Fieles a su amor por la tierra, llevan 45 años juntos dedicándose a la finca familiar en El Ramblón, San Martín, Mendoza. Cansados de malvender la uva y las aceitunas, Gabriela Torres Martínez y su esposo Anselmo Silvestrini se postularon a un programa de la incubadora de empresas del Instituto de Desarrollo Rural de Mendoza. Tras realizar capacitaciones con mucho esfuerzo -mandaban los trabajos prácticos escritos a mano por whatsapp-, calificaron para un crédito y se compraron la moledora de aceitunas y el tanque para guardar el vino que necesitaban para fabricar sus propias marcas e independizarse. Ahora se sienten felices porque, cuentan, «la gente nos dice que el vino y el aceite están buenos». Una historia inspiradora.
Gabriela Torres Martínez y Anselmo Silvestrini, ella de ascendencia española y el italiana, siempre vivieron y trabajaron en su terruño del Este mendocino. Orgullosos de su finquita junto a la Ruta 7 en San Martín, la trabajaron y vendieron sus cosechas de uvas y aceitunas hasta que los precios se vinieron abajo y decidieron dar un salto de calidad.
Hoy, gracias a un programa de capacitación del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) del Gobierno de Mendoza, a la ayuda financiera de esa incubadora de empresas y a las capacitaciones y asesoramiento de los técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), esta incansable pareja de emprendedores produce su propio vino casero y su aceite de oliva virgen extra. Ambos, muy lúcidos y convencidos de su objetivo, entendieron que la forma de mejorar es renovar las herramientas y los saberes. Y que nunca es tarde.
El programa de asistencia técnica y financiera que lleva adelante el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) del Gobierno de Mendoza lleva ya 7 años acompañando a productores locales en el desarrollo de sus emprendimientos. Desde sus inicios a la actualidad, el programa ha ayudado a consolidarse a unas 400 pequeñas empresas de toda la provincia.
Así, después de mucho trabajo, siempre apoyados por sus hijas integradas a la empresa familiar, lograron impulsar un proyecto productivo al que bautizaron «Santa Teresa». Durante la pandemia, participaron de las clases del programa IDR Incuba, enviando por Whatsapp sus trabajos prácticos escritos a mano.
Con 78 y 88 años, ambos emprendedores de alma, junto a su familia llevan adelante la fábrica de aceite de oliva y la pequeña bodeguita ubicadas en la localidad de El Ramblón, en el departamento de San Martín. Ahora, cuentan con el asesoramiento constante de profesionales del IDR y del INTA, quienes los acompañan sus requerimientos.
«Nos entretenemos, no vamos a fiestas ni bailes, somos felices trabajando»
Ahora dejemos que Gabriela nos cuente su historia ejemplar.
–Enolife: ¿Cómo se interesaron por este programa del IDR?
–Gabriela: Y, al ser pequeños productores, uno busca consejo en el INTA… Y así conocimos al IDR y hemos estado trabajando todo este tiempo con ellos y con el INTA, y eso para nosotros ha sido muy importante, porque nos apoyaron en este tiempo de crisis que sufre la producción.
-¿En el IDR les enseñan a usar herramientas nuevas, les ayudaron con financiamiento?
-Y, sí, tienen buenos programas y siempre sale algo. Por ejemplo, si usted quiere un tanque para almacenamiento, usted paga un porcentaje y se lo reintegran, y después va saldando de acuerdo a sus posibilidades.
-¿Y en este caso, cómo mejoraron su empresa gracias a este programa?
-Gracias al programa compramos una maquinita chiquita que muele 100 kg de aceitunas por hora, para hacer aceite de oliva virgen extra. Es totalmente automática, uno trabaja como si estuviese jugando, mete las aceitunas por un lado y busca el juguito que sale por el otro lado, completamente limpio y nítido, y la borra sale por otro lado, así de sencillo.
Y también compramos tanques para el vino casero, creo que de 1.000 litros, y dos para el aceite, uno grande y uno chiquito.
Lo mas interesante es que mi marido, cansado de andar negociando por ahí si alguien quiere la uvita o si alguien quiere las aceitunas, ahora está más tranquilo… Es que al final uno las llevaba, las pesaba y aceptaba el precio sin chistar… Ellos te dicen cuánto te dan de vino y aceite… Y había que aceptar…
-¡Qué cambio! ¡Ahora lo hacen ustedes mismos!
-Claro, ahora con las aceitunitas que tenemos hacemos aceite; y con una parte de la uva, no toda porque al ser vino casero el INV nos permite una parte nomas, hacemos nuestro vino, el resto hay que venderla.
-¿Cómo hay que hacer para comprarles el aceite y el vino?
-Y, tienen que venir a la finca. Nosotros no salimos a la calle a vender, lo vendemos todo acá mismo, donde está la bodeguita, porque somos personas mayores y ya no vamos a salir a vender a la calle. Estamos en El Ramblón, en el costado Norte del Acceso Este, en la calle Molina a unos 100 metros del acceso Este… Tienen que bajar por el acceso a Rivadavia, pero en vez de ir para el lado de Rivadavia pasan por abajo de la ruta y van para el otro lado.
¿Cómo se llaman sus marcas?
-Santa Teresa y El Umbral.
-¿Y qué uvas tienen?
-Criolla, tempranillo, barbera y ancellota. Esa última es la más nueva para nosotros, nos asesoró el INTA y la produjimos, antes era sólo criolla, toda mezcla… El ingeniero Sergio Berlotta del IDR nos aconsejó, porque en las bodegas nadie quiere la criolla, entonces nos dijo que la solución era injertar, y lo hicimos, y ahí salió ancellota, una excelente variedad. Los vinos los tenemos separados por varietal, no hacemos blends…
–Cuéntenos su historia personal… ¿Cuánto hace que están juntos con Anselmo?
-Nosotros somos italianos por ciudadanía, porque mi marido es hijo de italiano, yo soy argentina con ascendencia española, pero los dos nacimos en Mendoza, acá en la zona. No nos casamos tan jóvenes, pero ha hace 45 años que estamos juntos, tenemos dos hijas que son profesionales, que han ido de acá a la universidad en colectivo… Le digo que eso fue como escalar el Aconcagua, mandar un chico de acá a la universidad… La mayor fue a la UNCuyo y la menor empezó en la UNCuyo pero después terminó en una privada. Ellas también colaboran con nosotros: una lleva la parte contable y la otra es la asesora legal, y ahora se está formando la nieta.
Sobre el programa IDR Incuba
El programa IDR Incuba busca contribuir al desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas con perfiles productivos y de servicios tecnológicos, brindándoles herramientas informativas, técnicas, financieras y de capacitación, para favorecer su crecimiento y permanencia en el mercado.
Las temáticas de los proyectos incubados han sido: diseño, fabricación y servicios de agricultura de precisión con drones, pulverizaciones con dron, fabricación de varas especiales para viñedos, TIC’s para sector vitivinícola, elaboración de quesos de montaña, aceites de oliva saborizados, sistemas hidropónicos sustentables, plataforma digital sin intermediarios, ingeniería y tecnología en sistemas de riego, diagnóstico de fallas en pozos de agua, desarrollos de maquinarias sembradoras, cosechadoras, acordonadoras de ajo, equipamiento innovador para cosecha asistida, elaboración y comercialización de biofertilizantes orgánicos para vid, frutales y hortalizas, entre otros.
Los interesados en formar parte del programa de incubación pueden solicitar asesoramiento llamando al 2616417538, o bien a través del email info@idr.org.ar.
-¿Están felices con lo que hacen?
-Sí, para nosotros es como un entretenimiento, porque nosotros ya no vamos ni a fiestas ni a bailes ni a la cancha, porque ya es más difícil trasladarnos. En cambio, acá estamos encerraditos, haciendo el trabajo, nos sentimos satisfechos de que nos digan que el vino es bueno, que el aceite está bueno, para nosotros es un halago.
–¿Para hacer el vino tienen un enólogo que los ayuda?
-Sí, nos ayudan mducho el INTA y el IDR… Al enólogo nos lo manda el grupo de pequeños productores, nosotros le pagamos una parte y esas instituciones otra. El enólogo se llama Gustavo Peralta, también es profesor de la Escuela Técnica Agraria de Alto Verde.
-¿Desde siempre se han dedicado al campo? ¿Viene de familia?
–Sí, sí, no sabemos de otra cosa, los que nacimos acá en esta zona no sabemos de otra cosa.