La iniciativa, de carácter voluntario, les permite a los viñedos y bodegas del país charrúa demostrar la calidad de sus uvas y vinos, así como las prácticas responsables acordes a estándares internacionales.
Quizás muchas personas en Uruguay hayan visto, en variedad de botellas de vino, un sello distintivo de color verde con un racimo de uvas. Pero no son tantas las que saben todo lo que conlleva esa identificación en la que el Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) de Uruguay viene trabajando desde 2019, a través de una iniciativa de carácter voluntario: el Programa Nacional de Viticultura Sostenible.
El camino hacia la sostentabilidad real, que contemple no solo el área medioambiental, sino también social y económica, implica una necesidad e interés cada vez más creciente a nivel nacional y mundial.
Prueba de esto, y de la importancia de ir en línea con los estándares internacionales, es que en 2019 el grupo de productores CREA y la cooperativa Vicca se plantearon esta necesidad.
A partir de entonces, con el apoyo del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), comenzaron a trabajar en este programa integrado por un comité técnico que incluye a productores, investigadores de la Universidad de la República, representantes del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, asesores privados y más actores involucrados.
“Como gran premisa, todo lo que es sostenible utiliza los recursos que hay ahora sin comprometer los del futuro. Hay tres pilares: cuidar el medioambiente, la seguridad del entorno y los trabajadores y la sostenibilidad económica, que tiene que ver con la posibilidad de inserción a nivel mundial, porque cada vez es más difícil vender un producto estándar: hay que tener un valor agregado”, dijo en una entrevista con el diario Montevideo Portal el ingeniero agrónomo Eduardo Félix, responsable del área técnica del Inavi, quien supervisa este programa, que está a cargo de la ingeniera agrónoma Agustina Clara.
Desde 2022, el Inavi tiene la titularidad de esta iniciativa y comenzó el proceso de certificación llevado a cabo por la empresa externa LSQA (la unión del LATU junto a Quality Austria). Al día de hoy ya cuentan con 210 viñedos y 28 bodegas certificadas, el equivalente a unas 2200 hectáreas de campo.
Se certifica una normativa de producción de uva para vino, que es controlada y supervisada por los técnicos del instituto. También se certifica la cadena de custodia, que es la trazabilidad de la uva desde la cosecha a la botella.
En el video de la campaña de difusión, “Música sostenible para un vino sostenible”, protagonizada por el cantautor Luciano Supervielle, se apela a la difusión de esta iniciativa en toda la población para que se tenga conocimiento de lo que implica la certificación.
“Los cambios, una vez que el productor ingresa al programa, se implementan de forma gradual para facilitar su adaptación. Desde el inicio cuentan con un período de transición, durante el cual realizamos un seguimiento continuo para acompañarlos en los ajustes necesarios y avanzar hacia una producción sostenible. Esto implica, por ejemplo, tener los carnés de salud del personal al día, contar con un botiquín de primeros auxilios, asegurar que todos los insumos estén correctamente almacenados, etiquetados y con sus fechas de vencimiento visibles, mantener cobertura vegetal entre las hileras para evitar la erosión, y utilizar el agua de forma eficiente, evitando desperdicios y derrames de productos en el suelo”, explicó Clara.
“Todo esto no sólo contribuye al cuidado del ambiente y del bienestar de los trabajadores, sino que, a mediano y largo plazo, también se traduce en una reducción de los costos de producción”, agregó.
“Desde el Inavi brindamos acompañamiento técnico durante todo el proceso y, en varias oportunidades, promovemos el intercambio entre productores para que puedan conocer experiencias concretas, identificar soluciones creativas y replicar estrategias de adecuación a los requisitos sin incurrir en gastos significativos. Nuestro objetivo es garantizar que el factor económico no se convierta en una barrera para acceder a la certificación”, añadió Félix.
La normativa se actualiza anualmente, y cada vez asumen nuevas exigencias técnicas. Una de las referencias para Uruguay es la ciudad de California, en Estados Unidos, ya que allí llevan adelante este programa hace años, con grandes resultados. De hecho, una de las responsables vino a dar una capacitación y permanece en intercambio constante de información con los miembros del equipo técnico.
Desde el Inavi esperan seguir creciendo en las certificaciones, como sinónimo de mayor conciencia sobre la importancia del tema. También ya tienen sobre la mesa ir por el mismo camino con uvas de consumo en fresco, a través del trabajo, compromiso y cuidado que este sello implica.
Fuente: Montevideo Portal