Tras el abandono de las viñas que durante 1.000 años cultivaron monjes cristianos en monasterios, en esta nueva etapa la primera plantación de vides se hizo en 1982. Pero la actividad industrial comenzó recién en 2002. Las variedades más implantadas son Solaris, Riesling, Seyval Blanc; Regent, Rondo, Pinot Noir, la mayoría híbridas y resistentes al frío. En 2020, elaboraron 14.361 hectolitros, un tremendo aumento en relación con los 412,5 hectolitros que se obtuvieron en 2010. El viñedo más grande tiene 34 ha, y la mayoría entre 0,5 y 2 ha.
Por Jozsef Kosarka
(Escritor y periodista vitivinícola húngaro, especial para Enolife)
El panorama vitivinícola mundial está sufriendo cambios dinámicos en las últimas décadas a la par del acelerado proceso de globalización, que trae consigo un incremento de la competitividad de los países productores, entre los que se encuentran varios nuevos.
Los vinos de la gran mayoría de estos nuevos países no gana mayor espacio en el mercado mundial; sin embargo, cada día conquistan a un mayor número de consumidores nacionales y también despiertan el interés de enófilos extranjeros más curiosos.
En la actualidad, el 70% de la producción de vino en el mundo, que en 2020 fue de 258 millones de hectolitros, está en manos de tan sólo 10 países. Y los 20 primeros de la respectiva lista representan casi el 95% del volumen total. Esto quiere decir que hay alrededor de 50 países en los cuales se elabora esta noble bebida en cantidades pequeñas debido, ante todo, a la superficie limitada de las plantaciones de vid, lo que se explica o por el tamaño reducido del territorio nacional o por las desfavorables condiciones geográficas y climáticas. Otra de las causas es que los países debutantes en esta industria tienen un corto tiempo transcurrido desde el inicio del cultivo de uvas de vinificación, con poca experiencia o cosechas mínimas.
El 70% de la producción de vino del mundo corresponde a sólo 10 países. Entre los países 11 al 20 del ránking, elaboran el 25% del vino mundial. Y después, en el 5% restante, hay unos 50 países con pequeñas producciones para consumo interno. Algunos de ellos, como Polonia, empiezan a crecer en el planeta vino.
El calentamiento global, como consecuencia del cambio climático, ha hecho que unos cuantos lugares de latitudes septentrionales se vean beneficiados con temporadas de crecimiento de plantas más largas, y menos frío en invierno. Esto permite que en algunos países y regiones, donde antes no se atrevían a plantar viñedos, las nuevas condiciones favorezcan la producción de vinos, con buenas posibilidades de éxito comercial gracias la moderna tecnología disponible y a la dedicación de enólogos apasionados por un trabajo prometedor.
Polonia es uno de estos países emergentes de la vitivinicultura mundial que está dando sus primeros pasos firmes para fomentar su propia industria. La superficie de viñedos en su territorio, que se extiende entre las latitudes 49° y 55° norte, ha experimentado un aumento espectacular durante los últimos años: actualmente es 13 veces mayor que hace una década. La superficie media para los viñedos es de 1,3 hectáreas y apenas el 27% de éstos tiene un terreno mayor a 1 hectárea. Sólo 5 bodegas cuentan con viñedos que sobrepasan las 15 hectáreas.
En la temporada 2020, las plantaciones sumaron 475,4 hectáreas y las 330 entidades productoras registradas cosecharon un total de 2.163 toneladas de uva para elaboración de vino. El volumen del vino elaborado ascendió a 14.361 hectolitros, que es un muy fuerte aumento en comparación con la elaboración de 2009/2010, cuando apenas alcanzó los 412,5 hectolitros.
En su territorio, cuyo relieve es mayoritariamente plano, se encuentra una amplia diversidad geográfica en la que se alternan montañas y valles, así como costas y llanuras.
La altura de los viñedos de un 74% de las bodegas ronda entre los 150 y 350 metros sobre el nivel del mar.
El clima es una mezcla de oceánico y continental, con veranos templados e inviernos fríos. En la actualidad, la uva crece sólo en algunas zonas y con concentraciones diferenciadas.
Una tradición perdida de 1.000 años
El inicio del cultivo de vides en Polonia se remonta a la época de la introducción del cristianismo, entre los siglos IX y X, y fue con la proliferación de las órdenes religiosas que se mantuvo la actividad, sobre todo en los alrededores de monasterios. Sin embargo, en muchos de estos casos, después de más de 1.000 años de haberla practicado, los viñedos han sido abandonados y se han perdido esas tradiciones.
El nuevo capítulo de la historia moderna del vino polaco comenzó a finales del siglo XX con la plantación de viñedos experimentales para explorar las propiedades de algunos terrenos y la adaptabilidad de un par de variedades, tanto híbridas (resistentes al frío) como viníferas tradicionales.
Los incipientes emprendimientos artesanales fueron muy pequeños en extensión pero grandes en ambición, como lo demuestra bien el caso de Roman Mysliwiec (Winnica Golesz) quien en 1982 fue pionero en plantar uva (Ontario) y luego fundar su vivero de vid a unos 100 kilómetros al sureste de Cracovia.
En la primera década del nuevo milenio algunos productores (Jaworek, Kinga, Stara Winna Gora, Plochockich, Solaris, Srebna Gora) ya han podido recoger el fruto de sus esfuerzos en forma de botellas. Sin embargo, fue sólo en 2008 cuando se autorizó su comercialización, que pronto levantó el interés de los empresarios de restaurantes locales.
En Polonia existen 5 regiones vitivinícolas y todas se concentran en las partes occidental y sur del país. Estas van desde la Zielogórski en el oeste hasta la Przełomu Wisły en el este, incluyendo las regiones de Dolnoslaski, Malopolski y Podkarpacki.
Las variedades utilizadas para la elaboración de los vinos polacos presentan una gran diversidad. Según datos disponibles al respecto, en la mayoría de las bodegas se utilizan uvas híbridas resistentes al frío o/y de maduración temprana (Aurore, Bianca, Johanniter, Hibernal, Ontario, Orion, Seyval Blanc, Solaris; Concord, Frontenac, Marechal Foch, Regent, Rondo, entre otras).
Es mucho menor el número de bodegas que han optado por el uso de algunas de las uvas clásicas europeas (Chardonnay, Gewürtztraminer, Muscat Otonel, Pinot Gris, Riesling, Sauvignon Blanc; Cabernet Sauvignon, Merlot, Pinot Noir) cuyo cultivo es mucho más riesgoso debido a su mayor sensibilidad a las alteraciones desfavorables del clima. Las uvas que crecen en los viñedos de más de la mitad de las bodegas son: Solaris, Riesling, Seyval Blanc; Regent, Rondo, Pinot Noir.
Entre las pequeñas bodegas hay varias que merecen mención particular, por ejemplo la Jakubów, cuya historia empezó en 2002 con la plantación de algunos cientos de vides en suelo franco-arenoso de la pendiente sur de las colinas del Monte Dalkowskie (Baja Silecia). Su propietario, Artur Pajdosz, fue observando el comportamiento de las diferentes variedades así como experimentando la elaboración de vino con pocos medios a su alcance. Cuando en 2013 él falleció, la superficie de su viñedo rondaba las 2 hectáreas, y la vocación se trasmitió a su hijo Michal, biotecnólogo de formación. Hoy en día, el heredero tiene 4,5 hectáreas de uva en las que cultiva las Chardonnay, Hibernal, Riesling, Solaris, Traminer y Dornfelder, Pinot Noir, Rondo, Regent, Zweigelt. A partir de estas variedades, elabora vinos con mínima intervención en todos los procesos dejando que se exprese la tipicidad. El volumen total de su producción en 2020 alcanzó los 210 héctolitros.
Un ejemplo claro es su Hibernal 2019 H3 (alcohol: 13,0%, acidez: 7,5 g/l, azúcar: 0,0 g/l) que permite entender el porqué a este joven productor se le llama el «rey» de esta variedad híbrida. La Hibernal es un cruce de las Seibel y Riesling, que fue desarrolada en Alemania en 1944 e incluida en el catálogo de variedades en 1999. Entre sus propiedades se destaca su alta resistencia a las heladas y a los hongos.
En el caso de este vino tan particular, el mosto se dejó macerar con los hollejos triturados durante dos días. Después de un prensado liger, la fermentación se desarrolló a baja temperatura y luego dejó reposar durante dos meses sobre lías. Este vino de color amarillo pajizo presenta en nariz intensos aromas frutales (pera, pomelo, durazno). En boca, donde se percibe buena acidez así como notas de hierbas silvestres, se muestra muy expresivo y equilibrado.
También hay que destacar que Michal Jakubów estuvo entre los primeros productores de su país en apostar por el espumante, que elaboró por primera vez en 2015 a partir de las uvas Hibernal, Chardonnay, Seyval Blanc y Pinot Blanc. Posteriormente, usó también las Riesling y Pinot Noir, y a base de la uva cosechada en 2020 produjo dos diferentes espumantes: un Riesling y un Chardonnay & Pinot Noir.
En 2018, Michal también introdujo un vino naranja (Hibernal, Riesling) y espera que su experimento, con el uso de ánforas georgianas en las que todavía reposa el vino (marca «Tramini»), resulte tan exitoso como sus otros vinos.
La bodega Turnau, fundada en 2009 y actualmente con 34 hectáreas en producción, tiene la mayor extensión de viñedos de Polonia. Se trata de un emprendimiento familiar cuyos orígenes se remontan a la actividad agrícola del bisabuelo, Jerzy Turnau, a quien perteneció el edifício construido en 1881 (y remodelado en 2015) que hoy alberga las instalaciones vinícolas y las oficinas de la bodega.
Esta bodega se ubica en Baniewice (Pomeranie Occidental) y es propiedad de tres descendientes de Jerzy, con el mismo apellido Turnau (Zbigniew, Grzegorz y Jacek), a los que se suma un amigo y socio, Jacek Kasicki. Su enólogo consultor es Frank Faust, un profesional alemán proveniente de una familia con tradición vitivinícola centenaria en las cuencas del Rin.
En las dos parcelas diferentes que se encuentran en los alrededores de la bodega se han plantado, en suelos franco-arenosos de origen glaciar con presencia de piedras residuo-coluviales, una gran diversidad de uva (Chardonnay, Johanniter, Hibernal, Riesling, Seyval Blanc, Solaris; Cabernet Cantor, Cabernet Cortis, Cabernet Dorsa, Pinot Noir, Rondo, Regent).
Dentro de esa variedad, la Solaris tiene la mayor superficie, con 10 hectáreas implantadas. Los sistemas de poda de las vides son el Guyot simple y doble, y éstas cuentan con una densidad de plantación de 4.000 por hectárea.
Aplicando moderna tecnología, la bodega elabora una amplia gama de vinos en los que se pone todo el cuidado para expresar el potencial de las variedades, como es el caso de los blend de tintos con 50% Rondo (Zarya Severa & St. Laurent) y 50% Regent (Diana & Chambourcin) de la añada de 2018. En este caso, la maceración se prolongó durante 3 semanas y se realizó una crianza de 10 meses en barricas de roble de Eslavonia de primer y segundo uso. El vino resultante es de color púrpura con ribetes violáceos, que se muestra en nariz intenso y limpio, destacándose los aromas de frutas rojas maduras (cereza, frambuesa, ciruela), con un toque especiado muy sutil. El carácter frutal se percibe también en la boca, donde se combina con la presencia de notas de madera y taninos maduros. Es vivo, envolvente, armonioso y largo al postgusto o retrogusto (alcohol: 13,0%, acidez: 4,2 g/l, azúcar: 4,7 g/l).
Desde que ha empezó la comercialización de sus vinos en 2015, la bodega ha venido confeccionando un portafolio completo que incluye, entre otros, vinos espumosos (Seyval Blanc, Pinot Noir, Chardonnay), licoroso botritizado (Solaris), naranja (Solaris) y de hielo (Johanniter). En 2020, la producción totalizó un volumen de 2.000 hectolitros.
Por otra parte, no se puede dejar de mencionar la cada vez más extendida oferta de vinos polacos en restaurantes y vinotecas del país y el avance en el desarrollo del enoturismo.
Para los visitantes que buscan identidad de los destinos, el vino es uno de los vehículos para obtenerla. Y cuando se interiorizan sobre la gastronomía local, prefieren aquella de la tierra en la que crece la uva y donde muchas bodegas cuentan con instalaciones preparadas y perfectamente condicionadas para recibirlos.
En 2019, en este país de 39 millones de habitantes, los turistas nacionales realizaron 21,2 millones de viajes de enoturismo interno.
Existen varias rutas del vino para elegir, por ejemplo la de Malopolski, que permite conocer 45 bodegas, un número tres veces mayor que hace 8 años cuando nació el proyecto.
Hay algunos lugares donde se organiza una Fiesta del Vino, siendo la «Winobranie» de Zielena Gora (celebrada por primera vez en 1852) que se destaca por el gran despliegue de desfiles y la multitudinaria asistencia. A esta ciudad le otorga una atracción particular el numeroso conjunto de las pequeñas figuras gnomos, generalmente de bronce, que representan a Baco y están colocados en calles y plazas. La mayoría se encuentra en la avenida principal (Aleja Niepodległości) y sus alrededores, con una placa explicativa, y para ir buscándolas y admirándolas se puede usar un mapa interactivo.