suelo (aumento de su contenido de agua disponible, disminución de su densidad, aumento de su pH y su conductividad, aumento de los contenidos de elementos C/N/P/K–mediante el aporte directo de carbono orgánico del biocarbón o por adsorción y disminución del lavado–estimulación de la actividad microbiológica, etcétera) como sobre los del vegetal (menos estrés hídrico, aumento de la actividad fotosintética y rendimiento) sin impacto notable sobre los parámetros analíticos clásicos de las uvas (pH, acidez total, TAVP, antocianos, nitrógeno asimilable). Estos resultados están resumidos en la Figura 1.

Los estudios a corto plazo (algunas añadas) muestran resultados a veces contradictorios, confrontando la gran estabilidad del biocarbón con la complejidad de sus efectos, en especial sobre la dinámica del ciclo de la materia orgánica en el suelo.
Los estudios que caracterizan el impacto del biocarbón en viticultura a largo plazo son por lo tanto particularmente pertinentes, aunque escasos. Una década después de un aporte único de biocarbón, los efectos sobre la funcionalidad del suelo se mantienen significativamente positivos, sobre todo en lo que respecta a la retención de agua, la fertilidad química y el funcionamiento biológico.
Además, se observa una mejora global de la fertilidad en los suelos enmendados con biocarbón, sin impactos negativos sobre la biodiversidad de la microbiota ni su funcionamiento. Por lo demás, la disminución de la biomasa en raíces finas en los horizontes superficiales donde se ha aportado el biocarbón parece indicar la plasticidad de la vid frente a una fuente de agua que se vuelve más accesible, haciendo del biocarbón una herramienta de interés en los viñedos que sufren de sequía y sin posibilidad de riego.
Los estudios experimentales sobre el biocarbón cubren una gran variabilidad de condiciones climáticas y de suelos vitícolas. Los resultados más fuertemente significativos son a menudo expresados en suelos de tendencia ácida, relativamente pobres en materia orgánica, como es el caso de numerosos suelos vitícolas que sufren del lavado y la erosión.
Independientemente del estudio, las cualidades organolépticas de las uvas y/o de los vinos producidos con las modalidades de biocarbón no sufrieron impactos, ni en análisis sensorial ni en análisis de sus compuestos químicos.
Valorización de los subproductos vitícolas
La valorización de las maderas de poda vitícola en biocarbón tendría una balanza de carbono positiva, permitiendo una reducción de 18 g de equivalente en CO2 por botella producida en comparación con la quema.
Si el uso en enmienda tiene el mejor impacto medioambiental, los biocarbones vitícolas presentan igualmente excelentes características como combustible destinado al sector energético. La formación de «súper biocarbones», por activación fisicoquímica que multiplique sus poderes de captación del CO2, deja también entrever perspectivas industriales en la purificación de los biogases.
Otras aplicaciones para el rubro vitícola
El biocarbón permitiría la estabilización de suelos fuertemente afectados por fenómenos de erosión, disminuyendo la escorrentía y las pérdidas de suelo que resultan de ella. La estructura microporosa de los biocarbones permite también aplicaciones más específicas, como la optimización de los sustratos de crecimiento en viveros vitícolas o incluso de las inoculaciones con microorganismos auxiliares para el control de enfermedades de vectores edáficos, como el pie negro de la vid.
Conclusión
El uso del biocarbón se mantiene al día de hoy bastante limitado entre los viticultores, y particularmente en Francia. No obstante, en vista de sus propiedades y aplicaciones agronómicas reconocidas, nadie duda de que el sector pueda invertir en esta nueva herramienta, permitiendo una valorización ecológicamente virtuosa de los subproductos de la vid (cepas arrancadas, maderas de poda, raspones, etcétera), ya sea en las perspectivas de enmienda en circuito corto, el sector energético o en aplicaciones más específicas como ocurre fuera del rubro vitícola.
Fuente: Ives Technical Review, por Nicolas Poly y Benjamin Bois, de Biogéosciences (Francia).