Científicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina lograron desarrollar a través de técnicas de mejoramiento genético 9 variedades de uva de mesa sin semilla. Las nuevas variedades son fruto de un trabajo que comenzó en 1995 y que incluyó numerosas investigaciones, entrecruzamientos y ensayos en laboratorios y en campo. Tras demostrar su calidad y ser aprobadas por los consumidores en el mercado interno, desde 2022 se exportan a Australia y están por llegar a Sudáfrica.
Tras el desarrollo, comunicado oficialmente a fines 2020, las nuevas variedades fueron inscritas en el Registro Nacional de Cultivares de Argentina, donde se consigna que se destacan por su «calidad y productividad».
En aquel momento, Silvia Ulanovsky, especialista en mejoramiento genético del Instituto Nacional de Tecnología Agrepecuaria (UTN) de Mendoza destacó que las nueve variedades de uva de mesa obtenidas son «estenospermocárpicas«. Es decir, explicó la investigadora, «son conocidas como sin semillas porque producen rudimentos blandos, poco o nada perceptibles, en lugar de semillas normales y duras».
Se trata de una característica destacada si se tienen en cuenta las preferencias de los consumidores por las uvas «sin semillas».
Tres de las 9 nuevas variedades presentan bayas blancas (Esperanza Inta, Resistencia Inta y Grandeza Inta), otras tres tienen bayas negras (Fernandina Inta, Revelación Inta y Sorpresa Inta), dos son rojas (Serena Inta y Marisela Inta) y una es rosada.
Tras la inscripción en los correspondientes registros, la tramitación de los derechos por comercialización y las experiencias en el mercado interno, algunas de estas semillas ya se están exportando a Australia y próximamente a Sudáfrica.
A su turno, recientemente, Beatriz Pugliese, encargada del programa del INTA en San Juan, contó: “El programa de mejoramiento tenía una demanda específica del sector que era la obtención de fruto sin semilla para competir en el mercado internacional”.
Las principales variedades destinadas a consumo en fresco son las uvas blancas sin semilla (especialmente la variedad Superior Seedles), las rosadas con semillas (en donde predominan las variedades Flame Seedless y Red Globe). Se realizó el trabajo de investigación sobre 9 variedades nuevas que pasaron diferentes etapas de un proceso interdisciplinario sobre esta planta perenne hasta que se lograron registrar.
“Argentina tenía poca oferta. Hemos logrado variedades locales adaptadas a nuestro viento zonda y la falta de agua, con el trabajo interdisciplinario y el aporte genetista“, continuó Pugliese. Y agregó: “Desde que se hace el cruzamiento hasta que vendés la variedad es de un mínimo de 15 años. La vid es perenne: primero se obtiene la planta, luego se lleva al campo y se espera tres años que produzca hasta que tenga semilla; luego se transplanta en zonas, se poda, y luego se mide la resistencia ante situación climática”.
Entre San Juan y Mendoza hay cultivadas 17.000 hectáreas de uva para consumo en fresco. “La variedad de Serena INTA se vende a Australia porque es similar a una variedad que se come en el mundo que se llama Crimson Seedless. La vendimos a Australia y estamos en vía de venderla a Sudáfrica”, contó Pugliese. A nivel país, el INTA provee estas variedades a los viveros para su comercialización. La ley argentina de obtención de nuevos materiales es libre, aunque para el exterior estos países le otorgan al INTA un royalty.
Estas variedades obtenidas por el INTA están accesibles para el productor en el website con ficha técnica para su producción y comercialización. Además están disponibles en viveros de San Juan y Mendoza para que el productor pueda comprarlas.
Fuentes: InfoMendoza, INTA y La Voz