Tras un largo proceso de «despedida» de casi dos años, ya que el 6 de agosto de 2021 el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria había prohibido su importación, finalmente a mediados de junio último ese organismo de gobierno dio de baja del Registro Nacional de Terapéutica Vegetal todos los productos fitosanitarios con clorpirifós etil y metil, vedando también su comercialización en el mercado argentino. Este insecticida ha ido prohibiéndose en la mayoría de las agriculturas del mundo, porque podría ser cancerígeno. En alguna época, se ha utilizado en vitivinicultura para combatir la cochinilla harinosa de la vid y la polilla de la vid, pero dejó de emplearse tras estudios del INTA y de especialistas de la UNCuyo y el Conicet que midieron sus posibles residuos en la uva y el vino.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) de Argentina dio de baja mediante una resolución y una publicación en el Boletín Oficial los principios activos y productos fitosanitarios que contengan clorpirifós etil y metil, exluyéndolo del Registro Nacional de Terapéutica Vegetal que está a cargo de la Dirección de Agroquímicos y Biológicos y depende de la Dirección Nacional de Protección Vegetal.
El clorpirifós o clorpirifos es un material organofosforado que se ha empleado para el control de numerosos insectos en variados cultivos, como el trigo y la soja. Fue registrado por primera vez en 1965 y comercializado por Dow Chemical Company bajo el nombre comercial Dursban y Lorsban. Con el correr de los años se transformó en uno de los insecticida más utilizado en el mundo, pues combate una serie de plagas que afectan a los cultivos, como cochinillos, moscas blancas, trips, orugas y escarabajos. Sin embargo, tras estudios internacionales, se ha ido prohibiendo por los posibles efectos cancerígenos de sus residuos.
Con el correr de los años, a medida que se fue demostrando sus efectos nocivos para la salud de las personas y el medio ambiente, se lo había prohibido para uso domiciliario y también como en la industria alimentaria. En la Argentina, el clorpirifos fue prohibido para su uso domiciliario a través de la Disposición 2659/2009 del Anmat y la Resolución 456/09 del Ministerio de Salud. En una instancia posterior, en agosto de 2021, el Senasa había prohibido su importación. Sin embargo, no estaba claro el alcance de dichas prohibiciones y hasta hoy el insecticida puede ser adquirido fácilmente hasta en las plataformas de comercio on line como Mercado Libre.
La última y al parecer definitiva prohibición ha sido establecida luego de una revisión integral de antecedentes científicos sobre los riesgos para la salud humana asociados al principio activo clorpirifos y tomando también en consideración procesos de revisión que llevaron a cabo distintas agencias regulatorias del mundo.
En ese sentido, como resultado de la revisión de antecedentes, el Senasa actualizó los parámetros toxicológicos crónicos y los coeficientes de seguridad que determinan la ingesta diaria admisible utilizada para realizar los análisis de riesgo al consumidor, de los usos aprobados del clorpirifos en nuestro país. Cabe mencionar que, en caso de constatarse incumplimientos o transgresiones a la mencionada resolución, el infractor es pasible de las sanciones establecidas en el Capítulo V de la Ley Nº 27.233 y su Decreto Reglamentario N° 776 del 19 de noviembre de 2019.
Sin perjuicio de ello, preventivamente, se pueden adoptar las acciones previstas en el Manual de Procedimientos de Infracciones del Senasa, aprobado por la Resolución Nº 38 del 3 de febrero de 2012 del entonces Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Vale destacar que concluye así el procedimiento, luego de cumplirse el plazo de autorización para la comercialización y uso de los productos que contengan clorpirifós etil y metil, dispuesto mediante su Resolución 414 del 6 de agosto de 2021, que establecía un tiempo de 455 días hábiles para permitir su utilización a fin de finalizar con los stocks disponibles y que no se generen partidas de este producto sin utilizar.
En nuestro país, la evaluación incluyó los resultados de nuevos estudios de toxicología crónica generados con posterioridad a la evaluación de riesgos para la salud humana que la Dirección llevó a cabo para autorizar el uso de clorpirifós en Argentina.
Estudios sobre la degradación de residuos de clorpirifós en uvas y vinos
Además de los estudios toxicológicos y bromatológicos realizados por el Senasa, especialistas de distintos organismos técnicos y científicos argentinos han medido la posible supervivencia de los principios activos del insecticida en los productos alimenticios derivados de los cultivos en que se usó. Por considerarlo de interés para nuestros lectores, transcribimos a continuación algunos párrafos de la tesis de grado de la bromatóloga mendocina Rosanna G. Navarro, realizada para la obtención del título de Licenciatura en Bromatología de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) en 2014, cuyo título es «Comportamiento de los residuos de clorpirifos en uvas y vinos«.
«Los residuos presentes en la uva en el momento de la cosecha dependen de los plaguicidas utilizados, dosis, número de tratamientos, tiempo transcurrido desde la última aplicación y además factores climáticos (temperatura, lluvia, viento). En el proceso de vinificación puede producirse una disminución del contenido de residuos de plaguicidas por adsorción y eliminación en orujos y borras, también por hidrólisis ácida, acción de levaduras y enzimas.
«El contenido de residuos en el vino depende de las características del principio activo y de su solubilidad en agua o en la mezcla agua-alcohol. Éste será menor cuando el plaguicida sea insoluble en agua, ya que quedará retenido en la fase sólida (orujo y borra), y pasará muy poco a la fase hidroalcóholica (Coscolla,
1993).
«La degradación del plaguicida clorpirifos ha sido estudiada en distintos países incluyendo la Argentina. En Chile se realizaron estudios de degradación del insecticida en uva de mesa var. Thompson Seedles, en distintas dosis. Se observó en todos los casos una acentuada degradación inicial del principio activo, variando los residuos de clorpirifos en el momento de cosecha entre 0,01 y 0,08 mg.kg-1. También se efectuaron ensayos en manzanas, frutales de carozo y cítricos, obteniéndose resultados semejantes a la uva. En limones el residuo hallado a los 73 días después de aplicación fue de 0,25 mg.kg-1 (Gonzalez, 2002).
«En Argentina, en la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Mendoza de INTA se evaluó la degradación en el tiempo del insecticida clorpirifos, utilizado para el control de cochinilla harinosa de la vid. El ensayo se realizó en un cultivo de vid variedad Cabernet Sauvignon. Se utilizó 120 cm3.h-1 de clorpirifos 48% EC. Los muestreos se realizaron el día 0 (una vez seco el depósito), y a los 4, 7, 14, 21, 28 y 35 días desde la aplicación. Los datos obtenidos se ajustaron a un modelo exponencial negativo. El residuo del insecticida en cosecha (35 días después de la aplicación) fue de 0,14 mg.kg-1 (Navarro, et al. 2006).
«En la EEA Mendoza del INTA, en el año 2011, se realizó otro ensayo de degradación de clorpirifos en uva variedad Cabernet Sauvignon. El depósito inicial promedio del agroquímico fue de 3,98 mg.kg-1, mientras que el residuo promedio hallado a los 28 días después de aplicación fue de 0,6 mg.kg-1. Se observó una reducción del 85 % del contenido del insecticida en el momento de cosecha (Becerra, et al. 2011).
«En la EEA Concordia del INTA, se realizó un ensayo en naranjas y mandarinas, donde se aplicó clorpirifos en campo y luego se analizó la fruta con cáscara y pelada. Los resultados indicaron una buena degradación del insecticida, pero se observó la presencia de clorpirifos en fruta entera a niveles de 0,03 mg. kg-1 después de los 120 días de aplicación, mientras que en la pulpa no hubo rastros de clorpirifos desde el día de aplicación. Esto indica que el principio activo queda retenido por los aceites esenciales de la cáscara (Kulczycki, et al. 2012).
«Con respecto al comportamiento del clorpirifos durante la vinificación son escasos los estudios realizados en el mundo. Podemos considerar el efectuado en España, (Navarro, 1999) donde se estudió el comportamiento de los plaguicidas penconazole, fenarimol, vinclozolin, clorpirifos y mancozeb durante la vinificación. Se observó que los residuos de clorpirifos desaparecen luego que el vino ha sido clarificado y filtrado.»
Los interesados en leer el estudio completo de la bromatóloga Navarro pueden ingresar al siguiente link: https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/6085/comportamiento-de-los-residuos-de-clorpirifos.pdf