El maestro de los enólogos mendocinos vuelve a repartir sabias sugerencias para que podamos disfrutar mejor de la noble bebida. En este decálogo, resume las virtudes que enamoran del vino y nos guía para entenderlo y degustarlo, desde su poder para convocar en torno a la mesa familiar hasta su cualidad de demiurgo capaz de generar momentos mágicos.
Diez buenos consejos para interpretar y disfrutar mejor el vino, de la mano del maestro, siempre afirmado en su máxima: el mejor vino es el que más te gusta, sin prejuicios.
1. Saborear buenas comidas y vinos es uno de los placeres de la vida. Una comida sin vino parece un día sin sol. El buen vino es una deliciosa golosina que endulza la vida.
2. Para disfrutar de la buena vida y los vinos es necesario cultivar los sentidos (vista, olfato, gusto, tacto, oído y… ¡sentido común!) y la curiosidad. El vino es un mundo maravilloso de sensaciones que encierra misterio, sofisticación, encanto, alegría y sorpresa.
3. Para buenos vinos, buenos momentos: amigos, amores, hijos, familia, triunfos, cumpleaños, salud, reuniones sociales, negocios, comidas de gala, finos restaurantes. El asadito y las pastas del domingo; la sed del verano; la reflexión del invierno; nunca solo ni a solas; el verde esperanza de la primavera para vinos blancos, rosados y tintos livianos; la policromía del otoño, para vinos solemnes con crianza; los vinos informales en el mundo digital del chat y la selfie.
No creo en grandes vinos pero sí en grandes momentos con vino».
Ángel A. Mendoza
4. Las milenarias bondades terapéuticas del buen vino son redescubiertas día a día. Una a dos copas por comida alargan la vida, o por lo menos la hacen más sana y feliz.
La tragedia del alcoholismo no se esconde en las primeras copas de una buena alimentación.
Al momento del brindis, desear salud con el vino muestra la ancestral costumbre del vino como bebida sana y curativa.
Mientras que recientes estudios han demostrado que el vino tinto, consumido moderada y diariamente reduce el riesgo de infartos, los vinos blancos y rosados también son saludables porque liberan el espíritu. El bon vivant siempre empieza con blanco para terminar con tinto.
5. Los buenos vinos son parte inseparable de la cultura de los pueblos fuertes del Mediterráneo. Así, la vitivinicultura llegó a Argentina y permitió el desarrollo social y económico de esta tierra. El vino late diferente en cada región. El enoturismo permite descubrir la originalidad de esta bebida.
Debemos prepararnos cada día para emocionar mejor a cada visitante de nuestras bodegas. Así el vino será el mejor embajador de nuestras tierras.
Los agrónomos y enólogos argentinos debemos intentar poner en cada botella de vino la imagen clara de los paisajes, la cultura y la identidad de los pueblos vitivinícolas.
Jamás hemos bebido vinos tan ricos como hoy. Pero seguramente que mañana serán mejores.
6. Para apreciar los buenos vinos, disponga de copas adecuadas de cristal o vidrio blanco, transparentes con pie prolongado y forma ovoide o de tulipán. Sus sentidos captarán mejor los seductores estímulos del vino.
Para vinos blancos, copas de menor volumen, y beber el vino siempre fresco.
Para tintos nobles con crianza en madera y botella, el copón bordelés de más de 300 ml, que permite su simultanea respiración para exaltar el bouquet.
Para vinos muy cerrados, practicar respiración boca a boca.
Para espumosos, la seductora copa flauta permite admirar el perlage, un rosario de burbujas finas que explotan en superficie y liberan los aromas naturales de esta fantástica bebida.
7. Examine el buen gusto de los vinicultores para vestir y etiquetar sus vinos. Las etiquetas son obras de arte que deben corresponder con la calidad del vino. Usted lo debe descubrir con sus sentidos.
Junto a cada botella se compra la ilusión de un momento especial. Como un atardecer al pie de los Andes o una noche romántica. Y esto se transmite por medio de la imagen… El contenido es el broche de oro. El buen vino puede compararse con las personas honradas: no sólo debe serlo sino parecerlo.
8. Sea muy respetuoso y exigente con la temperatura de servicio del vino. Los blancos varietales deben estar refrescados entre 8 y 10°C. Los tintos de cuerpo y guarda, a no más de 15°C. Los espumosos, bien fríos, entre 2 y 4°C, y en verano con la copa flauta refrigerada.
Los vinos de mesa para todos los días normalmente están abocados con jugo de uva y deben beberse bien frescos, para calmar la sed, entre los 8 y 12°C, para que no resulten demasiado dulces.
En la primavera y el verano, para calmar la sed, no dude en combinarlo con agua mineral, ligeramente carbonatada, jugos de frutas o incorporar algunos cubitos de hielo. Será un refrescante muy natural. Más saludable que las gaseosas con ácido fosfórico.
También conserve con amor su colección de vinos de guarda a temperatura constante de 12°C, invierno y verano.
9. La mejor relación entre platos y buenos vinos puede estar en el color. Para comidas de colores claros, vinos blancos. Para comidas de colores oscuros o rojizos, vinos tintos. Pero, practicar la anarquía y el gusto personal es la base del placer.
El vino es una bebida emocional que no necesita prólogos, pero si grandes epílogos».
Ángel A. Mendoza
Una manera fascinante de disfrutarlo es en compañía de amigos y seres queridos. Y ellos a veces no poseen el mismo paladar y experiencia del anfitrión. Entonces, evitemos disgustos haciendo comentarios preliminares.
10. El mejor vino es aquel que le gusta a usted. Desafíe y premie su buen gusto recordando siempre que ell vino es una bebida natural, milenaria, sana y alegre, que gratifica el corazón de los ciudadanos cuando lo disfrutan con moderación.
Es una bebida mágica, sensual y saludable, que se renueva generación tras generación. Es una bebida elaborada a partir de la uva, no se fabrica. Se cultiva con pasión y compromiso desde el viñedo, la bodega y la comercialización.
¡Vivir con pasión, beber con inteligencia!
El marco cultural del vino
–El paisaje único de los viñedos.
–El sabor de las uvas.
–La energía saludable del sol para generar vitamina D e inmunidad antiviral durante el año.
–Un encuentro hacia sí mismo entre las brisas y el canto de pájaros, mostrando la biodiversidad del viñedo.
–La arquitectura de las bodegas.
–La historia y pasión de los productores.
–La seducción de las etiquetas.
-Los románticos relatos de las contraetiquetas y folletos.
–La liturgia de la degustación.
–El lenguaje del vino.
–La anarquía del placer.
–La alegría descontrolada de los amigos con una segunda copa de vino.
–Los encuentros sociales del vino entre gente linda, la buena música y la libertad de vivir.
–El calor de una familia reunida a la mesa de platos exquisitos y vinos solemnes.
–Y hoy, después de una cuarentena sanitaria, obligada e inolvidable, aprendimos que es el mejor compañero del almuerzo, la cena, las degustaciones virtuales, el zoom familiero o amiguero y el home office.