En esta nota de opinión, el presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), Mario González, hace una revisión de los avances y desafíos de la industria del vino argentino. Basándose en datos concretos -tales como las 200.000 hectáreas de viña implantadas en 18 provincias, 856 bodegas activas y exportaciones que en 2024 alcanzaron los 933 millones de dólares-, el dirigente fundamenta por qué la vitivinicultura es una economía regional clave y a la vez embajadora de la identidad argentina en el mundo. Sin embargo, reflexiona, es necesario una constante adaptación a las tendencias globales sobre sustentabilidad, trazabilidad y certificaciones.
Hoy más que nunca, nuestros productores se alinean con las demandas de los consumidores globales, la ciencia y la tecnología. La sustentabilidad dejó de ser un concepto aspiracional para convertirse en una condición de base que nos lleve a ser un país competitivo en el contexto global.
En este camino, la vitivinicultura argentina puede mostrar avances concretos. La Calculadora de Agua y Carbono de la Vitivinicultura Argentina -desarrollada por la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) junto con la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet), y verificada por la Société Générale de Surveillance (SGS)– es hoy una herramienta disponible y de libre acceso para todo el sector. Su ampliación, a partir del acuerdo con la Sociedad Rural Argentina (SRA), nos permite sumar un módulo de huella de carbono organizacional y dar un paso clave en la medición y gestión de impactos ambientales tanto a nivel producto como de empresas. Porque todos sabemos que medir es la puerta de entrada a mejorar, certificar y acceder a nuevos mercados.
Este proceso no se da en soledad. Siguiendo los objetivos trazados en el Plan Estratégico Vitivinícola al 2030, en la última edición de la Exposición Rural, Coviar estuvo presente junto a la Mesa de Enlace, con referentes de la SRA, Coninagro, Federación Agraria y Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), además de diplomáticos, legisladores y funcionarios de la Cancillería argentina. Allí discutimos un punto central: la sustentabilidad es competitividad. Y eso implica articular esfuerzos entre productores, cooperativas, organismos científicos, instituciones del agro y el propio Estado.
Los resultados empiezan a verse. La Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Fecovita), la mayor cooperativa vitivinícola del país, obtuvo recientemente la certificación “Argentina Sostenible”, validando que las herramientas desarrolladas no sólo son viables, sino que pueden escalar a todo el sector. Lo mismo ocurre con las 18 empresas, entre bodegas, fábricas de jugo concentrado de uva y dos productores de pasas, de 12 provincias argentinas que se sumaron a la segunda convocatoria del programa “Vitivinicultura Argentina Sostenible”, un programa articulado por Coviar con el apoyo de los gobiernos provinciales y el Consejo Federal de Inversiones (CFI). Juntos estamos construyendo una red de productores y empresas que ponen la sustentabilidad en el centro de su estrategia de negocios.
Los números hablan por sí solos: con casi 20.000 hectáreas en 18 provincias, 856 bodegas activas y exportaciones que en 2024 alcanzaron los 933 millones de dólares, la vitivinicultura no sólo es una economía regional clave, también es embajadora de la identidad argentina en el mundo. Su crecimiento en jugo de uva, pasas y vino fraccionado demuestra que hay potencial para diversificar y ganar mercados. Pero solo lo lograremos si nos adaptamos a las tendencias globales que marcan la agenda: sustentabilidad, trazabilidad y certificaciones.
La transición hacia modelos de triple impacto no es un futuro lejano, es un presente en construcción. Y es una construcción colectiva. La agenda de la vitivinicultura argentina se consolida con el Plan Estratégico Vitivinícola 2030 como hoja de ruta, con alianzas como la firmada con la SRA, con certificaciones como la de Fecovita, con presencia en foros internacionales y con políticas de integración que nos vinculan con organismos públicos, entidades financieras y el sistema científico.
Más que nunca, la sustentabilidad está presente en el campo argentino. El desafío es escalar estos logros, sumar cada vez más productores y mostrar al mundo que el agro argentino no solo produce alimentos y bebidas de calidad, sino que también lidera en innovación, cooperación y compromiso con el futuro.











