Una vez que el vino está en la botella, estabilizado en volumen según su temperatura y densidad, se procede a una de las etapas más delicadas en el fraccionamiento, el tapado. En el caso de los tapones de corcho, la calidad del proceso es crucial para evitar que el oxígeno entre en la botella, pudiendo alterar sus características organolépticas. En este artículo, la empresa argentina de fraccionamiento móvil Vinitec detalla cómo evitar fugas a través de un sellado hermético.

En todas las etapas del fraccionamiento de vino, el control, los detalles y la tecnología juegan un papel fundamental, cada detalle cuenta. Una vez que el vino está en la botella -estabilizado en volumen según su temperatura y densidad- comienza una de las etapas más delicadas del proceso: el tapado. En este sentido, entre los diferentes tipos de tapones, el más tradicional es el corcho, que desempeña un papel crucial en la calidad del vino.
Durante el proceso, el cuidado en el tapado del vino con corcho es fundamental para asegurar su correcta conservación. Un buen tapado evita que el oxígeno entre en la botella, lo cual puede alterar el sabor y aroma del vino. Para esto, es importante que el corcho selle herméticamente la botella, evitando fugas.
En el embotellado con corcho, existen diversas tecnologías para mejorar la calidad del tapado y la conservación del vino. Estas tecnologías se enfocan en la mejora de la hermeticidad y la uniformidad en la aplicación del tapón.
Para aquellas bodegas que contratan el servicio de fraccionamiento móvil, es muy importante tener en cuenta qué tecnología están utilizando para esta etapa para que el resultado sea de alta precisión. En este sentido, en Argentina, la empresa Vinitec -con sede en Mendoza y atención a todo el país- cumple con los estándares de una línea de fraccionamiento fija de alta gama, pero con la ventaja de la flexibilidad y cercanía.
El control para garantizar la calidad del vino
El tapado tradicional, ya sea con corcho natural o sintético, requiere condiciones muy controladas para garantizar que el vino mantenga sus propiedades durante la guarda, el transporte y el consumo final. Una vez que las botellas tienen el líquido en la cantidad justa, se procede a cerrar la botella con los distintos cierres utilizados, aunque el más utilizado es sin duda el corcho.
En este proceso, la máquina comprime el corcho por la presión de unas presillas y un émbolo lo introduce dentro del cuello de la botella, haciendo que una vez dentro se expanda y no permita que se salga el líquido.
Normalmente, después de colocar el corcho se dejan los vinos 24 horas en posición vertical con el corcho hacia arriba para favorecer la perfecta expansión y dejar la botella perfectamente sellada. Aunque para su estancia en las cavas de la bodega, se colocan en posición horizontal para que el vino esté en contacto con el corcho, y este no se reseque, favoreciendo la microoxigenación de los vinos de forma natural.
La compresión del corcho: técnica y sensibilidad
El proceso de tapado comienza con la compresión del tapón a través de un sistema de mordazas calibradas. Estas piezas, esenciales para el éxito del tapado, reducen el diámetro del corcho para permitir su ingreso en el cuello de la botella. “La calidad del tapado depende directamente del estado y calibración de las mordazas y del punzón que impulsa el corcho hacia su posición final. Por eso revisamos y sanitizamos cada componente antes de comenzar una jornada de fraccionamiento”, explican desde Vinitec.
La compresión debe ser firme pero controlada. Un corcho demasiado comprimido puede perder elasticidad, dificultar la recuperación y provocar microfugas. Si la compresión es insuficiente, no permite la uniformidad en los niveles de tapado porque el corcho sufre una compresión inadecuada, de este modo no genera el sellado necesario para evitar la entrada de oxígeno o la salida de aromas volátiles. La tecnología de Vinitec permite regular el diámetro de compresión según el tipo de corcho y los estándares del cliente, contemplando variables como humedad del tapón, elasticidad y tipo de guarda deseado.
Presión negativa: una barrera silenciosa pero efectiva
Una de las características de los equipos utilizados por Vinitec es el sistema de vacío por bomba de agua (sin aceite), que genera presión negativa en el espacio de cabeza de la botella justo antes del tapado. Esta técnica permite que, una vez tapada, la botella contenga una leve depresión de presión interna.
¿La razón? Durante el almacenamiento y distribución, las oscilaciones de temperatura pueden generar dilataciones en el vino, provocando presión contra el corcho. Si esa presión interna supera la resistencia del tapado, se produce el fenómeno conocido como “levantado de corcho” o “destapado”, especialmente frecuente en vinos jóvenes mal manejados. La presión negativa reduce drásticamente este riesgo, permitiendo que el vino oscile dentro del espacio de cabeza sin comprometer la integridad del cierre.
Precisión ajustada a cada bodega
El nivel de tapado también se regula con precisión. «En Vinitec ajustamos la profundidad de colocación del corcho con una tolerancia de ±3 mm, para adecuarse a las especificaciones de cada cliente o protocolo enológico. Hay bodegas que prefieren el corcho más expuesto por razones estéticas o de tipo de guarda, y otras que lo requieren más al ras o hundido. Nosotros adaptamos la línea para lograrlo sin afectar el sellado”, señalan desde la empresa.
El corcho como guardián del vino
Más allá del aspecto técnico, el tapado representa una garantía de calidad. Un vino mal tapado puede oxidarse, perder aromas o incluso contaminarse. El corcho, natural o sintético, actúa como una válvula de microoxigenación controlada, especialmente relevante en vinos de guarda, donde una leve entrada de oxígeno puede potenciar la evolución del producto.
Compromiso con la calidad en cada servicio
El fraccionamiento móvil permite a Vinitec brindar este nivel de detalle en origen, sin necesidad de trasladar el vino, reduciendo así los riesgos logísticos y permitiendo a las bodegas mantener el control del proceso completo.
“Cada botella que sale de nuestra línea está tapada bajo los mismos estándares que una línea de fraccionamiento fija de alta gama, pero con la ventaja de la flexibilidad y cercanía que brinda nuestro servicio”, concluyen.
El arte del tapado, muchas veces invisible para el consumidor, es en realidad una de las claves para asegurar que el vino llegue a la copa tal como lo imaginó el enólogo.
