El gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA) analizó el fenómeno social que constituye la reducción, año a año, del número de trabajadores golondrina interesados en levantar las uvas en Mendoza en la temporada de Vendimia. Entrevistado por el programa Primeras Voces de Radio Nihuil, Villanueva contó que, según registros y testimonios, los motivos para la escasez de vendimiadores son tres: el abandono del trabajo en el campo porque la gente prefiere buscar oportunidades en las ciudades; el temor de algunos de perder la ayuda social que provee el gobierno por quedar registrados en blanco; y, aunque parezca mentira, la falta de señal de telefonía e internet en las zonas alejadas, que impide usar allí el celular. Aún así, con demoras e inconvenientes, según tranquilizó Villanueva, la vendimia 2024 en Mendoza y el resto de Argentina se concluirá y las bodegas recibirán los 17 millones de quintales que se calcula habrá este año.
En los días anteriores al inicio de la cosecha de uva en Mendoza, el escaso interés detectado en trabajadores eventuales por trabajar en las fincas causó preocupación. Algunas agencias de empleo hicieron convocatorias laborales con poco éxito con respecto a años anteriores. Tanto los vendimiadores locales como los que suelen llegar a Mendoza desde provincias del norte argentino e incluso desde países limítrofes, al parecer se sienten menos atraídos por lo que consideran un bajo valor de retribución por cada tacho de uva cosechado. Sin embargo, según analizó Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA), al ser consultado por los periodistas Pablo Pérez Delgado y Marcelo Bustos Herrera, hay causas más profundas, no sólo económicas sino principalmente sociológicas, para ese desinterés.
«Hay un proceso de abandono del campo»
Según evaluó el dirigente vitivinícola, «hay un proceso que también es cultural, hay un proceso de urbanización en gente que antes venía a trabajar, un proceso de abandono de la ruralidad, digamos. Hay gente que no quiere cosechar, que prefiere hacer cualquier otra cosa antes de ir al campo. Si bien todavía hay bodegas que ponen ómnibus para ir a buscar a trabajadores del norte argentino, hay todo un proceso de abandono del campo».
Y continuó Villanueva evaluando otra de las posibles causas del desinterés: «Obviamente, también está el tema de subsidios sociales, hay un miedo de mucha gente de que por trabajar y quedar registrado en los libros, les den de baja de la ayuda social que reciben. Por ahí vienen y manifiestan su intención de trabajar en la cosecha, pero no quieren registrarse, lo cual es imposible para el bodeguero que los contrata porque sería ilegal y estaría arriesgando multas. Es que la vitivinicultura paga los aportes previsionales por kilo cosechado. Reitero, es un cultural y económico, y provoca que cada vez más vengan menos de afuera a cosechar y trabaje más gente local, incluso con esas objeciones y limitaciones».
En la actual vendimia se está pagando entre 500 y 700 pesos el tacho de uva cosechado, con lo que un trabajador que cosecha en promedio 50 tachos puede redondear unos $30.000 por día. Y si trabaja en equipo con la famila, puede llegar a duplicar esa cifra diaria.
«En definitiva, pese al problema, hay gentes para levantar la cosecha, se termina levantando -aseguró Villanueva-; es que ahora la gente prefiere lo urbano a lo rural, hay un abandono del campo sobre todo de la gente más joven, hay una realidad que es que no ha habido durante muchos años políticas gubernamentales de promoción rural, incluso en el ámbito educativo los programas de los colegios no se adecúan para promover el campo… Entonces, para estar más cerca de los sistemas de salud, por los malos caminos rurales, por la falta de entretenimiento en el campo, la falta de señal de telefonía en zonas alejadas, por todo eso mucha gente no quiere ir a cosechar».
En cuanto al rédito de trabajar en la cosecha de uva en Mendoza, Villanueva comentó: «Es una realidad que los salarios rurales son bajos… Es un proceso que está sufriendo la agricultura en general y la vitivinicultura en particular… Hace muchos años, los chicos de secundaria iban a cosechar para juntar plata para el viaje de egresados. Pero hoy hasta las familias propietarias de fincas van dividiéndose, nuestra ley sucesoria no cuida lo que se llama ‘empresa en marcha’, con lo cual lo que es una propiedad de 10 hectáreas termina siendo 5 terrenos de 2 hectáreas al dividirse… Esa improductividad se traslada también al área laboral, porque en la medida en que los propietarios trabajan principalmente por la subsistencia, con poca rentabilidad, tampoco les da el margen para pagarle al productor… Hay desinversión, porque para mantener un viñedo productivo hay que reinvertir, hay que renovarlo… Ante esto, lo que tiene que venir es un crecimiento del sistema cooperativo, un sistema de integración, no es eficiente que dos propiedades que están pegadas tengan cada una un tractor, por ejemplo».
Lo que se gana en la temporada de cosecha es mucho más que un salario básico de otro tipo de trabajo primario… Puede ser una oportunidad… Hay gente que trabaja en equipo con sus familiares y les rinde mucho»
Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina
En cuanto a la situación del trabajo eventual o permanente en las bodegas, ya no en la cosecha, Villanueva consideró: «El trabajo en las bodegas es un tema más estable, porque están las empresas que ofrecen trabajos más permanentes… Es cierto que hay una tecnificación del trabajo, hoy hay muchas maquinarias y a veces se requiere menos trabajo humano… Pero hay tareas como la poda, que también son temporales, y hay empresas que las tercerizan y el trabajo se hace igual. Para el trabajador de bodega también está el incentivo de la productividad».