La actividad enoturística puede valorizar y favorecer las acciones en aras del medioambiente y de la biodiversidad de los viñedos. En el trabajo de investigación de tres especialistas franceses que aquí replicamos, se estudia el ejemplo de un viñedo galo en el Valle de Loira que pone en escena ante los visitantes sus prácticas agroecológicas, en especial el mantenimiento y el desarrollo de la biodiversidad. Esto interesa a los turistas, beneficia a los viticultores y favorece la transición ecológica de estos territorios. Este estudio apunta a articular los retos ambientales del rubro vitivinícola y las dinámicas enoturísticas en los territorios vitícolas.
En el corazón del proceso de patrimonialización y territorialización, los viñedos son constitutivos de las identidades territoriales. En Francia, los viñedos y los paisajes vitícolas se han transformado desde los años 1950 debido a las profundas mutaciones que ha conocido el sector vitivinícola: de la industrialización de la agricultura a la urbanización y a la progresión de las edificaciones pasando por las evoluciones en los modos de consumo, la competencia mundial o incluso la apertura de los viñedos al turismo.
Hoy, estos retos se enriquecen de nuevas preocupaciones, entre las cuales el cambio climático o la preservación de la biodiversidad ocupan un lugar central. Los viticultores deben no sólo adaptarse a estos retos para asegurar la viabilidad de sus producciones, sino además de sus explotaciones, en un contexto donde los consumidores se muestran a la vez más vigilantes que antaño y demandan productos «sanos» y «buenos para el medio ambiente».
La sensibilidad de los consumidores a las cuestiones sanitarias y medioambientales, las nuevas exigencias reglamentarias, conjugadas a nuevos retos agronómicos y a la voluntad de los viticultores mismos de reducir su exposición a los pesticidas, engendran una transformación progresiva de los modos de producción, una adaptación de las prácticas culturales y una modificación de la manutención de los viñedos. Los paisajes traducen estos cambios.
Los enoturistas son espectadores privilegiados de estos cambios. Desde el inicio de los años 2000, la visita de las bodegas ya no se limita a un acto comercial sino que se ha vuelto verdaderamente una actividad turística. El enoturismo es hoy un vector de dinamización y de diversificación de la economía de los territorios vitícolas y ofrece nuevas oportunidades a los viticultores.
Paisajes enriquecidos por la biodiversidad
Las investigaciones en ecología del paisaje muestran el lugar y la importancia de la biodiversidad de los espacios cotidianos. De una naturaleza intocable e inmaculada, de una biodiversidad impresionante, el prisma evoluciona hacia la necesaria preservación de una biodiversidad ordinaria y funcional en el núcleo de las actividades y de las sociedades humanas. Los paisajes traducen este cambio paradigmático.
Si el turista es uno de los espectadores privilegiados de esta transformación paisajística es porque, como dijo el sociólogo Jean Viard, éste «entra a la sociedad por el paisaje y no por el hábitat«. En el marco de los paisajes vitícolas franceses, los turistas son los testigos de una relación consubstancial entre prácticas vitícolas y retos paisajísticos. La reglamentación AOC de las áreas vitícolas obliga a una forma de conducción de la vid y a paisajes particulares según las zonas de producción.
En Francia, los paisajes vitícolas son sujetos a cuestiones reglamentarias relativamente estrictas porque constituyen a la vez el espacio de los desafíos y la vitrina de las prácticas vitícolas. Mientras que los paisajes son los reflejos de la «larga temporalidad del viñedo francés» y de la diversidad de sus territorios, el mundo vitícola toma conciencia del «valor de los paisajes vitícolas y de las imágenes afectivas y culturales implicadas«, ya que el consumo de vino se integra cada vez más en un contexto eno-cultural complejo.
Al lado de las percepciones sensoriales que constituyen el zócalo de la percepción cualitativa intrínseca del producto (fundadas esencialmente sobre la adecuación terroir/cepa/vinificación), la calidad percibida, fundamento de la imagen y soporte de la valorización económica de la apelación, «integra cada vez más componentes complementarios relativos sobre todo a la salud, al medioambiente y a los valores patrimoniales«. Desde ya, la valorización de la tipicidad paisajística constituye «un soporte importante de comunicación por medio de las actividades enoturísticas, así como también por contribución de los medios«.
Se comprende aún más el interés para los viticultores de participar en esta gestión paisajística y de promover la cualidad de sus viñedos y de sus producciones a través de ella. Además, el paisaje vitícola constituye un medio cultural asociado al vino que se libra de las restricciones reglamentarias relacionadas con las bebidas alcohólicas. Esto es lo que pone de manifiesto el informe de Paul Dubrule (2007) sobre el enoturismo cuando este designa la articulación entre los desafíos de la valorización del patrimonio y el lugar que ocupan los paisajes en la valorización de los territorios vitícolas.
Para los enoturistas, el viaje ya no es sólo una búsqueda de imágenes emocionantes, sino también pluralidades de emociones… Las experiencias gustativas, auditivas y táctiles pueden también marcar con mucha fuerza los recuerdos de los nuevos turistas».
Paul Dubrule, especialista francés en enoturismo
El enoturismo valoriza los vinos y su cata integrándolos en un paisaje específico resultante de una historia y una geografía singulares. La tipicidad del saber hacer, de los paisajes y del lugar conduce a una valorización del producto mismo. Por consecuente, el enoturismo toma no solo una parte creciente «en la valorización de los territorios vitícolas«, sino además «participa en la imagen y el valor agregado de los vinos de estas regiones«.
Interacción positivas: enoturismo, economía y ecología
Esta interacción es un terreno fértil que conecta enoturismo, desarrollo económico del rubro vinícola y transición agroecológica de los territorios vitícolas, y numerosos actores del mundo vitivinícola francés ya apuestan por esto. Mientras que el libro blanco del enoturismo en Champaña señaló que el enoturismo sustentable era una de las cuatro expectativas principales de los visitantes, la iniciativa «Slow Tourism Lab», creada el 2017 por impulso del comité departamental del turismo del Aube es la primera incubadora del mundo de las empresas que desea innovar en el turismo sustentable en general y en el «eco-enoturismo» en particular.
El proyecto regional Vitirev en Nueva Aquitania, lanzado el 2019 y que apunta a acelerar el abandono de los pesticidas integrando prácticas agroecológicas en los viñedos de la región, dispone igualmente de un eje centrado en el desarrollo del enoturismo sustentable, sobre todo a través de la creación de formaciones destinadas a los profesionales del rubro vitivinícola y aseguradas por los profesores-investigadores del Institut des Sciences de la Vigne et du Vin (ISVV). Otras iniciativas ven la luz a escala de los viñedos. Estas también son valorizadas por los consumidores a través de la oferta enoturística.
El enoturismo, vitrina y soporte del desarrollo sustentable
Los siguientes resultados son el fruto de un estudio de 18 meses llevado a cabo en el Valle del Loira entre el 2019 y el 2020. Se condujo un terreno de 6 meses en el viñedo, dividido entre observaciones de participantes en bodegas vitícolas y entrevistas con los turistas y los actores del enoturismo. Las bodegas en las cuales se llevó a cabo el estudio son variadas, tanto en términos de estado y de tamaño como en certificaciones medioambientales.
El término AOC, acrónimo de Appellation d’Origine Contrôlée (en español, Denominación de Origen Controlado, DOC), es una etiqueta oficial, francesa o suiza, destinada a la protección (y certificación) de productos agroalimentarios.
Los «momentos de enoturismo» observados ocurrieron en diferentes contextos, diferentes AOC y fueron propuestos y conducidos por diferentes actores. Los 112 enoturistas interrogados corresponden igualmente a perfiles diversos. El conjunto de este estudio tuvo lugar en los viñedos del Valle del Loira en Anjou-Saumur y los resultados obtenidos en el terreno deben por lo tanto primeramente entenderse desde el punto de vista de su territorialidad. Las observaciones tuvieron lugar en 10 bodegas durante 30 semi-jornadas. Los resultados de este estudio podrían completarse con otros terrenos, con una apertura a otros territorios vitícolas.
Interés de la metodología empleada
El objetivo de las observaciones fue poner el foco sobre los tipos de recorridos propuestos en las bodegas con viñedos, las temáticas abordadas, y tomar en consideración los tipos de interacciones que tienen lugar en los momentos de enoturismo (palabras que se oyen, potenciales momentos de tensión, de aprobación o de connivencia, etcétera).
Se realizaron entrevistas semidirigidas a los enoturistas luego de sus visitas. Después de la caracterización de las encuestas (características sociodemográficas, así como también conocimientos relacionados con el vino, frecuencia de las actividades enoturísticas en torno al vino, etcétera), se trató de establecer la manera en la que estos habían elegido la bodega vitícola visitada, sus criterios de elección, además del contexto de su visita y las otras actividades previstas en el contexto de su estadía. Luego, se trató de conversar sobre la visita que acababan de hacer, especialmente sobre los momentos que más habían apreciado, sus descubrimientos, y su relación con el territorio en el que se había llevado a cabo la visita, orientando varias preguntas a propósito de los paisajes vitícolas.
La biodiversidad y la agroecología formaron parte de los temas abordados, entre otros: las cuestiones sobre estos sujetos se situaron al final de la entrevista y el objetivo de estos intercambios fue captar su entendimiento y su definición de los conceptos así como su sensibilidad a estas materias (incluso si esta sensibilidad podía manifestarse en otros momentos de la entrevista y durante las observaciones).
Finalmente, el objetivo de las entrevistas con los actores del enoturismo (encargados de enoturismo, responsables de oficinas de turismo) fue identificar la estrategia de los diferentes actores en el marco de la valorización turística de los territorios vitícolas y el lugar de los retos medioambientales y paisajísticos en esta estrategia.
Resultados principales
El estudio conducido mostró que la alianza entre la valorización turística de los territorios vitícolas y su desarrollo agroecológico es un terreno fértil que puede no sólo pensarse a escala individual, sino también en el marco de estrategias colectivas. En el Valle del Loira, la importancia de las estrategias colectivas en el marco de la transición agroecológica de los territorios vitivinícolas tomó especialmente forma desde el 2004, cuando el sindicato de Saumur-Champigny se comprometió en un programa de desarrollo de la biodiversidad en sus viñedos. Desde hace 15 años, otros colectivos a escala de las AOC, sindicatos o interprofesiones han seguido sus pasos. No obstante, aún falta a menudo articular estas dinámicas a aquellas de la valorización de estos mismos territorios por el turismo vitícola.
El enoturismo es una vía de valorización de las acciones implementadas por los profesionales que participan en la creación del valor en un modelo más ecorresponsable. Aún si los turistas vienen prioritariamente para descubrir un producto y un saber hacer, numerosos son los que quieren comprender el proceso de producción con una atención permanente a las cuestiones medioambientales.
Palpable, observable, la biodiversidad goza de una plaza importante en la promoción de estos desafíos medioambientales. Por ende, la implementación de nuevas prácticas agroecológicas y el enoturismo pueden formar un dúo aprovechable tanto para los actores del rubro vitivinícola como para aquellos del desarrollo de los territorios vitícolas.
Las observaciones demostraron que la oferta enoturística, sobre todo cuando implica una visita al viñedo, permite valorizar prácticas y dinámicas agroecológicas, a través del prisma de la valorización de la biodiversidad funcional.
Las observaciones y las entrevistas mostraron que estas prácticas y dinámicas agroecológicas, sobre todo aquellas que favorecen la biodiversidad, fueron ampliamente valorizadas por los visitantes y pudieron en este sentido representar ventajas para el desarrollo del turismo y la valorización de los territorios vitícolas.
Finalmente, las entrevistas con los actores de los sectores vitícolas y turísticos mostraron que el nexo entre agroecología y enoturismo se manifestó en la naturaleza misma de estas dos dinámicas: hacer la elección de proponer una oferta enoturística completa y sobre todo aceptar hacer visitar sus viñedos necesita la mayoría de las veces encontrarse en una postura de apertura, así como de transparencia en cuanto a sus prácticas.
Este último punto fue ampliamente destacado por los viticultores y los responsables de las bodegas durante las entrevistas semi-directivas. En todas las bodegas estudiadas, se aprendió que el enfoque de desarrollo de una actividad enoturística va de par con las prácticas vitícolas que aspiran a ser cada vez más ecorresponsables: reducción de los entrantes y desarrollo del biocontrol a diferentes grados según las bodegas.
Si bien se concluyó de estas entrevistas que el enoturismo por sí mismo no impulsa nuevas prácticas, el enfoque de apertura que representa el hecho de proponer una nueva oferta enoturística rica, es decir no limitar su oferta a la simple cata y sobre todo proponer a los turistas la posibilidad de ir a ver los viñedos, coincide a menudo con un enfoque vitícola de «transparencia«, para utilizar sus propios términos, orientado hacia un desarrollo agroecológico del viñedo.
El enoturismo puede, en este sentido, constituir una de las palancas del desarrollo agroecológico de los viñedos. Más allá de las prácticas individuales de los viticultores, este estado de los hechos se refuerza cuando se implementan estrategias colectivas bajo esta perspectiva. Los actores del desarrollo y de la planificación de los territorios vitícolas (asociaciones, colectividades locales, interprofesiones y federaciones vitícolas, agencias de desarrollo del turismo a escala local, departamental y regional, etc.) tienen un rol que jugar. Esto puede ser gracias al acompañamiento y a la formación de los actores del rubro.
En la zona del Valle de Loira donde se realizó la investigación, muchas bodegas trabajan en enoturismo en estrecha relación con Liga de Protección de los Pájaros (LPO, por sus siglas en francés), cuyos expertos acompañan a los enoturistas en avistaje de aves e instalación de nidales entre las viñas.
Desde el 2021, se viene implementado a escala nacional en Francia un fondo de turismo sustentable gestionado por la Agence de la Transition Écologique (Ademe), destinado a sostener por medio de ayudas financieras las iniciativas en materia de turismo sustentable. A escala regional, las antenas de la Ligue de Protection des Oiseaux (LPO) acompañan a los viticultores en sus iniciativas poniendo a disposición su experticia y materiales (nidales, etcétera).
A escala departamental, los Comités Departamentales de Turismo proponen generalmente centros de recursos, guías de los gestos eco-enoturísticos y dispositivos de acompañamiento a los actores de proyectos turísticos para realizar un balance del impacto medioambiental de sus actividades.
El rol de las colectividades puede igualmente manifestarse en el marco de la implementación de itinerarios de senderismo pedestre y para bicicletas, o incluso por medio de la organización de eventos abiertos al público que tienen por ambición valorizar los paisajes, los territorios y las bodegas vitícolas a través de la movilidad sustentable.
Los viticultores han insistido sobre el interés que tienen por formar parte de este tipo de eventos en el marco de la valorización del territorio vitícola y del potencial de proyección sobre sus propias bodegas y sobre sus vinos. Si bien dicen que las estrategias enoturísticas son ante todo individuales y reflejan las elecciones de las bodegas y de los viticultores, estos insisten también en el hecho de que las estrategias colectivas permiten desarrollar las destinaciones turísticas y estructurar la identidad de los viñedos.
Fuente: Ives Technical Review. Autores: Nashidil Rouiaï, Ronan Symoneaux y Jean-Claude Taddei.