¡Salud a nuestros enólogos benefactores! Por ellos, disfrutamos del vino hermanador. En una de las fechas en que se celebra la profesión en Argentina, Enolife comparte esta que podríamos llamar «Crónica del Ángel Vid» (parafraseando a Dolina), de puño y letra de un maestro de los enólogos argentinos.
En el calendario de Argentina hay dos distintas fechas dedicadas a celebrar a los profesionales de la enología, ese noble oficio, entre la ciencia y el arte, que tiene por objetivo que el resto de los mortales disfrutemos del vino, mágico y hermanador.
Hoy, 7 de setiembre, muchos en la profesión y muchos que nos aprovechamos de ella -elaboradores, bebedores, periodistas, sommeliers, chefs, empresarios gastronómicos y turísticos- nos alineamos para brindar por el Día del Enólogo instituido en honor a la fecha en la que, hace 157 años, Domingo Faustino Sarmiento inauguró la Quinta Normal de San Juan, en el solar que hoy ocupa la Escuela Normal Sarmiento. El festejo en este día, según sabemos, fue en su momento fuertemente impulsado por la comunidad de enólogos sanjuaninos, quienes lógicamente quisieron anclarla a su maestro fundador. De hecho, siguiendo por esa línea, en 2001 el gobierno de San Juan declaró como Patrimonio Cultural, Natural e Inmaterial a la Escuela de Fruticultura y Enología, creada también por Sarmiento en 1862. En apoyo de esta efeméride, el historiador y enólogo sanjuanino Juan Carlos Albizú ha escrito sobre esa Escuela: “Allí se formaron estudiantes de Brasil, Bolivia, Perú, Uruguay, Chile y Paraguay, hasta la creación de la carrera en sus respectivos países».
Sin colisionar con el día sanjuanino, los enólogos de Mendoza, juntos con sus colegas ingenieros agrónomos y, por qué no, los médicos veterinarios, impulsaron la fecha del 5 de mayo para la celebración. Es que ese día de 1897 se creó, por la ley nº 540, la Escuela Nacional de Enología. Entonces, los integrantes del Consejo Profesional de Graduados en Enología de Mendoza, fundado en 1986, reunieron los antecedentes y presentaron en la Legislatura provincial un proyecto de ley para celebrar el Día del Enólogo el 5 de mayo. A su turno, el Poder Legislativo local dictó la ley nº 7357, en 2005, aceptanto la propuesta de la entidad mendocina.
Nosotros, en el diario vitivinícola Enolife, festejamos por igual los dos días, inspirados en lo que decía el entrañable cantautor guaymallino Jorge Marziali en su cueca “P’al comisario”: “los que elaboran vino son productores, y los que lo chupamos admiradores”.
¡Y a esta altura no vamos a andar haciendo distinción de fechas!
En este día, significativo para todos los cuyanos del planeta vino, queremos homenajear a los profesionales de la enología divulgando un texto escrito en 2018 por el maestro de los enólogos argentinos, Ángel Antonio Mendoza. Primero, porque la historia personal que cuenta es un ejemplo de pasión por el oficio y de perseverancia para conseguir el noble objetivo de criar el vino propio. Y segundo, porque nuestro enólogo del día es, justamente, nuestro “Ángel” tutelar, padrino de Enolife desde el primer día, cuando nos abrió las puertas de su bodega y de su corazón “mendocino” al darnos la entrevista con que inauguramos este medio.
Fuente Video: Vinicast
Treinta años de un apasionado estilo de vida
Por Ángel A. Mendoza
«Desde 1988, Rosalía E. Pereyra y Ángel A. Mendoza, con sus tres hijos Juan Manuel, Lucas Nicolás y María Laura, comenzaron el diseño de un micro emprendimiento vinícola familiar. El objetivo principal ha sido “la puesta en botella y venta en la propiedad” de una producción limitada de vinos nobles de la propia viña.
En el invierno de 2007 , llegó la primera nieta Elea , hija de Natalia De La Mota , la primera hija politica , esposa de Juan Manuel. En agosto de 2011 llegó el segundo nieto, Benjamín, hermano de Elea.
A finales de enero 2016 nació Francisco Amadeo, hijo de Romina D´Inocenzo y Lucas Nicolás Mendoza
Así, el proyecto familiar se integra con tres generaciones, iniciando el camino distinguido que realizaron familias de tradicionales vinicultores del Viejo Mundo.
Sentimos mucha emoción de envasar en nuestros vinos, las pasiones y experiencias de tres generaciones. Así, nuestros vinos pasan a ser “de culto patrimonial”.
El estilo bordelés para producir vinos de guarda
El dominio está ubicado en un terruño privilegiado del distrito de Lunlunta, en el departamento de Maipú de la provincia de Mendoza: tierra de vinos con mas de 300 años de historia cristiana.
A principios del siglo XX, estas tierras recibieron a notables inmigrantes franceses, quienes mostraron su saber hacer y sus costumbres. En honor a ellos, propusimos llamar a nuestro emprendimiento “Domaine St. Diego.
A continuación, puntualizamos cómo es nuestro dominio y cómo es el método de producción:
- Tres y media hectáreas registradas en 1912, pero adquiridas por nuestra familia en 1992. De suelo franco areno-arcillo-limoso. De estructura heterogénea, entre poco y muy profundo, asentado sobre canto rodado y roca aluvional de un viejo lecho del Río Mendoza, a 990 metros sobre el nivel del mar. Un antiguo viñedo con olivos centenarios.
- Paralelo 33°-3´- 6.90´´Sur y Meridiano 68°- 49´-19,66´´. Con inviernos fríos, primavera y veranos frescos. Amplitud térmica superior a 18°C en los meses de enero, febrero y marzo. Otoño suave, de pocas lluvias, ideal para la cosecha de uvas tintas muy maduras.
- Antiguos viñedos (más de 100 años) de uvas francesas, donde predomina el verdot , el tannat y el malbec. Espalderos con posición vertical de brotes para optimizar la fotosíntesis y exaltar la exposición solar de las uvas en las mañanas de estío.
- En 1992 se plantaron 2 parcelas pequeñas (4.000 m2 c/u) de cabernet Sauvignon y chardonnay. En 1999 se inició la plantación de 4.000 m2 de cabernet franc.
- En 2003 se desarrolla una original terraza sobre loma pedemontana de canto rodado, con 45º de inclinación, y se plantaron más de 3.000 plantas de cabernet franc y malbec, en conducción de arbolito o gobelet .
- Esta terraza, de suelo muy pobre y mucha exposición solar, permite obtener un robusto y delicado vino rojo llamado “Paradigma (blend de malbec 60%, cabernet sauvignon 20% y cabernet franc 20%) . Es un notable vino que no necesita de la madera para elevar su prestigio. Una mezcla exquisita de fruta madura, trazos herbales y confitura de bayas negras, con una expresión de jugosidad muy elegante. Ya tiene una historia de 13 ediciones envasadas.
- Viticultura tradicional, siguiendo ancestrales preceptos franceses: poda pobre, sistemas Guyot y cordón pitoneado a una yema -desbrote, despampanado y deshoje parcial-, fumigación con azufre y aplicación de caldo bordelés -abonadura con estiércol, orujo agotado y alperujo de olivas. Racional irrigación a través de sistemas presurisados, por goteo. Abono verde en post-cosecha.
- Aplicación de principios de biodiversidad y vitivinicultura integrada, responsable y sustentable .
- Un paisaje vitícola encantador muy mediterráneo, de vides y olivos casi centenarios, para disfrutar en las cuatro estaciones del año.
- Con un cuerpo antiguo de bodega construido en 1930, reciclado, donde “conservamos el pasado para diseñar un futuro mejor”. Tiene un estilo de iglesia antigua. La soñamos como “un templo de vino”.
- Cosecha manual, en cajas de 20 kilos, cuando las uvas han madurado el tanino de las pieles y semillas. Siempre a partir de la segunda semana de marzo y culminando a mediados de mayo.
- Respetamos el principio de que “el vino primero es uva, y la uva es una fruta” .Para ello se programa la cosecha por pasadas por los distintos grados de madurez que se suceden en el viñedo.
- Una enología artesanal, con selección previa de racimos sanos y trato gentil de las uvas. Recipientes limpios de acero inoxidable, movimientos suaves al abrigo del aire. Permanente degustación del vino que va naciendo y criando.
- Fermentación con las levaduras autóctonas del viñedo y la bodega, controladas por la racional aplicación de anhídrido sulfuroso, siguiendo viejas técnicas romanas. Recientemente, se ha iniciado un programa de música instrumental antiestrés durante el período de fermentación, para optimizar la actividad y el trabajo de las levaduras y de los hijos que gestionan la vinificación.
- Una maduración paciente, en barricas de roble francés y americano, sumando complejidad a la fruta y a la estructura generada en el viñedo. Así nace nuestro “Pura Sangre”, cuya primer añada fue en 1997.
- Una crianza mínima de 9 meses en botella, para desarrollar un delicado bouquet.
- En la vendimia de 2000 se ha iniciado una original elaboración de vino naturalmente espumoso, “Brut Xero Cuveé Dogma” utilizando el Método Rural.
El nuestro es un proyecto que madura con el tiempo. Ya colecciona y compartió con sus amigos 17 cosechas memorables de “Pura sangre”: 1997, 1999, 2000, 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013 y 2014.
En 2009 se inicio el desarrollo de un vino ícono denominado “Pura sangre Nueve Lunas” ( 80% malbec, 20% cabernet, con 9 meses criado en barricas de roble americano deep toasted).
En el año 2008 iniciamos el desarrollo y envasado de un divertido y audaz vino naturalmente espumoso, el “Rosé Elea Nature”, vino Rosée de malbec “de una noche para ser feliz muchas noches”.
En 2015 desarrollamos un espumoso muy joven y alegre, “para beber descalzos”, denominado “Paradigma – Blanc de Blancs – Extra Brut – Uva Patricia”. Una uva auténticamente argentina, desarrollada por cruzamiento de polen dirigido a partir de tres variedades viníferas. El espumoso presenta “sutiles perfumes dulces de mujer”.
A inicios del año 2009 se adquiere una línea de extracción de aceite de oliva en frío, de origen italiano, marca “Oliomio”. Se practica extracción centrífuga de dos fases. Se envasan los “Aceite Extra Virgen”, “Almazara Bianca”, “Blend Suave”, “Varietal Arauco” y Esencia Mediterránea Sabor Cítrico”.
A partir del año 2007 se ha iniciado la actividad jurídica, como Sociedad Anónima Domaine St. Diego SA.
Además del trabajo de la familia, el capital humano está completado con 4 colaboradores en relación de dependencia y la gestión administrativa de un profesional contador.
Durante estos primeros 30 años hemos saboreado con mucho orgullo la obtención de 12 medallas de oro y 6 de plata en diversos concursos nacionales e internacionales. También se han logrado excelentes comentarios periodísticos. Pero la mayor emoción es la repetición de compra y la fidelidad de nuestros amigos.
La comercialización está destinada actualmente a satisfacer sólo el mercado nacional. Un régimen de venta directa personalizada a un conjunto de más de 600 exclusivos amigos de Domaine St. Diego SA.
En síntesis, estos son nuestros lemas y objetivos:
Pasión familiar transmitida de padres a hijos en el noble oficio de la vitivinicultura.
Llena de placer, salud, convivencia y amistad, en las mesas de exclusivos amigos.
Apasionados guardianes del histórico paisaje mendocino.
El sueño de una familia, que disfruta lo que hace, exaltando las cualidades del terruño, que le da un vino profundo, manso y cálido.
Elaborado con el mismo fervor de los abuelos.
Un modelo agrícola muy digno para muchos profesionales, viticultores y amantes del vino, con el que logran revalorizar los productos de la tierra.
Así, el vino mendocino será de otro sabor. Los consumidores aprenderán a distinguir, gozar y admirarlo.»