Investigadores del grupo Bioactinotec (aplicaciones biotecnológicas de actinobacterias) de la Universidad de León (España) descubrieron el proceso que explica cómo, a partir de la propia degradación del corcho -en un fenómeno conocido como «mancha amarilla»- y con la participación de distintos hongos y bacterias, se puede producir de forma natural el TCA, compuesto que puede pasar del tapón al vino, al que confiere un desagradable aroma fúngico, evitando su comercialización y causando pérdidas millonarias a las bodegas.
A partir de una investigación de científicos de la Universidad de León (ULE) de España se ha descubierto el proceso que explica la formación de la conocida como «mancha amarilla» del corcho, un defecto asociado a niveles altos de 2,4,6-tricloroanisol o TCA, un compuesto muy peligroso para el vino.
Según explica el catedrático del área de Microbiología de la ULE Juan José Rubio Coque, del Instituto de la Viña y el Vino, “en esta investigación hemos descubierto un proceso que explica cómo, a partir de la propia degradación del corcho en un fenómeno conocido como ‘mancha amarilla’ y con la participación de distintos hongos y bacterias, se puede producir de forma natural el TCA”, trata de un compuesto que puede pasar del tapón de corcho al vino al que “confiere un desagradable aroma fúngico”, arruinando su aroma y evitando su comercialización, hecho que anualmente causa pérdidas millonarias a las bodegas. Por tanto, “la mancha amarilla del corcho es un proceso de degradación microbiana en el que participan distintos hongos y bacterias, se puede producir de forma natural el TCA”.
El grupo de investigadores está compuesto por Marina Ruiz-Muñoz, Ignacio Ontañón, Rebeca Cobos, Carla Calvo-Peña, Rebeca Otero-Suárez, Vicente Ferreira, Jordi Roselló y Juan José Rubio Coque. Y el estudio ha sido publicado en la revista científica «Microbiome».
Exceso de poblaciones microbianas
La principal aplicación del corcho es la producción de tapones para botellas de vino. A veces, el corcho contiene 2,4,6-tricloroanisol, un compuesto que, incluso en concentraciones de ng/L, produce un desagradable olor a moho que destruye las propiedades organolépticas del vino y provoca enormes pérdidas económicas para las bodegas y la industria del corcho. El corcho puede presentar un defecto conocido como «mancha amarilla», que está asociado con altos niveles de 2,4,6-tricloroanisol. En este estudio, los autores describen cómo la microbiota del corcho y de la mancha amarilla define un nuevo mecanismo que explica la formación de clorofenoles y cloroanisoles (incluido el 2,4,6-tricloroanisol) a partir del p-hidroxibenzoato generado durante la degradación de la lignina y/o la suberina.
A través de la microscopía electrónica se reveló que el corcho afectado por la mancha amarilla presentaba una degradación estructural significativa. Este deterioro se atribuyó a la presencia de poblaciones microbianas más abundantes en comparación con las encontradas en el corcho estándar.
La microbiota del corcho es rica en hongos filamentosos capaces de metabolizar la lignina. Un análisis metataxonómico confirmó que la mancha amarilla contenía poblaciones significativamente mayores de especies fúngicas pertenecientes a los géneros Absidia, Geomyces, Mortierella, Mucor, Penicillium, Pseudogymnoascus, Talaromyces y Umbelopsis. También se detectaron cantidades significativamente mayores de bacterias pertenecientes a Enterobacterales, Streptosporangiales, Tepidisphaerales, Pseudomonas y varios miembros de Burkholderiaceae, particularmente especies del grupo Burkholderia-Caballeronia-Paraburkholderia.

La extracción de compuestos aromáticos de muestras de corcho permitió la identificación de varios compuestos típicamente observados tras la despolimerización de la lignina. Notablemente, se detectaron ácido p-hidroxibenzoico y fenol. Se aislaron dos cepas del género Streptomyces de la mancha amarilla, capaces de biotransformar el p-hidroxibenzoato en fenol en ensayos con células en reposo. El fenol pudo ser eficientemente clorado in vitro para producir 2,4,6-triclorofenol mediante una cloroperoxidasa fúngica, una actividad enzimática comúnmente encontrada en hongos filamentosos aislados del corcho. Finalmente, como se ha demostrado ampliamente antes, el 2,4,6-triclorofenol puede ser eficientemente O-metilado a 2,4,6-tricloroanisol por muchos de los hongos que habitan en el corcho.


La investigación concluye que los clorofenoles y cloroanisoles pueden producirse de nuevo en el corcho a partir de compuestos fenólicos (p-hidroxibenzoato) liberados por la biodegradación microbiana de lignina (componente fundamental de la madera) y/o suberina (componente principal del corcho) mediante la participación de diferentes tipos de microorganismos presentes en el corcho. Se describe el origen natural de estos compuestos, que son de gran interés para el ciclo del cloro, y representan una nueva fuente de contaminación ambiental diferente a la causada por la actividad humana.

Tal y como detalla el investigador, la importancia de este descubrimiento radica en el contraste con lo que se pensaba hasta ahora, que “el TCA únicamente se producía a partir de la transformación de unos pesticidas químicos ampliamente utilizados en muchas industrias conocidos como clorofenoles”, mientras que esta investigación demuestra que la formación de TCA también puede darse de forma natural en corcho en un proceso natural en el que participan distintos hongos y bacterias. Con ella, se abre un camino de “nuevas perspectivas para la búsqueda de soluciones a este grave problema para los sectores del corcho y el vino”.
Fuente: Universidad de León, España