Hoy, la elección correcta del material de implantación es clave para el viticultor, pues incidirá en su producto final. Pero a veces la información con la que cuenta a la hora de comprar las plantas es escasa, lo que le impide exigir a los viveros especies de calidad y libres de virus. Una nueva resolución del Instituto Nacional de Semillas (Inase) permitirá agilizar la obtención de plantas de vid certificadas a un costo accesible.
Hasta diciembre de 2018, la norma que regía la producción y comercialización de vides era la Nº 742/2001 de la Secretaría de Agricultura de la Nación. Pero ese mismo mes hubo un cambio importante, al aprobarse una nueva resolución del Instituto Nacional de Semillas (Inase) que aporta mejoras, entre las que se encuentran la introducción de nuevas técnicas basadas en el método in vitro denominado Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés), las que van a agilizar el ingreso de material al sistema, disminuyendo los costos por análisis y mantenimiento de las plantas. Además, posibilitarán un menor tiempo para conformar un lote de plantas madres. Por la sensibilidad del PCR, las presiones de muestreo son menores y se pueden licuar muestras, lo que abarata los costos.
Los distintos tipos de certificación
El sistema de certificación es optativo, coexistiendo en el mercado plantas certificadas y plantas identificadas.
Las plantas certificadas deben presentar etiqueta azul y son aquellas con identificación varietal que están sujetas a los controles más exigentes en cuanto a sanidad y trazabilidad.
Las plantas identificadas presentan etiqueta naranja y son aquellas extraídas a partir de plantas madres con identificación varietal y con un control visual fitosanitario.
La gran diferencia entre estas dos categorías es que las primeras son certificadas libres de virus, entendiéndose que no presentan los virus de importancia económica para nuestra región. Además, son plantas sanas y libres de plagas y otras enfermedades. Un material libre de virus influye directamente sobre los rendimientos del cultivo y la calidad del producto a obtener.
¿Qué tipos de viveros hay?
Hay viveros identificadores, certificadores y exportadores, pudiendo cada vivero ofrecer los tres tipos de plantas. Los primeros, los identificadores, son aquellos que rotulan plantas o sus partes derivadas de su propia producción, o bien adquiridas a terceros. Luego, los certificadores se pueden dividir en tres tipos: los que obtienen o introducen nuevos cultivares y poseen el material fundador destinado a proveer los planteles de plantas madres certificadas para uso propio o para terceros; los que poseen los planteles de plantas madres certificadas.
Y por último, los que obtienen material de propagación certificado de otros viveros para producir plantas para terceros.
Todos estos viveros tienen que estar inscriptos en el Registro Nacional de Comercio y Fiscalización de Semillas.
¿Cuáles son las etapas de una certificación?
El proceso comienza con el conjunto de plantas iniciales, obtenidas por selección, con el fin de ser utilizadas para la multiplicación del material y que han sido verificadas desde el punto de vista sanitario y de identificación varietal. Luego le sigue la etapa de premultiplicación, tomando datos de desarrollo y producción de todas y cada una de las plantas, observando sus caracteres agronómicos e identidad varietal con el fin de detectar posibles mutaciones o aberraciones y así obtener las plantas madres certificadas. Éstas últimas son usadas para la obtención de estacas o yemas, para la producción de plantas certificadas.
Cada una de estas etapas presenta pruebas obligatorias de enfermedades transmitidas por injerto establecidas por reglamento, con su respectiva duración, metodología y frecuencia.
Necesidad de implantar material vegetal certificado
Las enfermedades virósicas no tienen cura por lo que una forma de control es a través de la prevención, de allí la necesidad de mantener la sanidad de los materiales de implantación.
La presencia de virus en un viñedo puede ocasionar importantes pérdidas a causa de una menor producción y una peor calidad de la cosecha, llegando en casos extremos a la muerte prematura de las vides, disminuyendo así la rentabilidad del viñedo.
Al comenzar un cultivo comercial, el material vegetal es una inversión y no un gasto, por lo que es importante trabajar con material de una calidad óptima y así asegurar el futuro del viñedo.
Es importante exigir la identidad del material, es decir que corresponda con lo que se está comprando ya que es imposible de verificar en plantas que están en reposo y muy difícil en plantas vegetando como así también la sanidad. Esto es posible trabajando con viveros serios que comercialicen plantas con algún nivel de certificación y que el productor entienda la importancia y las ventajas de trabajar con este tipo de material vegetal.
Clasificación de varietales y clones
Uno de los víveros líderes en la región Cuyo, Vivero San Nicolás, de Montecaseros, San Martín, ha iniciado un programa de recolección y saneamiento de materiales que resulta de interés detallar aquí porque tiene como objetivo identificar las especies disponibles, así como garantizar su sanidad.
El proceso comienza con la búsqueda de variabilidad genética identificando selecciones masales y clones, que se han adaptado a las condiciones de nuestro continente y más específicamente a sitios de regiones vitivinícolas de nuestro país. Estas plantas fueron introduciéndose desde los comienzos de la vitivinicultura hasta hoy. En el proceso, se seleccionan las plantas por sus cualidades tanto agronómicas como enológicas, mediante estrictos análisis estadísticos y sensoriales, que provienen de vinificaciones y seguimientos de los cultivos.
Para este programa se toman en cuenta especialmente los nuevos virus identificados por la citada normativa del Inase, los cuales deben estar erradicados de las plantas. Estos virus identificados para Argentina mediante la técnica PCR son Fanleaf o Degeneración infecciosa (GFLV), Grapevine Leafroll 1-2-3-4 (GLRV), Madera rugosa (GVA) y Grapevine Fleck (GFkV). Los cuatro infecciones causan importantes daños económicos, por lo cual es imprescindible combatirlas y eliminarlas.
Luego de todo este proceso, se obtiene una planta cabeza de clon, la cual dará origen a la producción de clones.
Este material se reproduce categorizándose como se muestra a continuación con estrictos controles de sanidad.
Material fundación
Este material estará constituido por las plantas iniciales, que luego se utilizarán para la multiplicación del material vegetal, cuando se pruebe que todas sus características coinciden con las descritas para la variedad respectiva inscripta en el Registro Nacional de Cultivares.
Material de premultiplicación
Está constituido por plantas originadas del material fundación, que cumplen con los requisitos establecidos por esta categoría. En este material se tomarán datos de desarrollo y producción, de todas y cada una de las plantas, y se observarán sus caracteres agronómicos e identidad varietal con el fin de detectar posibles mutaciones o aberraciones.
Plantas madres certificadas
Son plantas de identidad genética controlada y cuyo estado sanitario responde a los análisis de PCR realizados oportunamente, como a los controles de plagas exigidos por la legislación correspondiente, obtenidas a partir del material de premultiplicación o superior, y son usadas para la obtención de estacas o yemas, para la producción de plantas certificadas.
Plantas certificadas libres de virus
Son las plantas originadas con estacas o barbechos certificados, ya sean sobre pie franco o injertadas con yemas y portainjertos provenientes de lotes de plantas madres certificadas o superior.
Fuentes:
– Observatorio Vitivinícola Argentino (Coviar y Bolsa de Comercio de Mendoza)
– Vivero San Nicolás, plantas de vid