En Mendoza, por los efectos del cambio climático, ya se registraron aumentos de la temperatura promedio y de las mínimas durante el invierno en los últimos 50 años. Este fenómeno provoca un adelanto de la fecha de brotación de distintas variedades de vid, exponiendo los brotes y yemas a las heladas primaverales. Para sortear ese peligro, algunos productores de la región optan por la poda tardía, para retrasar esa fase fenológica de la vid.
Con el objetivo de medir cuándo es el momento óptimo realizar esa poda tardía y qué efectos tiene la fecha de poda sobre la fenología, el rendimiento, el consumo de agua y la calidad del vino, los especialista de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Mendoza del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) realizaron ensayos sobre la variedad malbec, analizando además la sostenibilidad de esa poda en esa variedad como herramienta de escape a heladas tardías.
El INTA EEA Mendoza compartió con Enolife un texto que resume los resultados de una investigación realizada, como tesis doctoral, por la ingeniera agrónoma Marianela Bustos Morgani, becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), bajo la dirección del ingeniero agrónomo Jorge A. Prieto y el bromatólogo Martín Fanzone. En el proyecto también participaron los ingenieros agrónomos Santiago Sari, Jorge Pérez Peña y Agustina Gallo. A continuación, reproducimos este interesante artículo, que podríamos calificar como de divulgación científica y de servicio para los productores. El título de abajo, la introducción y los destacados en negrita son del INTA.
Poda tardía: una vía de escape a las heladas primaverales
El INTA estudia el efecto y la sostenibilidad de la poda tardía en malbec como herramienta de escape de heladas tardías.
Una de las principales consecuencias del cambio climático es el aumento de la temperatura. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), ha informado que durante el siglo XX la temperatura a nivel global ha aumentado progresivamente como consecuencia de las actividades humanas. En Mendoza, algunos trabajos indican que, para fines de siglo, la temperatura podría aumentar entre 2 y 4 ºC, y ya se ha registrado en algunas zonas un aumento de la temperatura mínima durante el invierno estos últimos 50 años.
Las heladas primaverales, llamadas también heladas tardías, que ocurren de septiembre a noviembre, tienen un efecto perjudicial sobre los frutales cultivados en Mendoza, entre ellos la vid. Las yemas en desarrollo y los brotes que están comenzando su crecimiento presentan una alta sensibilidad a temperaturas de congelamiento, pudiendo verse seriamente comprometido el rendimiento del cultivo. Como agravante, el aumento de la temperatura mínima puede ocasionar un adelanto de la fecha de brotación de distintas variedades de vid, por lo que aumentarían los días de exposición a heladas tardías.
La poda invernal tiene como objetivo mantener la forma y el tamaño de la planta, asegurar una producción suficiente, permitir una buena distribución de racimos y brotes en el espacio y renovar elementos productivos que aseguren una cosecha estable a lo largo de los años. Es la tarea rutinaria que mayor mano de obra precisa, luego de la cosecha. Es una labor que requiere de un mediano grado de especialización que, sumado a la gran demanda de mano de obra para dicha época, genera inconvenientes para encontrar personas disponibles para realizarla.
La poda tardía ha sido aplicada por algunos productores de uva de Mendoza con el objetivo de retrasar la brotación y así escapar de las heladas primaverales. Sin embargo, no se conoce cómo determinar el momento óptimo de realizar esta poda tardía y cuáles son sus efectos sobre el rendimiento, la composición de la uva y calidad del vino. Tampoco se conoce cuáles son sus efectos luego de aplicarla en más de dos temporadas sucesivas.
En la Estación Experimental Agropecuaria Mendoza del INTA, el grupo de Ecofisiología de la Vid ha realizado ensayos sobre la variedad Malbec para evaluar el efecto que tiene la fecha de poda sobre la fenología, el rendimiento, el consumo de agua y la calidad del vino.
En un viñedo de Malbec se comparó la poda realizada durante el invierno con tres podas tardías, realizadas (1) en el momento de la brotación, (2) cuando los brotes tenían 5-7 cm de largo (o 2/3 hojas separadas) y la última y más tardía, (3) cuando los brotes tenían 30 cm de largo (con 8 hojas separadas). Es importante destacar que los momentos de poda se dieron con diferencia de pocos días, por lo que el seguimiento de la fenología y la decisión de podar se debió realizar con la mayor rapidez posible. Un retraso en la toma de decisión de podar, podría implicar podar en otro estado fenológico por lo que los resultados serían variables, como se verá a continuación.
Los resultados demostraron que con una poda tardía fue posible retrasar el ciclo de crecimiento de la vid. En cuanto a la brotación, fue posible retrasarla de 11 días (para las plantas podadas en brotación), 18 días (para las podadas con 5-7 cm) hasta 30 días (en las plantas podadas con 30 cm). El retraso en la fenología se mantuvo incluso hasta envero, mientras que la cosecha no siempre se retrasó. En consecuencia, el ciclo de las plantas con poda tardía fue también más corto.
Por otro lado, los kg de uva obtenidos en cosecha no se vieron afectados por la poda realizada en brotación (260 qq/ha), mientras que las plantas podadas con brotes de 7cm disminuyeron un 18% (220 qq/ha) y con la última fecha de poda, el rendimiento disminuyó en un 70% (76 qq/ha). Esta disminución del rendimiento se debió principalmente a una menor cantidad de flores y de bayas por racimo. En la poda más tardía, además, presentó una menor cantidad de racimos por planta.
Respecto a la calidad del vino, medida por su contenido en polifenoles, mejoró con la poda tardía, sobre todo el primer año de ensayo. Los vinos provenientes de plantas podadas más tardíamente presentaron mayor cantidad de fenoles totales, taninos y antocianinas.
Durante 2017, las plantas podadas con brotes de 5-7 cm de largo, retrasaron su brotación casi 20 días, lo que permitió escapar a la helada registrada el 13 de octubre, la cual afectó una gran superficie vitícola de la provincia. Si bien disminuyó el rendimiento en un 18%, mejoró la calidad del vino respecto a aquellas podadas en invierno.
Como conclusión de este estudio, podemos decir que la poda realizada en el momento de brotación podría usarse para postergar el comienzo de ciclo de la planta, sin repercutir sobre el rendimiento de la planta. Por otra parte, la diferencia en días entre fechas de poda es pequeña, no así su efecto sobre el rendimiento y sobre la calidad del vino. La precisión en su aplicación es esencial para obtener los resultados deseados. La poda tardía podría implicar una descompresión en la demanda de mano de obra regional, permitiendo el empleo de personas mayormente capacitadas en otra época con menor demanda.
Algunas consideraciones prácticas
Contar con plantas podadas en el invierno a modo de control. Estas se utilizan para determinar los estadios fenológicos y la fecha de poda de forma más fácil y precisa.
A partir de yema hinchada, realizar el seguimiento de la fenología para determinar la fecha de poda con alta frecuencia, ya que la diferencia de días entre los momentos de poda es muy pequeña.
La poda tardía ha mostrado indicios de un efecto acumulativo, sobre todo en el crecimiento vegetativo y rendimiento. Por lo tanto, se sugiere no aplicar la poda tardía más de dos años seguidos en la misma parcela.
Si bien no ha sido probado en este ensayo, la prepoda invernal seguida de una terminación de poda manual traería algunas ventajas, ya que el punto de partida son sarmientos más cortos, con menos yemas. Por un lado, la pérdida de reservas sería menor. Por otro lado, la poda manual se podría realizar de manera más rápida, lo que facilitaría la planificación y ejecución de poda tardía a mayor escala. Restaría evaluar si el retraso en la fenología en plantas prepodadas en invierno es similar al de plantas podadas de manera convencional.