En los últimos 10 años, varias empresas tecnológicas emergentes (startups), en Europa y también en Estados Unidos y China, están fabricando prototipos de robots podadores «inyectados» con inteligencia artificial (IA). Claro que no son robots humanoides, sino unos mamotretos con forma de contenedores marítimos o antiguas locomotoras, con un espacio al medio de su estructura metálica con el que se montan sobre el viñedo y le entran a dar a los sarmientos según lo aprendido con IA. No tenemos noticia sobre el éxito de estas operaciones ni sobre la rentabilidad de reemplazar a expertos podadores que heredaron el oficio de sus ancestros y manejan las tijeras como Jonnhy Depp en la entrañable película de Tim Burton. Eso sí, cuando los traigan a la Argentina a competir en alguno de los concursos de poda que aquí organizan Bahco, la Coviar o la Cooperativa La Riojana, no le apostamos ni un dólar a su mano.
Durante los últimos 10 años, las máquinas autónomas o robots se han ido incorporando de a poco como herramientas útiles para colaborar con los humanos en las tareas culturales de la viña, realizando tareas que van desde el monitoreo de las vides hasta el desherbado, la fumigación y la cosecha. Y más recientemente, varias empresas tecnológicas europeas están desarrollando prototipos de robots podadores, aunque aún, que sepamos, no se los fabrica en serie ni son demandados más que por bodegas vanguardistas, con mucha espalda económica y posibilidad de experimentar mientras mantienen las prácticas tradicionales, realizadas en algunos casos por expertos que han aprendido el oficio de generación en generación, capaces de dejar el viñedo perfectamente prolijo y preparado para una buena cosecha siguiente.
Lo cierto es que ante la creciente presión de la escasez de mano de obra, el aumento de los costos y la necesidad de prácticas más sostenibles, estas máquinas se han convertido en una posibilidad de solucionar los desafíos clave de la producción vitivinícola moderna.
De Robotrim al Astibot
En 2023, el Clúster de Maquinaria Femac, en España, desarrolló un robot autónomo que gracias a algoritmos de procesamiento de imágenes y a un sistema de visión puede detectar los puntos de poda. Este prototipo, bautizado «Robotrim», tiene forma de arco para montarse a ambos lados del viñedo y un sistema de visión que detecta, mediante algoritmos de procesamiento de imágenes 3 D, los puntos de corte para cada tipo de vid.
Y más recientemente, a comienzos de 2025, Astibot, startup española especializada en robótica avanzada e inteligencia artificial, realizó las primeras pruebas de campo de su revolucionario robot de poda inteligente de la mano de la reconocida bodega Familia Torres. Tras años de investigación, desarrollo y apuesta por la innovación tecnológica en el sector agrario, la compañía tecnológica, con sede en Valladolid, logró mejorar el algoritmo gracias al aprendizaje proporcionado por el equipo técnico de la bodega y al entrenamiento realizado en uno de sus viñedos situado en Fompedraza, a 900 metros de altitud.
Este robot supone un salto cualitativo en la automatización de tareas agrícolas, aplicando criterios de precisión, sostenibilidad y eficiencia en los trabajos de poda en seco de viñedos. Equipado con tecnología de agricultura de precisión, sensores avanzados y sistemas de inteligencia artificial, el robot de Astibot no sólo ejecuta la poda con una calidad constante y meticulosa, sino que es capaz de memorizar las características de cada viñedo gracias a su integración con herramientas de Big Data.
Este sistema innovador le permite analizar y recordar cómo se podaron anteriormente las plantas, ajustando y optimizando su intervención año tras año. Así, el robot contribuirá a mejorar la salud del viñedo, aumentar la productividad de la uva y facilitar una trazabilidad completa de cada intervención.
“Estamos orgullosos de colaborar con un referente como Familia Torres en este hito para la agricultura de precisión. Nuestro objetivo siempre ha sido aportar valor real al sector vitivinícola, ayudando a hacer frente a los desafíos de mano de obra, sostenibilidad y rentabilidad”, declara Felipe Beteta López, CEO de Astibot.
Con este avance, Astibot busca posicionarse como una de las compañías más punteras del panorama europeo en robótica agrícola, y su robot de poda inteligente aspira a transformar el modo en que se entienden las labores de cultivo en los viñedos del siglo XXI.
Según Josep Batet, Open Innovation Manager de Familia Torres, “estamos expectantes para ver los resultados de este ensayo, ya que podría ser la solución a unos de los retos actuales del sector, la dificultad por encontrar mano de obra calificada para las labores de poda. Nuestro contacto inicial con Astibot fue en 2018, cuando estaban trabajando con un primer prototipo básico, y estamos contentos de ver la evolución del modelo actual”.
A pesar de los importantes avances en tecnología robótica, la automatización completa de los viñedos aún está a años de distancia. Para tareas como la poda y la delicada recolección de los racimos, es probable que los trabajadores humanos sigan siendo una parte esencial de la fuerza laboral en el futuro previsible.
Si bien los robots ya están demostrando ser eficaces en ciertas tareas, como el desbrozado y la recopilación de datos, las tareas que requieren una toma de decisiones más precisa, destreza y criterio, como la evaluación de la madurez de los frutos o la gestión de irregularidades en el crecimiento de las vides, siguen siendo más adecuadas para la experiencia humana.
La adopción generalizada de robots dependerá no sólo de los avances tecnológicos, sino también de factores económicos como el costo, la disponibilidad de mano de obra y las consideraciones regulatorias. Sin embargo, a medida que la tecnología mejore, es probable que la gama de tareas que los robots pueden realizar se amplíe, haciéndolos indispensables en la gestión de viñedos.
Fuentes: Familia Torres, EFE Agro y internationalwinechallenge-com












